‘Correspondence’, de Ana Esteve Llorens
Las Cruxes
1900 E 12th St, Austin, TX (EE.UU.)
Hasta el 18 de noviembre de 2018
Conocí a Ana Esteve Llorens en su estudio de Austin la última mañana de agosto, en uno de esos días de verano en los que estás empapada antes de salir del coche. Hacía calor, pero los tranquilos tonos beige, los blancos y los azules claros en su estudio me hicieron olvidar las comodidades del aire acondicionado. La propia Esteve Llorens es igual de refrescante, y alguien a quien he querido conocer desde hace ya tiempo. Al igual que yo, vive y trabaja entre Texas y España, y sentía curiosidad por saber cómo estos dos lugares influyen en su trabajo. Así que me ha encantado visitar su exposición ‘Correspondence’, en Las Cruxes, en Austin, antes de regresar a Madrid.
Existe una tensión sutil y cautivadora en la correspondencia entre trabajo y creación artística, entre las esferas de lo doméstico y del arte contemporáneo, y entre el textil como oficio y como técnica artística. El arte textil se remonta a miles de años y posee estrechos vínculos con lo utilitario y también con el trabajo de las mujeres. Los diseños de estas piezas me hacen pensar en pañuelos y manteles, y en ropa, en objetos que tradicionalmente han sido realizados, cuidados y adornados por mujeres. Es algo que hizo mi abuela, y que todavía veo en las casas de mis compañeras españolas y portuguesas, aunque pocas de nosotras conservamos las habilidades que se han ido transmitiendo y perfeccionado durante generaciones.
Los estampados de cuadros y rayas en los tejidos de Esteve Llorens forman composiciones abstractas y bidimensionales que cuelgan de la pared protegidas por gruesos marcos blancos. Dichos marcos rastrean con habilidad los contornos desiguales de los textiles, llevando las piezas al ámbito tridimensional de lo objetual. ‘Correspondence’ presenta una serie de “telas” que han sido tejidas empleando un telar de cintura. Se trata de una técnica en la que un telar portátil se extiende entre el cuerpo de la tejedora y un punto de anclaje, como pueda ser un pilar o un árbol. Cada movimiento corporal es transmitido directamente a las fibras tejidas. Según el espacio abarcado por los brazos, la resistencia de las fibras e incluso el estado emocional de la tejedora, como señala Esteve Llorens, se desarrolla un ritmo y velocidad únicos en la elaboración de cada pieza. Y así, la escala, el estampado y la tensión constituyen documentos de tiempo, y del movimiento que se establece entre el cuerpo y el material. Como una especie de performance en solitario, o una coreografía de hilo.
La exposición está acompañada por un texto que reúne extractos de correos electrónicos intercambiados entre Esteve Llorens y Amira Pierce, escritora establecida en Nueva York. «Pensando en hacer” es una de las frases de la artista que captó mi atención. Pensar en hacer, hacer y pensar, pensar y hacer-tejer es un proceso repetitivo que deja espacio para pensar. Recuerdo una vez en que traté de memorizar un escrito para una actuación. Lo repetía constantemente allá donde iba, como una oración. Mi memoria suele ser desastrosa, pero al recitar aquellas palabras reviví momentos de mi infancia. Imagino que tejer genera un estado meditativo similar. De hecho, Esteve Llorens me contó que al tejer estos estampados recuerda objetos, texturas, caras y comidas en lugares familiares del pasado. «Al hacer y recordar simultáneamente», dice, «he estado reescribiendo una historia que se ha reforzado, pero también se ha modificado».
Uno de los aspectos singulares de ‘Correspondence’ es su rica paleta de colores terrosos. Esteve Llorens aprendió a tejer durante una residencia artística en Ciudad de México. En los viajes a diferentes partes del país recolectó elementos naturales para teñir sus fibras. El hongo Zacatlaxcalli de Teotihuacan, el índigo oaxaqueño, diferentes maderas de Mérida y semillas de las montañas de Puebla se funden en las franjas y líneas de sus piezas. Los colores representan un momento específico, lo que ella describe como «un paisaje, una temperatura, un tipo de luz, un acento», en hilos que se cruzan y se superponen. La artista describe el concepto de lugar como «una acumulación de experiencias, como algo que se construye con el tiempo».
Desde que comenzó a tejer en el otoño de 2015, la artista y su trabajo continúan viajando entre España, Texas, México y viceversa. Y así, los colores en ‘Correspondence’ se han expandido para incluir elementos de España. De esta manera, la artista relaciona y transforma sus experiencias de las dos geografías en algo nuevo. Y eso es lo que sucede cuando realizamos el trabajo de hacer memoria: siempre llevamos cosas del presente para regresar a un momento del pasado.
Lauren Moya Ford
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