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‘La Sustancia’, de Coralie Fargeat
Reparto: Demi Moore, Margaret Qualley y Dennis Quaid
Fotografía: Benjamin Kračun
Música: Raffertie
140′, Reino Unido, 2024
¿Alguna vez has soñado con una versión mejor de ti misma? Con esta pregunta, la directora y guionista francesa Coralie Fargeat confecciona un largometraje repleto de sátira, body horror y una crítica brutal a los estándares de belleza femeninos impuestos por la sociedad. Fargeat ha vuelto a las pantallas de cine este octubre tras su primer filme, ‘Revenge’ (2018)
‘La Sustancia’ ha ganado admiración entre los críticos gracias a la favorable acogida en la sección ‘Perlak’ del Festival Cine de San Sebastián y el premio a mejor guion otorgado en el Festival de Cannes. Su trayecto desde los eventos hasta su estreno en la gran pantalla la ha revalidado como uno de los largometrajes más esperados de este año.
La película narra la historia de Elisabeth Sparkle (Demi Moore), conductora de un programa de fitness matutino, cuya carrera ha llegado a su fin debido a las pretensiones de un productor para sustituirla por una presentadora más joven. Su vida se transforma radicalmente cuando descubre ‘La Sustancia’, un tratamiento capaz de producir otra versión de sí misma más perfecta.
Para ello, debe cumplir la norma más importante del tratamiento: cambiar cada semana de cuerpo, sin excepciones. Siete días para Elisabeth y otros siete para Sue (Margaret Qualley), su alter ego. Lo que al principio aparentaba ser una tarea sencilla, con el transcurso de los meses su identidad se difuminará hasta terminar cuestionándose su propia existencia.
El propósito del largometraje es impactar a la audiencia a través de la variedad cromática de la escena, la creación de un espectáculo grotesco mediante planos cercanos y una ingente cantidad de sangre. Un estilo que homenajea al cine de terror clásico y recuerda a la técnica cinematográfica de directores como Stanley Kubrick o David Cronenberg. Desde los largos pasillos con patrones simétricos que evocan al Hotel Overlook a las monstruosas deformaciones corporales que sufren los personajes del director canadiense. Incluso, hay quienes la comparan con ‘Barbie’ (2023), siendo esta una versión oscura y sangrienta del filme.
La inusual receta visual de la película logra incomodar al espectador y consigue lanzar un contundente mensaje: una crítica a las expectativas y el canon de belleza que la sociedad impone sobre las mujeres. Su cuerpo es expuesto, juzgado y comercializado diariamente, sobre todo en la industria cinematográfica.
De esta forma, se crea una necesidad patológica de dividir a las que cumplen condiciones casi ficticias; son jóvenes, con curvas, delgadas, amables, con talento y perfectas; de las mujeres que se alejan de este modelo. La experiencia de Elisabeth Sparkle coincide con las vivencias de la directora y, quizá, con las de más personas que sienten la madurez física como un rasgo incapacitante para formar parte activamente de la sociedad, como si tras esos años dejasen de ser útiles y válidas.
En palabras de Fargeat: “Es una película sobre el cuerpo de las mujeres, sobre cómo los cuerpos de las mujeres son escrutados, fantaseados y criticados en el espacio público. Sobre lo mucho que, como mujeres, se nos hace creer que no tenemos más remedio que ser perfectas, sexis, sonrientes, delgadas, jóvenes y hermosas para ser valoradas en la sociedad. Y lo imposible que es para las mujeres escapar de esto, por muy educadas, fuertes de mente e independientes que seamos… Porque, durante más de 2.000 años, los cuerpos de las mujeres han sido moldeados y controlados por los deseos de quienes las miraban”.
En los últimos compases de la película, hace su aparición el body horror, un subgénero de terror que busca conmocionar al espectador mediante deformaciones y alteraciones físicas. Así, se crea un Frankenstein moderno que, según la directora francesa, “busca la liberación de las restricciones que encorsetan a las mujeres a través de la destrucción de los cuerpos femeninos”. El empleo de este recurso se hace más presente al final del filme, momento en el que la salud mental de Elisabeth se debilita hasta tal punto que se convierte en una experiencia cinematográfica brutal.
Las características técnicas propias del cine B inundan los compases finales de la película, convirtiéndola en una antítesis de lo que Elisabeth Sparkle alguna vez representó, una estrella viva de las grandes producciones de Hollywood. El cóctel de escenas sangrientas, las filias de las altas esferas de la industria, los órganos y la catarsis de la protagonista por sentirse querida crea un ritmo vertiginoso que culmina con una de las escenas más metafóricas de la película, el ascenso y la caída de una de las actrices más queridas y populares de la televisión.
‘La Sustancia’ propone una arriesgada y original reflexión sobre la autoestima de las mujeres en una época en la que impera las redes sociales, las lujosas vidas de las celebridades y el juicio, tanto ajeno como propio, a los cuerpos femeninos. Una experiencia impactante que ha debutado con éxito tanto en la taquilla española como en la crítica general.
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