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‘Kinds of Kindness’, Yorgos Lanthimos
Reparto: Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau, Joe Alwyn y Mamoudou Athie
Guion: Efthymis Filippou y Yorgos Lanthimos
165′, Irlanda, 2024
Del amor al odio, del halago apasionado al desdén igualmente bizantino. Así es, con frecuencia, la vida del artista sometido al escrutinio de lo público, que es lo mismo que decir de los medios de comunicación. Un día tocas el cielo y al siguiente te tiran al cubo de los deshechos, con frecuencia, en razón de la misma lógica argumental. Por el recibimiento que ha tenido el último trabajo largo del griego Yorgos Lanthimos, su caso no es diferente.
‘Kinds of Kindness’ no cuenta una, sino tres historias. En la primera de ellas, titulada de forma enigmática ‘La muerte de RMF’, conocemos a Robert, un hombre sencillo que trabaja para un multimillonario. El problema es que esa relación va un poco más allá de las sensatas condiciones de un contrato laboral.
Además de las obligaciones propias de su puesto, Robert debe atender a todo tipo de caprichos de su jefe, algunos tan extravagantes que pondrán en peligro su vida. El conflicto se desata el día que decide que ha llegado a su límite y se niega a obedecer.
El segundo tramo de la cinta se titula ‘RMF is flying’ y nos presenta a Daniel, un modesto agente de policía que sufre ante la desaparición de Liz, su mujer, en extrañas circunstancias. Y, si bien el dispositivo de búsqueda de la Policía todavía sigue activo cuando empieza la narración, hay pocas esperanzas de encontrarla con vida.
Entonces, sucede el milagro. Pero cuando Liz regresa a casa y las cosas vuelven a su cauce, Daniel se muestra inesperadamente receloso. Ciertos detalles (como no conocer su canción favorita) le hacen sospechar que esa mujer que se acuesta, de nuevo, en su cama y le prepara el desayuno o la comida, aunque tenga la misma apariencia, no es su esposa. Sus compañeros y amigos achacan su comportamiento al trauma que ha sufrido ante la posible pérdida de Liz. Pero, ¿y si tuviera razón?
Y así llegamos al tercer fragmento de este trabajo que, bajo el título ‘RMF se come un sándwich’, nos presenta a una mujer, Emily, miembro de una secta para la que, junto a su compañero Andrew, busca entre otras jóvenes aspirantes a una especie de mesías con poderes para resucitar a los muertos.
Un día, otra mujer se presenta a la pareja en un bar y les dice que esa persona que buscan es su hermana gemela, y deciden investigarlo. Pero Emily comete un error cuando contradice, por accidente, las reglas de la secta al establecer contacto con su vida anterior, y, tras uno extraño rito, es expulsada. Sola y desamparada, tratará de recuperar la confianza de sus líderes para ser admitida de nuevo.
En ‘Kinds of Kindness’, Yorgos Lanthimos ha recuperado su colaboración con el guionista griego Efthymis Filippou, y se nota. Ya comentamos en nuestra crónica sobre su anterior producción, la exitosa ‘Pobres criaturas’, que, si bien le había salido una propuesta interesante, Lanthimos parecía haber perdido algo de su habitual mordida.
Incluso, dada su trayectoria, se había permitido el lujo de proponernos algo parecido a un final feliz. Con su coguionista habitual de nuevo a los mandos del libreto y a la espera de trabajos posteriores, aquello parece ahora un mero paréntesis.
Con Filippou, Lanthimos recupera su mirada más socarrona, lúdica y corrosiva. Como sucedía en ‘Canino’, ‘Alps’, ‘Langosta’ o ‘El sacrificio del ciervo sagrado’, todas ellas fruto de esta alianza, en ‘Kinds of Kindness’ lo que importa no es tanto el relato como la relación entre los hechos y un espectador al que tratan de remover de su zona de confort.
Lanthimos nos coloca, otra vez, ante situaciones aparentemente cotidianas para luego retorcerlas de manera sorpresiva. Lo raro, lo increíble, sin embargo, comienza a cobrar sentido según vamos articulando el cuadro de relaciones que se establecen entre los personajes.
Al fin y al cabo, y por muy irracionales que nos parezcan sus reacciones, todo el mundo ha sufrido algún tipo de abuso por parte de un jefe. O ha sentido, alguna vez, que esa persona con la que convive no es quien parecía, que la han cambiado. ¿Y quién no ha visto, en algún momento, cómo se desmontaban sus relaciones de pertenencia, como le sucede a Emily, la protagonista de la última de las historias?
En un sentido general, Lanthimos no busca que empaticemos con sus conflictos. Lo que hace es colocarnos literalmente en el centro de los mismos. No sufrimos con el otro, sufrimos porque ese otro somos, de alguna forma, nosotros. Pero en su cine también sabemos que cada detalle cuenta, y aquí cuentan mucho.
¿Cuál es el límite de lo escatológico?, parece preguntarse el director griego. Lanthimos pone a prueba nuestra capacidad de tolerancia ante todo tipo de vejaciones, proyectadas no solo contra los cuerpos que aparecen en pantalla, sino contra nuestros más íntimos principios y tabús. Así, en una de las primeras escenas del tercer tramo de la cinta, Emily y Andrew acompañan a una joven aspirante de su secta a visitar una morgue.
Con la complicidad de uno de los empleados, ponen a la chica ante del cadáver desnudo de un hombre que acaba de fallecer y le piden que realice una especie de ritual de invocación. Con un simple gesto, Lanthimos juega con lo sugerido para componer una escena en la que tantea un posible caso de necrofilia. Y así.
El empleo de recursos como el fuera de campo (lo que no vemos, pero suponemos) y el uso de los diálogos permean un inteligente juego de interpretaciones a cada cual más perverso. El sentido de la vida y la muerte, el sexo y la violencia física –pero también psicológica y hasta metafísica– nos llevan, en formato de breves píldoras, al mejor Lanthimos.
Y, de nuevo, el humor como hilo para tejer el conjunto. El director griego sabe lo que le piden sus seguidores y se lo da, logrando construir algunos momentos icónicos, puro estilismo pop apuntalado por unos actores que se prestan a la parodia. Después del baile de John Travolta y Uma Thurman en ‘Pulp Fiction’, después de Jenna Ortega en la serie ‘Miércoles’, de Tim Burton, anotamos en nuestro archivo cinéfilo los divertidos movimientos de Emma Stone al final del tercer cuadro de este desbaratado tríptico.
También en el terreno de la puesta en escena y la composición, encontramos a un Lanthimos algo más discreto que en ‘Pobres criaturas’. Desaparecen ya de la pantalla los grandes angulares y las imágenes viñeteadas, un recurso que parecía agotado. Aquí la cámara se presenta mucho más discreta, pero sin perder un ápice de su potencia de expresión. El director hace gala de su gran virtuosismo, pero su mano se presenta algo menos evidente que en su anterior trabajo, lo cual es muy de agradecer.
En este sentido, parte del mérito recaerá en el trabajo del director de fotografía Robbie Ryan, en su segunda colaboración con el director. El irlandés, responsable tras la cámara de las últimas propuestas de directores como Sally Potter, Ken Loach o Noah Baumbach, nos ofrece una imagen más límpida, alejada del barroquismo de su anterior colaboración. En su apuesta, por momentos casi publicitaria, cada cuadro cumple estrictamente con su función narrativa sin dejar de regalarnos, al mismo tiempo, una bella estampa para el recuerdo.
Otro que repite en los créditos es el compositor británico Jerskin Fendrix, quien se entrega a un sutil ejercicio casi contra melódico provocando un diálogo de identificaciones que, por momentos, nos remite al cine de terror, llenando los huecos entre diálogos para llevar a la imagen a un nivel de ambigüedad todavía más complejo y sugerente. Al margen de temas como el famoso ‘Sweet dreams’ de Eurythmics con el que arranca la cinta, ‘Kinds of Kindness’ no se entendería del mismo modo sin las partituras de Fendrix.
Y de nuevo también contamos aquí con un grupo de actores entregados a la causa. Emma Stone está fantástica. La complicidad de la actriz con Lanthimos es completa y eso se percibe en cada uno de los encuadres. Stone se ha hecho mayor y ya no quiere comer en la mesa de los niños.
Pero si en ‘Pobres criaturas’ destacábamos la interpretación de Mark Ruffalo, aquí la palma se la lleva Jesse Plemons. Para muchos, el potencial de este actor quedaba sobradamente al descubierto con su intervención en la segunda temporada de la serie ‘Fargo’, soberbio remake de la película de los Cohen.
De ahí, fue escalando posiciones hasta trabajar con algunos de los grandes: Spielberg (‘Los archivos del Pentágono’), Charlie Kauffman (‘Estoy pensando en dejarlo’) o Scorsese (‘El irlandés’, ‘Los asesinos de la luna’). Aun manteniendo ciertos rasgos comunes, Plemos nos da un recital de contención sin dejar de imprimir una personalidad propia a cada uno de los tres personajes que interpreta.
Sin duda una de las críticas más comunes que se han vertido sobre esta película reside en la aparente falta de conexión entre las tres historias que la componen. Pero esto no es así. Ahora bien, ¿qué quiere contarnos Lanthimos?
Ya el título de la película nos da alguna pista. ‘Kinds of Kindness’ podría traducirse como “tipos de bondad”. Pues eso. Robert, el protagonista del primer relato, es un hombre estructuralmente honesto. Esa honestidad, sin embargo, lo empujará a su destrucción física y moral. Tras enfrentarse a su jefe, lo perderá todo, trabajo, familia, una vida.
Daniel es, a su manera, otro tipo bueno. Su entrega es tan profunda que no consentirá que le den gato por liebre. Y Emily, por su parte, se nos presenta como una mujer igualmente generosa. Su inocencia será también la razón de su condena.
Junto a esta bondad, Lanthimos contrapone la otra cara que se concreta en las relaciones de poder que se establecen entre los personajes. En el caso de Robert tratamos con un hombre sometido a la voluntad de otro hombre y, en última instancia, al sistema. Emily será, por su parte, una doble víctima, de su relación con su anterior matrimonio y de los líderes de esa secta, que no dudarán en deshacerse de ella cuando ya no les sirva a sus propósitos.
Pero ambos extremos nos conducen hacia un mismo vértice. Y es que ‘Kinds of Kindness’ es, sobre todo, una poco complaciente reflexión sobre el amor. Pero no se trata del amor romántico, sino de un tipo de amor más real, el amor como condena, como forma de sometimiento y fuente de dolor.
“Te quiero”, le dice Robert al perverso Raymond, su jefe. Y este, para herirle, como ese amante que sabe del dominio que ejerce sobre otro, le responde: “No, esto no es amor”. Para Daniel, protagonista del segundo relato, su amor será, en apariencia, su salvación. O quizá una extraña forma de subordinación y hasta tortura. No lo sabemos.
A Emily, su amor hacia sus dos familias la ha convertido en una esclava moderna de sus sentimientos. Hablamos del amor, pero quizá sería mejor hablar del miedo a su pérdida. Ambos caminos nos llevan, al final, al mismo lugar.
‘Kinds of Kindness’ sería una película atípica si no conociéramos ya el cine de Yorgos Lanthimos. Hoy la sumamos a la larga lista de una obra que, siguiendo unas mismas pautas, consigue renovarse con cada nuevo proyecto.
A estas alturas de su carrera, Lanthimos nos sigue sorprendiendo y arrebatando por ese descaro con el que se dirige a nosotros, sus espectadores. La fórmula puede resultar algo manoseada, pero eso tampoco debe privarnos de disfrutar de un director que aún sabe mover los hilos para sacarnos de nuestras certezas.
Si me preguntan, el rechazo que ha recibido esta película por una parte de la crítica quizá se deba más a un excesivo escrúpulo por parte de esta nueva cultura moralista que ha inundado el juicio crítico de los medios que a un sincero desafecto hacia ella. Hoy, molestar un poco es considerado, más que nunca, un ejercicio de riesgo.
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