‘Notes on Working from Home. A sculpture that allows my family to live’, de Laida Lertxundi y Ren Ebel
Una presentación de metraje en bruto y sin editar de la proyección ‘Notes on Working from Home’
Azkuna Zentroa Alhóndiga Bilbao
Plaza Arriquíbar 4, Bilbao
Del 1 al 5 de junio de 2021
Vemos, a modo de claqueta, chasqueo de dedos: una niña jugando sobre ellos sentados en un sillón. Chasqueo de dedos: ella colgando ropa en el monte con paisaje al fondo; luego, haciendo gimnasia en una terraza… Chasqueo de dedos: él mirando a través del plato de cristal que acaba de lavar…, luego sentado en el umbral de una puerta…, luego sacando la basura de casa y metiéndola en los contenedores…
Esta sucesión de escenas, que se prolonga durante media hora en el Azkuna Zentroa, no pretende crear ningún relato descriptivo, informativo, narrativo, publicitario, político, crítico o de ningún otro tipo. Tampoco es demasiado divertido, por lo que no se puede decir que hayan querido hacer un video doméstico, aunque lo parezca. Y tampoco hay un tratamiento especial de la imagen que le confiera algún valor estético.
Solo quiere destacar la cotidianeidad de un mundo familiar: el suyo particular. Eso sí, se trata de una cotidianeidad sin fisuras, suave, relajada, sin más pretensión que ser solo eso: un desayuno feliz en compañía de su hija, por ejemplo, o poniendo a secar los calcetines en la ventana, o colgando la ropa en el monte donde están de acampada…
Por lo visto ya no hace falta sacar nada de su contexto para convertirlo en arte, como propuso Duchamp con su famoso bidé. Ahora cada cosa puede estar en su sitio y seguir siendo perfectamente artístico. Al menos así lo parece: que el arte no solo es intrascendente o irrelevante, se saque o no de su contexto, sino también insustancial. O si se prefiere, superficial. Con esa superficie lisa y pulida de una vida cotidiana sin preocupaciones ni insatisfacciones. Como la vida doméstica no es en este caso un drama ni encierra ningún conflicto, se nos presenta como una vie en rose. Aunque en este caso sin penas que despachar. Este es el prototipo artístico propuesto.
Lertxundi y Ebel piensan además que esa vida suya familiar en rosa es, más que un prototipo, un proyecto, o como dice el título, «una escultura que les deja vivir». O sea, el proyecto de vida que uno debería «crear». O, dicho de otra forma, que lo creativo es hacer una vida en rosa. Que lo cotidiano, lo insustancial, siendo artístico por sí mismo, puede expresarse perfectamente no haciendo nada especial, o no haciendo nada en absoluto. Y este «no hacer nada» debe ser exhibido en público y entendido como un acto de fe en sí mismo, o simplemente como un nihilismo blando y despreocupado.
¿De dónde viene esta idea?
Cuando en 1952, John Cage se sienta al piano en público sin tocarlo durante 4 minutos y 33 segundos, tiene un propósito: demostrarnos la inexistencia del silencio total (en ese intervalo, se oyen los carraspeos incómodos de la gente, los murmullos indignados, el ruido de los asientos que se van quedando vacíos).
Cuando en 1977, Tony Leblanc se come una manzana sin decir nada delante del público en un plató de televisión, quiere probar algo que nadie antes se había atrevido a hacer en ninguna televisión del mundo.
El video de Lertxundi-Ebel coincide en la forma, pero difiere en que no se preocupa de buscar ningún sentido. De hecho, no tiene por qué hacerlo. Le basta su liviano mensaje: esa vida familiar en rosa como proyecto.
Porque la familia no es para ellos un espacio problemático, ni claustrofóbico, ni dramático, al estilo de Bergman o las películas de posguerra (o la de los que ahora pasan dificultades para llegar a fin de mes). No es tampoco ese núcleo protector contra la amenaza externa, como en John Ford. O una base de bondad como en Capra o en ‘Bonanza’, o ese lugar que une el pasado con el futuro como en las películas americanas de los años treinta…
Su proyecto artístico de vida de relación familiar (qué raro suena esto) está más cerca del ‘Don’t worry, be happy’ de los sesenta: esa felicidad del momento blando que pasa. Lo que, más que un proyecto, es en realidad una vuelta al pasado.
Iñaki Torres
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