‘AbastrActio’, de Patricia Allende
Museo Salvador Victoria
Hospital 13, Rubielos de Mora (Teruel)
Hasta el 12 de octubre de 2021
A mi hermana Patricia con la que compartí tantas noches de juegos y risas, poemas imposibles, canciones adivinables sin voz y terroríficas abstracciones nocturnas
‘AbastrActio‘ es una selección de obras de Patricia Allende, reunidas, unidas por la abstracción. Esto es lo que parece, pero va mucho más allá. Encontramos en ellas misterio, luz, sugerencias figurativas en las que seres de lo intangible se asoman mirándonos. Espiándonos mientras creemos que somos nosotros los que miramos.
Podría decir que conozco a Patricia desde que yo estaba en el vientre de mi madre y me gustaría preguntarle si ella me recuerda allí dentro, si recuerda a nuestra madre embarazada de mí. Nunca ningún hermano me ha contado nada de aquello como si el embarazo fuera un tabú. En ese claustro materno donde se vislumbran luces, voces, formas, sombras y oscuridades dentro de un confortable líquido oceánico, una de esas voces que poblaban mi caverna platónica era seguramente la de Patricia. Sin lugar a dudas, claro está.
Debí de oír bastante la voz de Patricia durante esos nueve meses de misterio. Ese misterio que aparece ahora en sus imágenes y que ilustran su voz, representando ese mundo que percibe el niño que puede estar tan lleno de belleza como de terror.
El niño, la niña en este caso, no puede cerrar los ojos de noche, ya que todas las formas abstractas en la penumbra cobran vida y pueden aparecer dragones y monstruos que hacen que el sudor y el miedo hagan a la niña taparse entera mientras su pijama acrílico al rozarse crea estrellas de luz bajo las sábanas, y otra vez la cueva que en la oscuridad emana luz.
En el cuarto, donde dormíamos, había una grieta que tenía un agujero que hacía entrar la luz de la calle, convirtiendo en cámara oscura la habitación, entonces habitábamos una cámara de fotos sin saberlo, fascinadas por las imágenes a todo color que invertidas aparecían en las paredes.
Nuestra madre tenía una gran creatividad que nos trasladaba sin darse cuenta, o sí, tal vez dándose mucha cuenta de lo enriquecedor que es para los niños vivir en la imaginación. La comida se convertía en escultura, machacaba los garbanzos y le daba forma de casa y la salsa de tomate hacía de tejado de tejas rojas. Así que comías muy despacio los trocitos que el tenedor iba arrancando a esa casita comestible.
El centro de mesa de la mesa en la que comíamos los domingos estaba hecho por ella con ramas retorcidas, muy sugerentes, como lo son ahora las fotografías de Patricia. Esas ramas y sus recovecos, sus luces y sus sombras eran un lugar en el que podían habitar hadas, gnomos, seres malignos y nos hacía excitar nuestra capacidad creativa. Todo podía ser una apariencia bajo una forma que escondía otra forma dentro, que escondía otra forma…
Por eso, no me extraña que a Patricia le salga esto de su sombrero mágico, imágenes que nos hacen ver sin límites, todo puede ser lo que parece o ser algo muy distinto. Y dentro esconder otra cosa. La abstracción de Patricia es belleza y sugerencia y por lo tanto libertad para el espectador que puede extasiarse o aterrorizarse y llevarle a vivir al límite como viven los niños. Eso sí, todo dentro de una aparente y transformante calma.
¿Es un corazón que late, o una rosa ensangrentada, o tal vez el reflejo de una copa de vino…? ¿Es una piel que se seca de algún animal ancestral, es la corteza de un árbol, o un paisaje deshidratado….? ¿Es la última playa que agoniza en el negro alquitrán o es la belleza de las bellezas bajo la luz de la luna…?
Somos libres, Patricia Allende nos ha abierto la puerta que estaba cerrada con llave, nos deja, más bien nos invita a volar. Hagámoslo de su mano, volemos con ella por ese misterio sin cara y con todas las caras imaginables, donde todo es bueno, hasta lo más terrorífico.