La culpa, de David Mamet, bajo la dirección de Juan Carlos Rubio
Teatro Olympia
C / San Vicente Mártir, 44. Valencia
Hasta el 7 de abril de 2019
Tras su estreno en el Off Broadway de Nueva York, España es el primer país donde primero se verá La culpa, la obra de David Mamet en torno a los abusos de poder relacionados con los juicios mediáticos. Un psiquiatra, interpretado por Pepón Nieto, es requerido para que testifique en un juicio a favor de un paciente suyo, que acaba de perpetrar una matanza en la que han muerto 20 personas. Tras acogerse al juramento hipocrático que le exime de revelar datos del enfermo, se verá envuelto en una serie de acontecimientos que dinamitarán su vida. “La obra muestra el descenso a los infiernos del psiquiatra”, comentó Nieto durante la presentación del espectáculo en el Teatro Olympia.
“Mamet cuenta cómo los medios de comunicación pueden buscar el escándalo de la noticia para conseguir más lectores. La manipulación mediática puede destrozar vidas”, señaló Ana Fernández, que encarna a la mujer del protagonista. Junto a ellos, Miguel Hermoso y Magüi Mira cierran el elenco de actores de una obra retorcida y “con tintes pinterianos”, subrayó la actriz, aludiendo al teatro de Harold Pinter, caracterizado por una inocencia absurda. “Demuestra lo perverso que es el ser humano, su oscuridad; son personajes muy egoístas”, añadió la protagonista de Solas.
Pepón Nieto reveló una de las escenas iniciales para entender el grado de esa manipulación mediática: “El chico, que es homosexual, escribe una carta a un periódico diciendo que el psiquiatra es homófobo, porque escribió un artículo en el que hablaba de la homosexualidad como evolución, y no como aberración. Esa sola palabra cambia su vida. Es aquello de los medios de difama que algo queda”. El actor incidió en este aspecto, explicando cómo los medios de comunicación intentan en la obra “desviar la atención cambiando la monstruosidad del joven asesino hacia el psiquiatra, convertido en el nuevo monstruo por esa supuesta homofobia”.
David Mamet, que además de dramaturgo es guionista de películas como Glengarry Glen Ross: éxito a cualquier precio o La cortina de humo, y director de largometrajes como Oleanna o Casa de juegos, se caracteriza por desvelar los aspectos más sombríos de la sociedad contemporánea. “Es un río de emociones”, recalcó Nieto, para quien el autor norteamericano (“un clásico viviente”) es alguien que “plantea un montón de preguntas, para que sea el espectador quien las responda”. “No hay ningún personaje simple en sus obras, todos se expresan muy bien”, mostrando siempre “la punta del iceberg, porque siempre hay algo debajo”.
La culpa, que estará hasta el 7 de abril en el Olympia, está dirigida por Juan Carlos Rubio, en versión de Bernabé Rico. “Es una obra corta, de hora y diez minutos, pero muy intensa”, dijo Nieto, cuya interpretación se sale de sus habituales papeles cómicos para encarnar a un deprimido psiquiatra. “Tiene también su humor amargo, que permite aliviar un poco la trama”, agregó. Para Ana Fernández, la función habla igualmente de “la dependencia que tenemos todos de ser aceptados por los demás, de estar esperando el like (me gusta) en las redes sociales”, al tiempo que pone “en tela de juicio la religión”.
La escenografía de Curt Allen Wilmer también juega un papel fundamental. “Es un personaje más”, apuntó Nieto, refiriéndose a la inmensa biblioteca que ocupa el escenario y la caja metálica en la que parecen encerrados los personajes. Una escenografía que el actor calificó de “cárcel del saber”, por los libros acumulados en esa biblioteca, que sugerían la idea de cierta felicidad en el desconocimiento. Aunque bien pudiera referirse a la imposibilidad de alcanzar cierta verdad en medio de tanta palabra sospechosa por vacía de sentido. “Sí, también habla de eso, de la incapacidad para alcanzar esa verdad”. Por eso Nieto tildó a Mamet de “muy perverso, un clásico vivo que indaga mucho en el lado oscuro del ser humano”.
Tanto Nieto como Fernández hablaron de la exigencia de un texto que obliga al “100% de atención” y que genera debate a su conclusión. “El teatro es el que da voz a la verdad”, destacó el actor, al tiempo que precisaba, paradójicamente, la ausencia de verdad en la obra: “No hay blancos y negros, ni buenos ni malos. Mamet siempre se guarda un as en la manga para sorprendernos”. Un as que tiene mucho que ver con ese carácter perverso de un autor que refleja el tipo de sistema “que cierra la puerta a la empatía”, puntualizó la actriz.
Salva Torres
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