#MAKMAEntrevistas | Juan F. Navarro (director de La Peluquería)
‘Si fuera’, del colectivo Milana Bonita
La Peluquería, Alicante
Inauguración: 15 de mayo de 2021
Exposiciones secretas, jugando con el aire libre, con lo efímero… La Peluquería se define como un espacio dedicado a la no-actividad. Clandestino, pequeño, casi oculto, pero que arrasa con fuerza en la programación cultural de la ciudad. Quizá sea por sus propuestas, que se adaptan a los nuevos tiempos y generan muestras de curiosas características; o quizá porque en lo más sencillo y natural está la clave del éxito.
Con un curioso –pero casi inexcusable origen–, Juan F. Navarro dirige desde hace cuatro años este pequeño espacio que fue concebido como estudio para su producción, pero que ha evolucionado hacia algo más: una especie de lugar de encuentro donde se recogen muchas y diferentes propuestas. Navarro destaca por su perfil multidisciplinar y por moverse entre las artes visuales, la ciencia y la música. Con una larga trayectoria artística, nos habla de los comienzos, actividades y demás sinergias que se han ido dando en este espacio unificador de Alicante.
Como veremos, La Peluquería es un lugar que se mueve en los márgenes y por ello, su gestión se difumina en algunas ocasiones, utilizando el plural para referirse a los otros miembros del colectivo Milana Bonita. Un espacio de artistas para artistas. Es precisamente este colectivo el que mostrará su obra el próximo sábado, 15 de mayo, en el contexto del PhotoAlicante 2021.
Nos proponen una exposición titulada ‘Si Fuera’, fundamentada en el juego, en la experiencia personal y en atrapar al visitante desde lo desconocido y lo interactivo. Un proyecto artístico del colectivo compuesto por Jorge Burillo, María Cano, Aurora Domínguez, Virginia H., Alberto Lorca, José M. Martínez, Juan F. Navarro, Maike E. Sommer y Carla Vidal.
Antes de adentrarnos en materia, ¿con qué motivación surgió La Peluquería? ¿Cuál crees que es su función dentro de la estructura cultural de la ciudad?
La Peluquería surge espontáneamente. Estudié Bellas Artes tardíamente y, cuando terminé, buscaba un local donde poder guardar mi producción, donde poder trabajar de manera constante. No tenía intención de hacer nada, salvo trabajar. Un día, un amigo que volvió de dar tumbos por el mundo haciendo fotos estuvo enseñándome su trabajo y nos planteamos hacer una muestra aquí. Y así empezó todo…
En principio, iba a ser una exposición para los amigos, pero hicimos una nota de prensa, salió en el periódico local y las cosas empezaron a darse una tras otra de forma natural. En cuanto al nombre, simplemente este local era antes una antigua peluquería. Cuando alguien me preguntaba dónde estaba, yo decía que estaba “en la peluquería”, y cuando empezó a funcionar como sala de arte, intenté buscarle otro nombre pero no funcionó porque la gente seguía refiriéndose al espacio como La Peluquería. Así, han pasado cuatro años desde aquella primera exposición.
Mi función principal aquí es estar, recibir propuestas e ir gestionándolas. Mi interés siempre ha sido conectar a la gente que hace cosas en Alicante que, pese a que la concejalía de cultura de la ciudad no tiene casi actividad, sí que hay gente interesada y que produce cosas. He querido insertarme dentro de esa red e intentar crear una plataforma de conexión entre todas las personas que hacen cosas.
La Peluquería se sitúa al margen del sistema del arte por completo, es un posicionamiento pensado y premeditado. No somos una galería, no nos mostramos al público (salvo para aquellos que ya han venido alguna vez). Nuestro interés principal no es abrirnos al público, sino fomentar la idea de un espacio donde los artistas y otra gente interesada en el arte pueda compartir ideas y trabajos. Muchas veces, en las inauguraciones de arte contemporáneo, el contenido de la exposición es lo de menos, porque todo se reduce a un evento social. Nosotros queríamos escapar de eso: centrarnos en el arte, huir del evento social.
Esto entronca con la próxima exposición que estamos preparando para PhotoAlicante. En ‘Si fuera’ pretendemos darle otra vuelta de tuerca a la idea de huida del evento social, programando visitas para una única persona. La persona que participe tendrá que estar sola, y participar activamente para completar la obra.
Producción constante, aprovechamiento… Vivimos en los tiempos de la no pausa y del no aburrimiento, pero ¿qué significa la no actividad? ¿Cómo se trabaja desde la colectividad?
Como todo lo que ocurre en La Peluquería, esta no actividad es una broma. Cuando tienes que sacar la licencia en el Ayuntamiento para cualquier espacio hay un apartado específico para la no actividad; cuando pregunté por esta definición, las respuestas que obtuve fueron muy imprecisas, nadie sabía decirme qué era.
Pensé que La Peluquería era precisamente eso, un espacio dedicado a la no actividad. Aunque, básicamente, lo que hacemos es tramar proyectos que tienen que ver con la producción de sentido estético y, por supuesto, pasar el rato. Por eso hemos hecho de todo: debates, conciertos, sesiones de cine en 8 mm y, sobre todo, exposiciones de artes plásticas.
¿Cómo encaja todo esto en un formato más pequeño, fuera de lo común?
No nos hace falta un espacio enorme. Al principio, era muy estricto con la gente que venía, trataba de organizarlo todo por pases y visitas, pero llegó un punto en que la gente que pasaba por aquí y veía luz –porque yo estaba trabajando–, tocaba en la puerta pensando que había alguna actividad. El lugar empezó a hacerse más conocido. Sí que es posible que, en cierto sentido, se haya quedado pequeño, pero, por otro lado, intentamos darle salida a todas las propuestas. Por ejemplo: desde hace un año, por las circunstancias sanitarias, planteamos cosas fuera del espacio, bien en la red o al aire libre, en la ciudad, descampados, etcétera.
Habéis expuesto proyectos de artistas que, podría decirse, están dentro del circuito y cuentan con apoyo institucional –como José Maldonado– y otros más jóvenes que todavía no. ¿Cómo se relacionan entre sí todas estas propuestas?
Normalmente, una exposición produce la siguiente o, a veces, dos o tres exposiciones más. El caso de Maldonado fue una intervención que planteó realizar en La Peluquería como extensión a una muestra que tenía en ese momento en Galería Aural, llamada ‘Dixlocoda’. El objetivo era conectar ambos espacios. Su intervención consistió en crear un drone que, en algunos momentos de su ejecución, y debido a la intensidad del ruido, hacía temblar los tubos de la iluminación de la sala y provocaba la caída de un polvo que, por la forma en que habíamos iluminado la sala, parecía polvo de estrellas.
Así que podemos afirmar que las exposiciones se dan de manera natural, aunque está claro que la dirección (en este caso, yo) siempre se ocupa de decidir un poco el rumbo del espacio. Sí hay un criterio de selección detrás, basado en mi interés particular; todo lo que hemos expuesto siempre me ha interesado, bien por el resultado, por el proceso o por ambas cosas. Esto no significa que toda la obra que haya expuesto me haya gustado, pero siempre hay algo con lo que milito y en lo que puedo reconocer su valor.
En uno de vuestros proyectos previos, como fue ‘Descampados’, de Segimon Vilarasau, citasteis a la inauguración a través de un acertijo lanzado por redes sociales, ya que el lugar era secreto. ¿Siempre ha estado esa intención de generar juego e interacción con el visitante o crees que con la nueva situación pandémica ha cambiado el paradigma sobre la manera de enfrentarse al comisariado?
Obviamente la situación sanitaria ha cambiado el modo de enfrentarse e interactuar con el público, pero La Peluquería se encuentra en una situación externa al sistema del arte. En este sentido, la propia Peluquería puede entenderse como un happening, casi como una pieza de arte contemporáneo en sí misma, donde la gente juega a ir a una exposición de artes visuales. La gente ya conoce las reglas y los códigos a la hora de visitar una exposición –y los cumplen–.
Trato siempre de que todo sea un juego. Precisamente eso fue lo que ocurrió con Vilarasau: propusimos un acertijo para poder conocer las coordenadas del lugar donde se llevaría a cabo la inauguración de la exposición. La exposición era en un descampado, que es donde Segimon pinta sus cuadros. La idea era mostrar sus trabajos en el mismo lugar donde habían sido realizados.
También, a raíz de esta nueva situación que ha cambiado numerosos aspectos, existe un debate sobre estrategias digitales en museos o galerías, y se ha visto la falta de accesibilidad o de idoneidad ¿Cómo aprovecháis, desde La Peluquería, las plataformas digitales? ¿Realmente ayudan las redes sociales a acercarse al espectador o visitante?
La gente suele responder muy bien a lo que publicamos. Comunicamos nuestros eventos por las distintas plataformas y suele haber buena respuesta. Durante la etapa más dura del confinamiento, lanzamos una convocatoria llamada ‘La Ciudad deshabitada’ para hacer una exposición vía digital, es decir, el objeto de la muestra era el propio catálogo digital. Recibimos muchísimas propuestas –más de 100– y seleccionamos unas 10.
Además, hicimos una presentación que era un simulacro de presentación, ya que, aunque no tuvo lugar en directo, la presentamos como si estuviera teniendo lugar en el momento. Cada artista, en su intervención, presentaba su obra, y yo les iba dando paso. Como estaba todo grabado podíamos editar las partes para trastocar la temporalidad. Nos gusta jugar con el engaño continuamente.
En algunas ocasiones, como ya has expuesto, también lanzas convocatorias sobre temas específicos…
Por un lado, uno de los objetivos principales de La Peluquería es promover la reflexión en torno al concepto de arte y a la relación de todos los elementos involucrados en el sistema y cómo se relacionan entre ellos. Pero, por otro lado, a la hora de las convocatorias no suele haber mucha reflexión… Quiero decir, generalmente surge cuando nos juntamos, estamos tomando un vino, alguien dice algo y entonces yo digo: “¡Convocatoria!”.
Hicimos una primera que llevaba por nombre ‘Klima’, que trataba de generar una reflexión sobre los efectos del cambio climático, sus causas y efectos a corto y medio plazo. Esta fue una convocatoria internacional donde participó gente de toda Europa e, incluso, un artista japonés.
No siempre el resultado tiene que ser una exposición. Por ejemplo, en la convocatoria ‘Catálogo sonoro del confinamiento’, el objeto era la creación de un bandcamp compuesto por piezas sonoras. Se inauguró un sábado a la hora del vermú y con este catálogo pretendíamos retomar un poco la actividad de los conciertos. Participó mucha gente que se mueve por la costa este, como Arco Glanz o Trozo, entre otros.
¿Cómo esperas que la gente reaccione a ‘Si fuera’? ¿Cuál es la diferencia con otras exposiciones que has organizado?
La diferencia principal es que la persona que entre a La Peluquería durante ‘Si fuera’ estará sola ante el peligro. Recibirá unas instrucciones claras de lo que tiene que hacer, y podrá hacerlo o no. En función de esto, penetrará más o menos en el contenido de las obras. No habrá interacción social. De este modo, también, jugamos con el lema de la edición de PhotoAlicante, que es ‘Espacios Compartidos’.
La Peluquería siempre ha sido, hasta la pandemia, un espacio donde todos hemos compartido vivencias y hemos estado apiñados. Ahora no puede ser. En ‘Si Fuera’, el espacio se convertirá en un lugar casi de meditación.
Y el diálogo y la reflexión posterior también se dará de forma extraña…
Claro. El diálogo surgirá por obligación porque, por un lado, convocaremos a los artistas que participan en la muestra y, por otro, fomentaremos que la gente realice una serie de actos que prefiero no desvelar porque es un secreto y porque, además, no los conozco ni yo. También deberemos tener en cuenta que habrá algo que no podremos controlar, y es lo que pasará cuando la gente salga del espacio, cómo se comentarán esas experiencias o la manera en que se compartirán en redes.
‘Si fuera’ se expone dentro de PhotoAlicante. ¿Cuánto tiempo lleváis colaborando con el festival de fotografía? ¿Deberían fomentarse propuestas culturales como estas, que conectan en la ciudad gran cantidad de espacios alrededor de una temática?
Colaboramos con PhotoAlicante desde el primer año de La Peluquería, por lo que llevamos cuatro ediciones. Estamos orgullosos de que la ciudad tenga un festival como este, ya que desde hace ocho años llenan de vida el panorama cultural de Alicante. Desde la primera vez que nos lo propusieron, empezamos a colaborar con ellos.
Alicante es una ciudad que basa todo su desarrollo y economía en el turismo, y no contempla que la cultura también puede mover gente. Quizá no es una ciudad con una masa crítica muy grande –culturalmente hablando–, pero sí que se puede cifrar en más de 1.000 personas. Y toda esa gente, en muchas ocasiones, tiene que irse a València o Murcia para cubrir sus necesidades.
Considero que este tipo de eventos generan otro tipo de turismo diferente. Y este modelo turístico más cultural es muy beneficioso, ya que, además, el “sol y playa” tiene los días contados por el cambio climático y sus consecuencias. Por todo esto veo muy positivo que existan este tipo de iniciativas, y el Ayuntamiento de Alicante debería plantearse dar contenido a todos esos contenedores que tiene vacíos la mayor parte del tiempo y generar propuestas más parecidas al PhotoAlicante.
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