Capeando el temporal (I)
Paseo por las librerías valencianas tras la COVID-19
La Primera, El Imperio y Bangarang
Viernes 17 de julio de 2020
Como un monstruoso maremoto la pandemia ha hecho zozobrar el barco de la cultura. Pero no todos sus sectores han sufrido por igual en este naufragio. Unos han encontrado hueco en un bote de remos y otros resisten agarrados a una tabla o a un salvavidas. En el panorama que se percibe tras la catástrofe destaca el caso de las librerías que siguen navegando tras capear el temporal. La celebración en toda España del Día del Libro, el 23 de julio, aunque sea a puerta cerrada en cada local con la rebaja tradicional del 10%, confirma la resistencia de un gremio acostumbrado a las crisis. Además del aguante de los libreros, habituados a trabajar mucho y ganar poco, la clave en Valencia han sido las ayudas institucionales, como el programa ‘ReActivem’ de la Generalitat Valenciana y el apoyo de los clientes a través de la campaña ‘Sentim Llibres’, una iniciativa de María Bastarós y Mr. Perfumme que ha tenido gran seguimiento. Los libreros hablan de un movimiento de empatía y solidaridad por parte de los lectores que les sirve de colchón flotante. Lectores al rescate.
Esta primera entrega incluye tres jóvenes librerías que abrieron sus puertas a finales de 2019, lógicamente más vulnerables por su breve recorrido. Hablamos con Fiona Songel (La Primera), Mamen Monsoriu (El Imperio) y Estela Sanchis que junto a Jaime Belda dirige Bangarang.
Fiona Songel estudió Filosofía pero siempre había soñado con gestionar una librería. Hace algo más de un año supo que se traspasaba una pequeña, que es también papelería, en el barrio de El Carmen y vio su oportunidad. Después de aprender un oficio nada fácil se ha esforzado al máximo para que La Primera sea un punto de encuentro cultural ofreciendo una gran variedad de eventos. «Pese a las adversidades, pandemia incluida, ser librera me regala momentos dulces como el trato directo con clientes que también son amigos y colegas de lecturas».
En otro barrio de Valencia, Russafa, Mamen Monsoriu creó el pasado 30 de noviembre, El Imperio con el objetivo de dar voz a los artistas. Un espacio que acoge talleres literarios, charlas, conferencias, presentaciones y conciertos. «Se trata de una librería de carácter general, donde la poesía tiene especial protagonismo», dice Monsoriu. «Mi vocación por el mundo del libro nace de mi pasión por la escritura».
La tercera es Bangarang, en la calle Historiador Diago, que nació también el pasado otoño de la pasión compartida de Estela Sanchis y su pareja Jaime Belda. «Nuestra idea era crear una librería especializada en cómic americano y europeo, manga e independiente que albergará también narrativa y el ensayo», indica Sanchis. «Así que probamos a hacer algo híbrido entre ambas cosas, que se complementan de maravilla. Tenemos un perfil de cliente muy amplio que va desde el amante de novela gráfica, el coleccionista de muñecos vintage, el público infantil o el lector de novela contemporánea».
Durante el confinamiento Songel se centró en redes sociales y en cuidar a sus clientes más fieles. «Llamé a aquellos en edad de riesgo o que sabía que vivían solos para ver cómo lo llevaban. Llevé algunos libros a domicilio cuando pude. Ofrecí programación cultural online, y lancé concursos de poesía y relato. Uno de mis clubs de lectura, ‘Señoras y lectoras’ siguió funcionando. Mi principal motivo de esperanza al volver es ver que todos siguen ahí, que han vuelto a la librería, que la comunidad que me esfuerzo por crear sigue al pie del cañón».
Monsoriu confiesa que durante el confinamiento pasó por todos los estados de ánimo posibles. «Mi mayor preocupación es económica, pues la librería no deja de ser un negocio. Pero quiero ofrecer un punto de vista positivo porque durante estos meses se ha revalorizado la cultura, algunos han recuperado el hábito de la lectura, otros han comprendido cuánto necesitan los conciertos y los teatros, numerosos escritores y guionistas han retomado sus obras. No debemos ignorar esa puesta en valor que ha traído la pandemia».
Los libreros de Bangarang también han atravesado el mismo túnel con una luz al fondo. «Tener que cerrar la librería tras tres meses de apertura fue muy frustrante. Pero hemos recibido muchas facilidades que nos han permitido la supervivencia. Hemos notado una voluntad por parte de todo el sector de superar esta crisis en colaboración».
Un importante balón de oxígeno ha sido la campaña ‘Sentim Llibres’, una especie de amigo invisible de los libros que ha movilizado a casi 2.000 lectores que concluyó recientemente. «Ha sido un empujón muy grande tanto económico como anímico», dice Songel. «Desde que se adjudicó a cada participante su amigo invisible, hubo un goteo diario de personas que pasaban por la librería. Elegíamos juntos, dejaban notas en el regalo para que las leyera su destinatario. Ha sido estimulante y divertido».
En cuanto a las preferencias de los lectores, Monsoriu observa tras la pandemia menos demanda de ‘best sellers’ y un creciente interés por libros de espiritualidad y autoayuda. En cuando a títulos del verano destacan:’Balada de pájaros cantores y serpientes’, la precuela de la serie de ‘Los Juegos del Hambre’, ‘La Nena’ de Carmen Mola; y la biografía de Woody Allen ‘A propósito de nada’.
‘El infinitos en un junco’ de Irene Vallejo, un recorrido por la historia del libro, es el título estrella en La Primera, y en Bangarang: ‘Canto yo y la montaña baila’ de Irene Solá, ‘A propósito de nada’ de Woody Allen, y dos novelas gráficas: ‘¿Me estás escuchando?’ de Tillie Walden y ‘Patria’, dibujada por Toni Fejzula basada en la obra de Fernando Aramburu.
«Hay un ‘boom’ de publicaciones en torno a la pandemia pero a nuestros lectores no les interesa mucho», dice Sanchis. «Demandan libros alegres, divertidos y positivos para superar este periodo tan doloroso. El público más joven pide lecturas ágiles que enganchen como la novela negra, la distopía, etcétera».
Las jóvenes librerías esperan que se decida el futuro de la Fira del Llibre 2020, un evento que representa alrededor del 80% de la facturación anual de su sector. “En mi caso existe, además, un factor emocional”, dice Monsoriu. “Llevo tres años consecutivos asistiendo a la Feria del Libro de Valencia y de Madrid como autora, y esa experiencia suele coincidir con los días más felices del año. No quiero imaginarme lo que puede suponer vivir esa aventura desde el lado del librero, me dolería mucho perdérmelo”.
Los libreros de Bangarang también desean participar “no solo por lo que supone a nivel de ventas, sino también como forma de presentarnos al público”, dice Sanchis. “Sin embargo, entendemos la situación excepcional y apoyaremos cualquier decisión que tenga como objetivo minimizar el riesgo para la salud”, concluye Estela Sanchis.
Bel Carrasco
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