‘La última tertulia’, de Ana Vernia
Galería Shiras
Calle Vilaragut, 3. Valencia
Hasta el 30 de abril de 2016
A pesar del título de la exposición, ‘La última tertulia’ de Ana Vernia tiene mucho que decir. La artista declara muy acertadamente en las páginas del catálogo que “Aquel silencio ya no existe. La magia, la mística, el placer de mirarse, de olerse, de jugar con las palabras, de sentarse junto al fuego, se aleja sobre una balsa hacia el final del lago”. Ese silencio al que elude parece sentirlo muy alejado en el tiempo y es precisamente esa lejanía, esa reivindicación de un silencio prácticamente inexistente en nuestra sociedad, lo que Ana Vernia transmite en esta su última exposición para la Galería Shiras.
Con una base muy elaborada de dibujo, Ana Vernia encaja perfectamente la línea negra que, en ocasiones predomina y en otras, desaparece entre los pigmentos casi diluidos de tintes sútiles y elegantes. Entre los tonos pastel de amarillo y azul, se muestran rojizos detalles que sirven para dirigir la mirada del observador hacia texturas plumíferas o hacia representaciones de bocas con afilados dientes. Estas últimas representaciones son el motivo que casi se repite durante toda la muestra. Breves explicaciones transformadas en puntos de atención.
Además, las letras ‘H’ escritas directamente sobre el soporte, son el indicio perfectamente indicatorio para lograr comprender aquello que Vernia intenta transmitir. El uso la técnica plástica, sosegada y tranquila incluso en su creación, parece ser una elección adecuada en todo momento. Cuando el artista se encuentra trabajando en su estudio (preferiblemente rodeado de silencio) desea escuchar únicamente el roce que se produce entre material y soporte. En lo referente a la contemplación, también suele ser sobresaliente si es en silencio.
La serie ‘Paisajes líquidos’ ocupa la mayor parte del recorrido expositivo pues la componen 10 piezas que, aunque en consonancia con el resto de obras que se presentan, poseen un carácter distintivo. Surgen de ellas personajes de carácter fantástico, casi animales antropomórficos que han sido capturados en su hábitat natural, el creado por la artista. Por supuesto, cabe destacar el lienzo de gran tamaño que da nombre a la exposición, donde un encarnado corazón ocupa la parte central del cuadro y casi parece latir, pero recordemos, que todo se encuentran en silencio…
La artista nos sorprende atreviéndose a extraer parte de sus motivos a través de la cerámica. Se exponen así las primeras piezas escultóricas en cerámica que ha llevado a cabo ex profeso, igual que el resto de obras, para la galería. Quizá la elección de una artista que que trata el tema de la comunicación no haya sido casualidad. En la galería Shiras se produce de manera casi instantánea una comunicación franca y espontánea, mucha gente entra y sale, la barrera entre público y espacio, se rompe para ofrecer una actitud espontánea y franca. Es quizá por ello que entre Ana Vernia, artista todavía en proceso de consagración, y la galería, se ha producido una relación comunicativa. Nos confiesa su directora, Sara Joudi, que uno de sus principales premisas es que “la pieza debe transmitir incluso a aquellos que no entienden el arte”.
Se convierte así todo el conjunto de la exposición en reivindicación constante llevada a cabo de forma magistral a través del contraste entre comunicación y silencio. Las abiertas bocas parecen gritar pero quedan ahogadas por el soporte para el que han sido creadas. La sociedad actual impide la existencia de un silencio absoluto y sino lo creemos, parémonos por un segundo a escuchar. Ana Vernia nos pone en sobreaviso, revalorizando ese silencio del que ya casi no podemos disfrutar.
María Ramis.
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