El primer dossier de esta aventura inesperada se ha desarrollado en el Cabanyal. Sin duda, el inicio es un anclaje al que siempre volver.
Llevaba tiempo pensando la ciudad. La he sobrevolado, la he colocado en escala, la he observado como una maqueta pero lo que más he hecho ha sido vivirla y caminarla. A la vez, las redes sociales hablan y cuentan su propia historia. Una historia llena de iniciativas. De repente, aparecieron muchas mujeres y sabía que de su mano recorrería sus calles.
“La vida moderna de las mujeres de hoy es muy complicada. Trabajar en colectivo desde la multiplicidad de necesidades, de hijos pequeños, medianos, no hijos y diferentes trabajos. Es super complicado. Hay que tener muchas ganas”.
La Colectiva Invisible
¿Cómo empezáis el colectivo?
Encontramos una convocatoria y fue una excusa. Lo vivimos como una llamada a juntarnos, presentarnos y si cuajaba pues seguíamos. Si no, ¡nos reíamos un rato! Finalmente.,¡Cuajó!
Ha pasado casi un año desde que tuvimos aquella primera reunión en noviembre de 2013. Todas teníamos ganas de trabajar con otras. Queríamos incorporar diferentes puntos de vista y disciplinas en torno al tema de la mujer, la maternidad subversiva, las cuestiones de género, etc. Y, lo que fuera surgiendo.
Al inicio hubo algunas personas más aunque nos hemos quedado nosotras. Cayeron un par de teóricas porque lo más complicado, al principio, fue conciliar los diferentes perfiles. De un lado, las mujeres con formación teórica; una con base en sociología, la otra filósofa-comisaria, historiadora del arte y con una gran formación en colectivos de mujeres. Esto sumado a las dificultades que nos encontramos para sincronizar relojes hizo que no encontráramos cómo articular los procesos de producción plástica y visual.
Fue un reto: ¿Cómo presentamos un proyecto con una base teórica que van a hacer las teóricas? Era una mitad de personas muy teóricas y otra mitad de personas que venían de una práctica muy directa. No lo conseguimos cuadrar bien.
¿Eso no lo conseguisteis?
Bueno, al final somos todas un poco teóricas ¿No? (Risas)
Realmente, no lo conseguimos pero tampoco tuvimos el tiempo de enfocarnos bien en ello. Fue bastante improvisada la forma en que nos fuimos juntando y las reuniones que fuimos teniendo. De un modo casual fuimos quedando nosotras.
La convocatoria os marcaba un inicio pero ¿después pudisteis recuperar esa parte? O ¿se quedó por el camino?
Sí, quedamos alguna vez todas las que nos habíamos presentado. Pero somos personas que solemos estar en muchas cosas a la vez y la gente se va descolgando por prioridades.
Individualmente, cada una de vosotras tenéis un trabajo bien desarrollado en ámbitos de arte contemporáneo, intervenciones urbanas, ilustración, derecho y movimientos sociales, etc. Todas vosotras sois como “motores” culturales.
Las seis pisamos fuerte.
Juntas lleváis un año pero, ¿Cómo os ponéis a trabajar en este proyecto Prenyades de revolució que vemos ahora en Valencia?
Este proyecto viene de otra propuesta que era para un festival de Bélgica, en Lieja, el Festival Contre/Bandes. Tenía mucho que ver con una perspectiva de género. Lo ha montado una amiga también muy activa, Émilie. Le propusimos colaborar.
Al principio contaba con financiación pero luego ha pasado un poco “una cosa española”. Es decir, la estructura artística contaba con proyectos europeos que la amparaba. Uno de los que la lleva fue acusado de corrupción o de malversar fondos. Así que se ha cortado toda la financiación.
Cuando vimos Intramurs pensamos que podíamos lanzarlo ahí. Habíamos hablado de lo que queríamos hacer, del trabajo con una embarazada, de la imagen.
En un principio, estábamos interesadas en una línea más en sintonía con el tema de la obra anterior. Es decir, vincularla con Guy Debord, los situacionistas, Tiqqun... En suma, una línea más revolucionaria. Y, la frase era el título de un libro de Tiqqun: L’insurrection qui vient.
Como es sabido, hubo en torno a este librito mucho debate. Teníamos fotos con esa frase para Bélgica y, por si acaso, hicimos fotos en español y en valenciano. Estábamos en plan: “Bueno, ¡vamos a aprovechar la barriga!”. Entonces cuando salió Intramurs dijimos: “Este material ¡nos quema en las manos!”.
Teníamos muchas ganas de hacer cosas. Y, en el contexto sociopolítico actual poner esa imagen es un acto significativo.
Es cierto, el espacio donde lo habéis presentado no es neutro ¿no? Porque lo habéis hecho en el Torno del Hospital. ¿Habéis tenido en cuenta su historia?
No conocemos la historia de la calle Torno del Hospital, no. Cuéntanosla. ¡Que la incorporamos!
Bueno, el Torno del Hospital era donde dejaban las mujeres precarias a sus hijos…
Claro, el torno era lo que giraba… Estas coincidencias son las más lindas. El torno era como una gatera y era donde metían al niño…
Sí, los niños entraban así pero también era el lugar donde mujeres del interior iban a completar la economía familiar haciendo de madres de leche. Entonces, no había leche industrial y ellas los alimentaban y criaban hasta los tres años de edad. Se les pagaba por esos servicios y luego ellas devolvían a los niños ya crecidos.
Pues, ¡menuda coincidencia! La verdad es que habíamos tenido en cuenta que es un solar, un espacio cerca del barrio chino, donde hay condones, colchones, etc. Habíamos tenido en cuenta el contexto actual pero no su historia y este relato aún redondea más la intervención, sin duda. Una amiga nos contó que en ese solar estaba la prostitución más a la vista, la más dura y brutal, que se ejercía ahí. Así que pensamos que ese espacio era muy potente. De hecho, estuvimos localizando los solares y cuando hicimos la selección final, quedó éste por ser el más accesible pero también por su ubicación.
La verdad es que pensé que lo habíais tenido en cuenta por las redes de maternidades otras que podían existir.
No. Habíamos tenido en cuenta toda la otra parte de ciudad, la de un barrio como Velluters. Además, nos tocó limpiar todo aquello para que se viera bien, ya que la imagen iba a ras de suelo. Es una mujer que sale de la tierra, que es aún más poderosa. Queríamos evidenciar un uso alternativo del espacio. De hecho, había un par de colchones que ahora mismo ya no están. Hemos profanado el espacio.
Bueno, la frase “Prenyades de revolució” ¿Cómo sale?
Nos pareció muy interesante por el momento político. Es una metáfora muy evidente de las ganas de cambio. Pero de un cambio real, desde el interior. Esa fue una de las lecturas que más nos interesó de las que fueron surgiendo.
Durante una reunión en Navidad nos planteamos trabajar sobre cosas concretas y reales que estaban sucediendo y nos preocupaban como el tema del aborto. Empezamos a darle vueltas hasta que lo vinculamos con la frase de L’insurrection qui vient. Nos gustó mucho. Por un lado, tiene una dimensión social: Emprenyades es el título de una obra que en castellano significa Cabreadas, -y, es cierto, estamos muy cabreadas-. Por otro, por llevar la revolución dentro pero también por estar pariendo revolución. Es decir, por ser revolucionarias y además parir revolución.
En aquel momento, sí que hablamos de hacer imágenes fáciles a favor del aborto. Pero nos pasamos justo al otro extremo.
Así fue el proceso en aquella reunión. La verdad es que fue bastante errático. Teníamos cosas que decir, aunque entonces no estuvieran completamente definidas. Teníamos las ganas. Queríamos unir maneras diferentes de vivir la maternidad con el concepto de maternidades subversivas. Teníamos intereses sociales que todas nosotras en diferentes ámbitos hemos mostrado: unos intereses de transformación a un nivel más “político”. Y ya sabemos “lo personal es político”.
Siguiendo con la idea de las maternidades subversivas, en los últimos años aparece con fuerza la idea que las mayores transformaciones son las de la esfera de los cuidados, ¿no? Las habéis tenido, imagino, en cuenta en vuestra vida personal y en una mirada social más amplia, ¿o no?
Sí, pero la acción en sí tampoco va tan relacionada con el tema de la maternidad. La hemos tratado desde un nivel más metafórico. Sí, coincide que aquí la mitad somos madres, pero sobre todo, que estaba la ley de Gallardón como un fantasma. Aunque tampoco queríamos hacer una acción en concreto contra la ley del aborto, eran cosas que nos afectaban. Buscamos una imagen más metafórica de algo que teníamos en común. Era una energía en la que sí conectamos como mujeres y queríamos sacarla.
Estas circunstancias de repente se concretan en una imagen. Somos muy conscientes, las que somos madres ahora y las otras también, de situaciones como que de repente una de nosotras no podía venir porque tenía que cuidar a alguien, ¡el tema de los cuidados está ahí! De hecho, hacemos las reuniones con los hijos. Vamos con guardería detrás. Elegimos bien los lugares en que podemos hacerlas.
Recaen sobre nosotras, las mujeres, los cuidados, lo que tiene repercusiones fundamentales a nivel económico y político. Si no se parte de una reconsideración general del papel de los cuidados en la sociedad ¡no hay ninguna revolución posible!
Durante el I Encuentro de “Arte y nuevas formas de participación ciudadana” que hicimos hace poco en la Facultad de Bellas Artes, hablando con Javier Toret salió el tema: en las reuniones de Podemos o en las de Guanyem ¡hay tres tías! ¿Por qué? Porque nosotras no podemos liberarnos.
El propio nombre La Invisible es un indicio. La Mujer Invisible es una superhéroe de los años sesenta cuyo superpoder era ser invisible. Y es que las mujeres en la sociedad norteamericana de los años sesenta eran invisibles. Un poquito como ahora, aquí. Puede significar muchas cosas cuando ves el panorama político televisivo con sus debates testosterónicos. Por ejemplo, en Podemos, el programa de género que han hecho conecta sólo con una parte del sector porque deja totalmente de lado la labor de los cuidados. Hay un género mujer que se carga con los cuidados que no está reconocido ni respetado, ni a nivel de conciliación familiar, ni legislado, nada. De valoración económica ni qué decir, porque tú estás produciendo. Por el contrario, en Francia por hijo a cargo, por hijo criado recibes dos años de seguridad social automáticamente. Si es la mujer la que cría al niño se le computan dos años pero si ha sido el hombre, también. ¿Por qué en España el cuidado queda fuera de cualquier tipo de retribución laboral? El Estado de derecho ha dejado a los cuidados y la maternidad al margen.
El otro día, Raimundo Viejo, comentaba que ya estaba harto. Hubo una jornada de Podemos en la Petxina y en el debate salió un barbudo del antiguo PC hablando de todo lo que ellos habían hecho, de todas sus medallas, etc. Raimundo le contestó que estaba harto de machos alfa que se reunían en el partido mientras las mujeres estaban en su casa haciéndoles la cena, cuidando de los hijos, etc. Raimundo comentó que cuando las mujeres vayan a asambleas se habrán terminado todas esas viejas historias.
Pero las mujeres siguen sin poder ir. Por mucho que sea otra generación. Mucha maternidad subversiva y mucho tal pero… (Risas)
Bueno, volviendo al tema de la pieza. Al principio no era sólo un cuerpo embarazado sino muchos cuerpos embarazados. Pensamos poner fotos con muchos cuerpos y todos con distintas frases y mensajes. Lo que pasa es que luego derivó en hacer una muy grande. Era más impactante.
Y ¿trabajar en la calle? No habéis ido a una galería de arte…
Eso vino solo. Todas nosotras, cada una desde su disciplina, trabajamos en la calle y el espacio urbano como un espacio de diálogo, un espacio para interactuar con el contexto.
De hecho, una vez, intentamos presentarnos a una convocatoria para una sala y no funcionó. Vimos que no nos apetecía. Nos vimos colgando en una sala, esto, y es que no… No lo hicimos.
En cuanto a las intervenciones que hemos hecho ni lo pensamos. Todas habíamos asumido, de una forma natural, que íbamos a trabajar en la calle. Durante las primeras reuniones lo comentamos pero como no hubo ningún disenso, estaba clarísimo que queríamos trabajar en el espacio público. Y, ocupar un espacio tradicionalmente masculino, porque la calle lo es. Está muy bien el que ni nos tengamos que plantear el por qué lo hacemos, ¿no?
Además, lo que también nos interesa de trabajar en los espacios públicos es que llegas a otro tipo de gente del que llegarías en lugares cerrados. Eso es lo interesante de nuestro discurso. Es un discurso más cotidiano y más popular. A lo que queremos llegar, sobre lo que queremos trabajar es justamente lo que pasa en el día a día. De eso nos alimentamos. Eso es lo que nos motiva. A todas como madres, como mujeres…
Además lo desligáis totalmente de la institución arte.
Nos hemos relacionado así. Esto nació de una convocatoria-excusa pero luego en las reuniones que tenemos todo es muy natural, muy fácil y muy poco atado a algo que tiene que ser productivo para ya y generar objetos, piezas.
No es siempre fácil porque cada una tenemos nuestras agendas y nuestro orden de prioridades pero sí que la relación se ha construido de una forma muy vivencial. A partir de ahí es muy fácil producir en ese sentido. De forma natural, sobre algo que forma parte de nuestro cotidiano y en el que todas podemos encontrarnos porque nos vamos construyendo como grupo conociéndonos personalmente.
El primer año nos costó hasta que nos encontramos todas y realmente hubo una conexión. Algo que nos unió mucho es que en cada reunión lo pasábamos muy bien. El placer es un gran denominador. Era juntarnos, estar trabajando y divertirnos, reír. No hay nada más lindo que trabajar y pasarlo bien.
Habéis hecho esto pero no ha sido la primera cosa que habéis presentado. ¿Concretar y presentar cosas os hace avanzar?
Sí, claro, nos hace avanzar, seguro. Hacer una intervención juntas y que se haga pública nos afirma en lo que somos. Lo necesitábamos. Ha sido, a la vez, muy guay ver las reacciones directas ya sea de gente del circuito -a través de comentarios de Intramurs-, ya sea luego de gente a pie de calle, o de los vecinos de enfrente, o de la gente que pasa…Funciona con los dos públicos. Cada uno se lo guisa y se lo cuenta con su propia historia y funciona. Eso motiva.
Pero una intervención así, a nivel de práctica artística, no tiene nada que ver con los trabajos que cada una de nosotras hacemos por separado.
Bueno, hay técnicas que algunas utilizáis. Cada una ha aportado lo suyo pero, ¿Cómo lo habéis hecho para unir de esa manera?
Creemos que no se puede reconocer la línea de ninguna en el trabajo colectivo. Es un conjunto de todas. Es difícil distinguir lo que es de cada una. Es muy diferente a las prácticas que tenemos individualmente. Nos gusta ver que desde una práctica diferente a la de cada una de repente piensas: esto no es lo que yo hago, esto es lo que hemos hecho.
No nos reconocemos y ninguna sabemos si eso va a funcionar. De repente, piensas qué guay es tener una segunda práctica que no es mía, que es nuestra y que funciona también de forma autónoma. En este sentido también funciona porque es un mensaje muy positivo. Es un nombre que empodera. Vas por la calle y la gente lee esa frase: Prenyades de revolució. Y la gente piensa: “Claro ¡Pues sí! ¿Porqué no? ¡Yo también!”.
De hecho, los vecinos el día que estábamos encolando salieron todos al balcón. Estaban emocionados porque les estábamos poniendo bonito el barrio. Ya cuando hablamos con la presidenta de la comunidad de vecinos propietaria de la medianera estaba tan ilusionada que no paró hasta que convenció a todos los vecinos. Estaba orgullosa y encantada de que se lo pusiéramos en su medianera. Si no hubiera sido así ya no quedaría nada de ella pero, al revés, la gente la respeta.
Todo esto es porque venimos un poco heridas de la primera intervención que hicimos. Duró unas pocas horas. Era una obra en un parque y unos chavalillos adolescentes la arrancaron toda. Era un encolado de una frase alrededor del parque. La volvimos a encolar toda y nos la volvieron a arrancar. Los riesgos de trabajar en la calle pero aprendimos que habíamos invadido su espacio de juego. Fue una lección. Aunque luego nos ayudaron a pegarlas.
Y, en adelante… ¿Seguís pensando otros proyectos?
Nos vamos reuniendo, cohesionándonos. Vamos viendo a cada una qué le interesa. En este año hemos encontrado un espacio común. Un espacio que compartimos y nos interesa. Sentirnos bien es muy importante. Lo siguiente suponemos que surgirá como una deriva. Las convocatorias son buenas para pensar en un contexto y en un formato y a partir de ahí pues ver si encaja algo. Vamos trabajando así como si nos fueran llegando estímulos o sugerencias para estar en un contexto. Intramurs es un contexto que representa a todo un grupo artístico que está aquí. El futuro es incierto. Pero hay ganas. La última acción nos puso las pilas.
No hemos comentado que el mural está compuesta por 300 papeles. Es muy importante porque trabajamos con presupuesto cero. Podíamos partir de hacer esta obra enviando la fotografía a un sitio y gastarnos 600 € o hacerlo de una manera muy artesanal. Es un mosaico de DIN A3, con impresiones desiguales.
También es verdad que la misma imagen pero superperfecta te coloca en otro espacio simbólico, ¿no?
Sí, una producción costosa tiene unas implicaciones totalmente distintas. Además, cuando trabajas en la calle siempre está ese margen de error en el que tú interactúas con el soporte y el contexto. Se te ha olvidado algo en el taller y tienes que improvisar.
Yo quiero una camiseta.
-Y acabamos riéndonos porque tampoco lo habían pensado.-
Este mes de octubre, tras siete años en silencio, el Comité Invisible ha sacado un nuevo texto titulado À nos amis. Este librillo es un manifiesto para la revolución de hoy que, tras las ocupaciones de las plazas en el mundo, dibuja un horizonte atravesado por el placer de la fraternidad y el encuentro.
¿Otra casualidad? No, es pura armonía, pensamiento y sincronía.
Líneas Inesperadas, por Eva Caro.
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