‘Solcs’, de Juan Carlos Nadal
Comisaria: Johanna Caplliure
Espai d’Art Contemporani ‘El Castell’ E CA
Cisterna 28, Riba-roja de Túria (València)
Del 24 de julio al 5 de octubre de 2021
Juan Carlos Nadal, que ha decidido llenar de surcos (‘Solcs‘) el Espai d’Art Contemporani ‘El Castell’ (E CA) de Riba-roja de Túria (València), dice que intenta atrapar con su pintura “la impronta del momento” ligada a cierta fenomenología del paisaje, con esas ondulaciones e incisiones de la tierra alusivas a los movimientos telúricos de la propia naturaleza. Lo dice con una calma que contrasta con el carácter volcánico de su forma de proceder cuando se encierra en su estudio.
Diríase que su parte consciente le sirve, por utilizar sus propias palabras, para entrar en un estado de concentración que delimite el objeto de su trabajo, para después dejar que sea su inconsciente quien se vaya por los cerros de Úbeda en busca de las conexiones formales que mejor transmitan lo que le sale de dentro, “en una especie de acto de liberación pulsional”, subraya el artista.
Juan Carlos Nadal pinta abducido por esa impronta y porque, en un sentido antropológico, él entiende el proceso creativo como algo “inherente al ser humano, en su afán por dejar huella de su paso por el mundo”. Surcos, ondulaciones, huellas, que remiten a esa naturaleza exterior que se afana en atrapar, pero igualmente a esa otra naturaleza interior que viene a ser el reflejo de la atracción que sentimos por lo que nos conmueve.
Surco viene del latín surcos, que significa la huella que deja el arado al tirar de él. También la arruga en la cara o en cualquier parte del cuerpo. ¿En tu obra tratas de ligar la naturaleza exterior, la tierra, con la propia naturaleza de los sujetos igualmente sometidos a las huellas que va dejando el paso del tiempo?
Las ondulaciones y surcos que utilizo como recurso plástico aluden a la estructura orgánica en constante movimiento que podemos encontrar en la naturaleza. Para reforzar esta idea, utilizo títulos que remiten a aspectos relacionados con la fenomenología del paisaje.
Al trabajar de una manera espontánea e inmediata, lo que trato es de atrapar la impronta del momento, permitiéndome vincular el resultado con el instante de la acción. Podría decirse que se trata de un instante congelado del movimiento. De este modo, además de conceptos espaciales y matéricos, introduzco la idea de tiempo en mi obra.
Decía Antonio Machado que para qué llamar caminos a los surcos del azar. ¿Cuánto hay de azar en tu obra?
El verso de Machado hace referencia a los exiliados que se vieron forzados a abandonar su tierra, teniendo que escoger caminos al azar, sin saber muy bien donde los llevarían.
En mi caso, durante el proceso creativo, entro en un estado de concentración donde focalizo toda mi atención en la obra que voy a realizar. En este momento, una parte de mi mente está consciente, pero cuando surge la parte inconsciente, el azar cobra mayor protagonismo. Es una especie de lucha constante entre dejarse llevar, perder el control y volverlo a recuperar.
Surco también deriva en surcar, yendo de la tierra al mar. ¿Te interesa más, por seguir de nuevo a Machado, el camino que se hace al andar, al surcar, la superficie del lienzo, que el camino en sí?
Mi pintura tiene un carácter performativo, en el que lo importante no es solamente el resultado final, sino el proceso de ejecución. Es decir, que la gestualidad del trazo y la expresividad forman parte de la obra. La forma se genera durante el proceso, registrando los movimientos en el mismo instante de la acción, impregnando la superficie del lienzo de rastros e incisiones y que, en cierto modo, evocan la idea de camino.
Dices entender el lienzo como un campo de energía. ¿A qué te refieres?
Tengo una manera de trabajar muy intuitiva y física, dejo que fluyan las ideas a medida que avanzo en el proceso, en una especie de acto de liberación pulsional. De este modo, la relación entre lo corporal y la superficie adquiere vital importancia. Así pues, el lienzo se convierte en un campo de energía y en un registro de mi propia presencia.
Te interesa fundamentalmente la fisicidad de la pintura, el cuerpo a cuerpo con ella. ¿Es una pugna por expresar las emociones humanas más elementales o es un combate de otra índole?
Como bien dices, mi interés se centra en representar el movimiento que desprende mi cuerpo durante la acción. En un sentido antropológico, entiendo el proceso creativo como una forma pura de expresión y el acto de pintar como un comportamiento inherente al ser humano, en su afán por dejar huella de su paso por el mundo. En este sentido, se podría afirmar que el arte nos humaniza y nos permite expresarnos en un lenguaje propio y exclusivo de nuestra especie.
En tu obra, los colores llamativos brillan por su ausencia. Sin embargo, el azul y el amarillo, en dos esculturas de la exposición, se salen de ese guion. ¿Cuál es tu relación con el color, qué le pides?
Efectivamente, no utilizo colores llamativos. Por lo general empleo pocos colores para conseguir ese grado de espontaneidad del que te hablaba. De este modo trabajo de forma más dinámica, sin que por ello me condicione o interfiera una paleta más amplia. Junto con el blanco y el negro, el azul y el amarillo, en contraste con la frialdad metálica del aluminio, son los únicos colores que he utilizado en esta serie. El azul, y más concretamente el azul ultramar, está vinculado simbólicamente al agua, al mar, y el amarillo se asocia a la luz solar. Ambos evocan aspectos vinculados a la naturaleza, aspecto que me interesa especialmente.
¿La relación entre pintura y escultura en tu obra ha cambiado con respecto a trabajos anteriores? ¿En qué sentido?
Las piezas que presento en esta exposición son el resultado de la evolución de mi trabajo anterior ‘Noir serpentin’. ‘Solcs’ parte de ideas similares en relación a lo orgánico y a lo sinuoso. En la nueva serie de pinturas, las composiciones son más complejas, dinámicas y con un trazo más expresivo. En cambio, con las esculturas ha sucedido algo distinto. Por un lado, he trabajado en una serie de pequeñas piezas realizadas en zinc. Estas nacen de partes recicladas de esculturas anteriores, conservando sus múltiples plegados y apariencia ondulada. Por otro lado, también he realizado una serie de esculturas de pared cuya forma es menos sinuosa y su estructura más sintética.
No recuerdo ahora quién decía que todo artista es el primer lector de su obra. ¿Cuando te alejas y percibes tu obra qué ves?
Encontrar un lenguaje con el que identificarme y que se adapte a mi personalidad resulta fundamental. A su vez, es importante para mí que el espectador sea capaz de identificarlas conmigo. Cuando me distancio y me sitúo delante de alguna de mis obras, lo que pretendo es verme reflejado en ellas. Siento cada curva, pliegue o surco como una prolongación de mí mismo.
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