#MAKMAArtistas | MAKMA ISSUE #02
Ximo Rochera | Little Review Dadá: Revistas & Mujeres
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2019
Jueves 6 de agosto de 2020
Hablar de Dadá exige desviar la mirada a Nueva York, año 1915: en el bar de la Modern School –centro gratuito en el que se instruía sobre filosofía, literatura, pintura y sindicalismo, con profesores como Emma Goldman, Isadora Duncan o Jack London, y cuyo lema era “¡Ni premios ni castigos!¡Ni jurados!”– están reunidos Man Ray, Beatrice Wood, Francis Picabia y Marcel Duchamp, y comienzan a dar forma a Dadá.
Según el cineasta Hans Richter, Dadá tenía vínculos con el ¡da, da! esloveno (sí, sí, en castellano), aunque el propio Tristan Tzara, en su revista Dadá (1917-1921), publicaba su manifiesto dadaísta y aseguraba que Dadá no significaba nada. Oficialmente –Wikipedia dixit– se creó en 1916 en Zurich, en el Cabaret Voltaire, por el escritor Hugo Ball, aunque me pregunto si algo tendría que ver Emmy Hennings –poetisa y performer creadora de la revista Revolution, dueña de Cabaret Voltaire y pareja de Ball–.
Dadá era un movimiento creador que unificaba las “viejas vanguardias”: cubismo, expresionismo, futurismo, constructivismo, cubismo órfico… “Dadá es un misil dirigido a la cabeza”, concepto que utilizó Walter Benjamin para definir el movimiento artístico. En los ‘Soirées dadá’, en Cabaret Voltaire, la provocación a los asistentes era constante. Era fácil ver a Mary Wigman danzar con movimientos extraños de su cuerpo, retorciéndose y arrastrándose por el suelo –principio de la danza contemporánea–, o a Sophie Taeuber bordando líneas geométricas y coloridas –en los años 30 publicó su diario constructivista ‘Plastique’–.
Zurich y Barcelona, además de Nueva York, se establecieron como centros neurálgicos del dadá. Barcelona estaba repleta de artistas exiliados como Robert Delaunay, Marie Laurencin, Olga Sacharoff o Arthur Cravan, y espías como Mata Hari o Martha Richer. También Arthur Cravan –sobrino de Oscar Wilde, poeta, boxeador y viajero– creó su propia revista, Maintenant (1912-1915), y editó cinco números en París.
Dadá tuvo lugar en una época en la que las mujeres comenzaron a tener un rol más activo, no solo en los ámbitos políticos y sociales, sino también artísticos. Marinetti, editor de la revista Poesía (1905-1909), publicó en Le Figaro, el 20 de febrero de 1909, su manifiesto futurista: “Queremos glorificar la guerra… y el desprecio por la mujer (…) queremos defender los museos, las bibliotecas, combatir el moralismo, el feminismo…”.
La misoginia es algo que siempre ha estado presente en los movimientos de avant-garde artísticos. El género y la identidad son transgredidos en Dadá y también en el surrealismo.
Emma Goldman mostraba sus amantes en público y se enfrentaba a la policía; Emmy Hennings utilizaba su cuerpo como soporte dadá; Mina Loy escribió un manifiesto feminista inédito hasta su muerte, en 1966; Isadora Duncan era una artista libre que defendía la emancipación de la mujer a través de la protesta y de la liberación sexual.
Mabel Dodge Luhan era una activista wobbly precursora y mecenas de la revista The Masses (1911-1917); Winnifred Efferman (Bryer) fue una escritora y mecenas involucrada en revistas lésbicas y feministas, fundó la revista de cine Close-up (1927-1933) y financió la apertura de la librería Shakespeare and Company en París; Elsa von Freytag-Lorinhoven fue descrita en la revista The Little Review (1914-1929) como “la única persona viviente en el mundo que se viste dadá, ama dadá y vive dadá”; la dadásofa Hannah Höch fue una figura fundamental en el dadá berlinés.
Realizó fotomontajes dando una nueva visión de la mujer en torno a su identidad sexual –irónicamente representaba a la novia como un maniquí o un niño–, sus personajes eran ambiguos. Höch, precursora del punk, denunciaba la imagen frívola que transmitían algunos medios de la mujer liberada; Beatrice Wood –la mamá dadá– combinaba la cerámica y el dibujo en sus obras, fundó la revista The Blind Man junto a Henri-Pierre Roché y Marcel Duchamp. Roché se jugó en una partida de ajedrez el futuro de la revista con Picabia: quien perdiese dejaba de editar.
Picabia pudo continuar editando 391 (1917-1924) mientras The Blind Man (1917) finalizaba en el número 2 con una defensa de ‘La Fuente’ de Duchamp. El resultado de la partida de ajedrez se publicó en la revista de un solo número Rongwrong –Picabia también publicó Cannibale (abril-mayo, 1920)–; Suzanne Duchamp fue una de las pocas artistas visuales femeninas de las que se ha documentado como participante del movimiento dadá.
De alguna forma, Marinetti, con su manifiesto misógino, hizo de acicate de ese movimiento reivindicativo de las mujeres. Valentine de Saint Point contestaba a Marinetti con su manifiesto de la mujer futurista, publicado en la revista Lacerba el 25 de marzo de 1912: “Es absurdo dividir la humanidad en hombres y mujeres, pues se compone solo de feminidad y masculinidad. El übermensch está compuesto al mismo tiempo de elementos masculinos y femeninos”.
También Mina Loy escribió su manifiesto feminista el 15 de noviembre de 1914, que envió manuscrito a su amiga Mabel Dodge Luhan, en el que expresaba la necesidad de realización de la mujer a través de una “Demolición Absoluta”.
El paso de más de cien años desde que se creó Dadá y la demanda de un espacio propio para la mujer no parece que haya servido para que una búsqueda en Google sobre Dadá nos muestre a las mujeres que no solo estuvieron en el movimiento, sino que lo crearon.
Es relativamente fácil encontrar a Hugo Ball como fundador de Dadá sin que se nombre a Emmy Hennings, o descubrir ‘La Fuente’ de Marcel Duchamp sin que se pueda acceder a Elsa von Freytag-Lorinhoven; ver la apuesta imagen deportiva de Arthur Cravan sin que imaginemos el rostro de Mina Loy, las fotografías de Raoul Hausmann sin Hannah Höch, o las esculturas de Jean Arp sin los bordados de Sophie Taebeur.
“There is no Life or Death / Only activity / And in the absolute / Is no declivity.
There is no Love or Lust / Only propensity / Who would possesess / Is a nonencity.
There is no First or Last / Only equality / And who would rule / Joins the majority.
There is no Space or Time / Only intensity, / And tame things / Have no inmensity”
Este poema de Mina Loy fue editado en la revista Camera Work, de Alfred Stieglitz, en 1914, y finalizo con la traducción de la última estrofa, a modo de reflexión sobre el lugar que ocupa la mujer en los anaqueles, tanto físicos como de códigos binarios, hoy en día: “Lo domesticado / carece de inmensidad”.
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