‘Señora de rojo sobre fondo gris’, de Miguel Delibes
Con José Sacristán, bajo la dirección de José Sámano
Teatro Olympia
San Vicente Mártir 44, València
Del 14 al 26 de septiembre de 2021
“Su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”, dice José Sacristán, encarnando al pintor Nicolás, en cierto momento de la obra ‘Señora de rojo sobre fondo gris’. Se refiere a su mujer Ana, tristemente fallecida a la temprana edad de 48 años por una inesperada enfermedad. Miguel Delibes la escribió pensando precisamente en su mujer Ángeles de Castro, fallecida en 1974 a causa de un tumor cerebral. De manera que el amor, “inmenso” (Sacristán), que el autor de ‘La sombra del ciprés es alargada’ profesaba hacia su esposa, es el tema principal de un montaje que tiene igualmente a la muerte por compañera de viaje.
“Todo aquello que tenga que ver con la capacidad del hombre de representar es una forma de vencer a la muerte”, apuntó Sacristán, durante la presentación del espectáculo en el Teatro Olympia de Valencia, donde estará del 14 al 26 de septiembre, producido por Pentación Espectáculos. Amor y muerte dándose la mano sobre el escenario, en una historia que José Sacristán lleva con la cadencia que exige un texto de Delibes: “Volver a Miguel Delibes es aprender a mirar”, dijo en otro momento el actor galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía, por el que dio las gracias.
“Las gracias pasan por la satisfacción inmensa de llevar más de 60 años jugando, porque para mí esto es, por encima de todo, un juego que relaciono con el acto de crear un mamut en la pared”, aludiendo a esa necesidad inmemorial de representación que tenemos los seres humanos. Luego, abundó en ello: “¿Qué objeto tiene pintar? ¿Qué le mueve a uno hacer eso? ¿Por qué el arte está ahí? Porque la naturaleza no es suficiente”.
El escritor Graham Greene se refirió a esa necesidad creativa como una forma de terapia, hasta el punto que llegó a preguntarse cómo se las arreglaban los que no escriben, o pintan o actúan, para escapar de la melancolía. De hecho, Nicolás, el pintor que interpreta Sacristán, en el fondo lo que hace en la obra es precisamente aplacar esa melancolía que siente por la desaparición de su esposa mediante la rememoración de su vida en clave artística.
“Los dos tipos de mujer que he dibujado con mayor esmero a lo largo de mi vida de narrador son: Carmen, la Menchu protagonista de ‘Cinco horas con Mario’, y Ana, personaje central de ‘Señora de rojo sobre fondo gris’. Dos mujeres, no ya distintas sino antitéticas, que de alguna manera podemos considerar representativas de la España de la segunda mitad del siglo XX”, llegó a señalar el propio Delibes.
La primera, revelando sobre el escenario, de la mano de Lola Herrera, las desdichas padecidas junto a su esposo debido a sus valores políticos y religiosos, en una suerte de catarsis liberadora. La segunda, evocada por Sacristán, viene a representar el ideal amoroso de quien ha llegado a amarla con pasión. Un amor romántico hoy de capa caída por entenderlo denigrante hacia la mujer, ubicada en posición de objeto adorado y sumiso.
Para Sacristán, “la memoria del amor puede vencer a la muerte”, que es lo que hace su personaje con ese “amor inmenso que sentía por esta mujer”. Una “señora de rojo”, cuyo cuadro preside la obra, iluminando las sombras que se ciernen sobre el relato del narrador, mientras va evocando su vida junto a esa mujer excepcional. “Al acercarse a un texto de Miguel Delibes, hay que hacerlo con cuidado y respeto”, subrayó el actor, que quiso dejar clara la diferencia entre el arte y la ideología: “No me gusta convertir el teatro en un púlpito”.
Como tampoco conviene apoltronarse en la actuación, por muchos años de interpretación que lleve a las espaldas. “La comodidad no es aconsejable en el teatro. Hay que asumir cierto riesgo, porque desde la experiencia puede haber cierta tendencia a la comodidad, lo cual es mortal para la creatividad”. Da lo mismo que el espectador medio lo perciba o no: “Hay espectadores que vienen como con el mando a distancia”, lamentó, aunque su oficio le haga pasar página, incluso de la gente que tose durante las representaciones. “Hay toses insolentes y a quienes les importa un carajo”, añadió.
También dijo que la televisión y el cine ya no le divertían tanto: “Si hay ‘Exterior. Noche’, ya no lo hago; a la hora de cenar estoy en mi casa”, al tiempo que aseguraba que, en cuestión de medios (cine, televisión, teatro), la interpretación era la misma. “Hacerlo bien es igual de difícil en un sitio que en otro. No establezco jerarquías”. Lo que sí establece, como máxima de su trabajo, es la capacidad de jugar; de que la gente se crea lo que hace, “que juegue conmigo”. Y recurrió a una cita del filósofo Friedrich Nietzsche, para certificar lo apuntado: “No hay mayor seriedad que la del niño cuando juega”.
A punto de cumplir los 84 años (27 de septiembre), José Sacristán no piensa tanto en la retirada como en observar el paso del tiempo con la clemencia de la madurez. “Lo más probable es ir pensando en quedarse más tiempo en casa. Depende del público y de la generosidad de la madre naturaleza”. Frente al pesimismo que atesoraba Miguel Delibes ante la vida (“no me da tiempo ser optimista; esto se quema muy deprisa”, afirmó el autor de ‘Los santos inocentes’), Sacristán apuesta por seguir viviendo: “Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor”, concluyó.
Salva Torres
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