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Entrevista de: Carolina Hermida, Fernando Ruiz, Begoña Siles y Salva Torres
José Sacristán, de gira por la Comunidad Valenciana con la obra ‘Mujer de rojo sobre fondo gris’, inaugura el Congreso Internacional ‘Mediterráneo, fiesta y carnaval. Homenaje a Luis García Berlanga’
Palacio de Colomina. Calle Almudín, 1. Valencia
Del 18 al 20 de noviembre de 2021
“¿A qué se refiere lo berlanguiano? [Adjetivo aceptado por la Real Academia Española de la lengua en 2020] Lo berlanguiano es un poco la mirada entre la lucidez de la piedad y el humor, en un perfecto equilibrio”. Así entiende José Sacristán el universo creado por Luis García Berlanga, que ha dado pie a esa conceptualización como rasgo característico de cierta forma de entender la vida. Lo dice en una entrevista realizada en el Teatro Olympia, por donde pasó con motivo de la obra ‘Mujer de rojo sobre fondo gris’, a instancias de la Cátedra Berlanga.
Sentado sobre los peldaños de acceso al escenario del teatro, Sacristán desgrana su experiencia con Berlanga, al que la Universidad CEU Cardenal Herrera dedica el Congreso Internacional ‘Mediterráneo, fiesta y carnaval’, que él inaugurará el jueves 18 de noviembre, junto a José Luis Berlanga, hijo del cineasta. Será en el Palacio de Colomina, donde se presentarán más de 40 comunicaciones, además de conferencias y mesas redondas en torno al cine del director de ‘El verdugo’.
“Yo tuve noticia, mientras hacía ‘Pantaleón y las visitadoras’, en Santo Domingo, de que Luis [García Berlanga] contaba conmigo para poner en marcha ‘La vaquilla’, muchos años antes de que se rodara. Y cuando tuve ocasión de ser convocado por el señor [Alfredo] Matas (productor) para tener el encuentro con Berlanga, lo primero que hice fue dar las gracias por tener la oportunidad de trabajar con él y, sobre todo, por confiar en mí como uno de los posibles actores de reemplazo a la galería de inmensos actores y actrices de reparto que habían trabajado con él, los que eran las chicas y los chicos Berlanga, que eran una gente realmente formidable”, apunta Sacristán.
Gente de la que el actor, que en esa película sobre la Guerra Civil encarna al teniente Broseta, no se cansa de ensalzar: “Lo he dicho muchas veces, la verdadera modernidad en los trabajos de actores y actrices de una época del cine español estaba en los repartos. De manera que honradísimo de que Berlanga pensara que yo podría formar parte de ese reemplazo”.
De su participación en ‘La vaquilla’, luego ampliada en ‘Todos a la cárcel’, José Sacristán recuerda el mal trago que tuvo que pasar como consecuencia de los lances con esa vaquilla que da título a la película. “Celebro la bondad de esa historia, que se añadió a la bondad del rodaje, realizada (chapeau por el señor Matas) en orden de continuidad, con dificultades y no exento de accidentes, entre ellos, el miedo pavoroso que yo le tengo a los toros; un miedo infantil”.
Declarado su temor por los toros, Sacristán abunda en ello: “Luis, en principio, se empeñó en rodar con una vaca brava, a la que había que dar una dosis de calmante para que no atacara; si la dosis era mayor se dormía y si no era suficiente se llevaba por delante el copón bendito. Yo le manifesté a Luis mi pánico por esto, él lo aceptó y pasé los peores días de mi vida, avergonzado porque yo no podía con ello”.
“Afortunadamente”, continúa explicando el actor, “tras unos días perdidos, alguien convenció a Luis de emplear una vaca mansa, pudiendo celebrar haber participado en aquella historia. Sobre todo, contar la peripecia de este puñetero país nuestro siempre amenazado de ser devorado por las aves carroñeras que ahí siguen planeando”.
Recuerda haber mantenido diversas conversaciones con Berlanga, al tiempo que ofrece una explicación acerca de su cine, con ‘Tamaño natural’ como síntoma de cierta deriva fílmica. “Pienso que hay un antes y un después en la obra de Luis, que es antes y después de ‘Tamaño natural’. Lo que supuso para Luis esa no aceptación en su totalidad, ni por parte del público ni de la crítica, de una de sus obras más inmensas como es ‘Tamaño natural’, dio lugar, desde mi punto de vista, a una venganza para castigar al público a carcajada limpia, azotándolo con ‘las escopetas’ y las ‘nacionales’”.
A su juicio, la “piedad” anterior fue de pronto sustituida “por una especie de ironía, como diciendo, ‘os vais a reír de vosotros’, por aquella imagen de la muñeca ultrajada hundiéndose en el Sena. Pero, en fin, tuvimos ocasión de hablar de la soledad, de los estúpidos, de los necios, de la fascinación y el pavor que supone nuestra relación con el sexo contrario o diferente, no necesariamente contrario”.
Otra cosa que recuerda era el modo en que Berlanga se dirigía a él: “Me llamaba su guionista de campaña, porque siempre he sido un ‘tocapelotas’ con los directores, a los que preguntaba por el sentido de esta secuencia y de esta otra. Al final, terminaban diciendo, ‘¡a ver, que venga el guionista de campaña; a ver qué le parece esto!’”.
Defiende a capa y espada a los directores de la llamada españolada, los Ozores, Lazaga, Masó, incluso Neville. “Cuando yo comienzo en esto, las cosas no eran nada fáciles y las personas que confiaron en mí, en un principio, fueron esas. Entonces, yo tengo mi opinión, pero no consiento que se les toque ni un pelo de la ropa, y en mi memoria está el agradecimiento hacia todos ellos. Y, luego, también es verdad que, seguramente, se podría entender la historia de este país por esas películas, a veces más por lo que ocultan, que por lo que muestran”.
“De todas formas”, sigue diciendo Sacristán, “siempre que haya ocasión saldré a dar las gracias y a celebrar, por supuesto, el haber trabajado con Mariano Ozores, Pedro Masó, José Luis Sáenz de Heredia, Rafael Gil… No tuve la suerte de trabajar con Edgar Neville, unos de los directores a los que yo más admiro. A Luis, de hecho, le gustaba muchísimo una película que yo hice con Pedro Masó, ‘El divorcio que viene’, y la verdad es que es una película que está muy bien”.
La manera de trabajar del autor de ‘Plácido’, con sus famosos planos secuencia, también da lugar a la reflexión. “Se lo oí a alguien decir, y me gusta mucho, que cuando se impone lo lógico, lo psicológico hay que apartarlo. Y Luis García Berlanga daba por sentado que había una lógica en la lectura de sus historias y que lo demás era perder el tiempo. En esto había una coincidencia entre Fernando Fernán Gómez y Luis, porque también en su caso cuando hacía una, dos o tres tomas, a la cuarta llamaba al productor y le decía, ‘mándame otro y no perdamos tiempo’. Y esto es algo que yo siempre he agradecido a los directores”.
De Fernán Gómez también se celebra el año de su centenario, aunque, de momento, eclipsado por el ímpetu de lo berlanguiano. Sacristán sale al paso: “Este es un año que, además de celebrar el de Berlanga y el de Fernán Gómez, se debería poner también especial hincapié en los de Alberto Closas, Luis Ciges, Antonio Ferrandis, pero esto es así, la memoria favorece a unos y a otros no tanto”.
Y concluye relacionando el pasado con el presente, sin nostalgias a las que abrazarse, ni frases lapidarias. “Entre Juan de Orduña e Isaki Lacuesta o Javier Rebollo y Rafael Gil hay diferencias en cuestiones técnicas, pero el amor por contar historias es el mismo. Se ha desacralizado el producto llamado película, que se veía en un templo llamado cine, y esa comunión con el público ahora se ha perdido por las plataformas, las tabletas. Es otra la relación”.
“Los que nos alimentamos de las salas de sesión continua, del programa doble”, resalta Sacristán, “teníamos una relación con el cine que no es la que tienen ahora los jóvenes. ¿Qué se ha perdido ahí? Pues igual cierta sacralidad, pero vaya usted a saber si esto es ahora peor. No me atrevo a pronunciarme”.
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