‘London Calling. Arte británico hoy. De David Hockney a Idris Khan’
Comisarios: Maya Binkin y Javier Molins
Fundación Bancaja
Plaza Tetuán 23, València
Del 17 de junio al 24 de octubre de 2021
Javier Molins, comisario, junto a Maya Binkin, de la exposición ‘London calling. Arte británico hoy. De David Hockney a Idris Khan’, alude al crítico Martin Gayford para destacar sus palabras explicativas acerca del Londres de la época: “En 1960, parecían abrirse oportunidades para cada vez más sectores de la población y, aunque seguían existiendo barreras sociales de clase, género y raza, estas empezaban a debilitarse o a eliminarse”. Y añade: “Durante la siguiente década, los creadores –artistas, diseñadores, fotógrafos– llegaron a ser vistos como una clase en sí, un colectivo definido no por su origen, sino por su talento y energía”.
Talento y energía de artistas como David Hockney, Michael Craig-Martin, Phyllida Barlow, Sean Scully, Richard Deacon, Tony Cragg, Antony Gormley, Anish Kapoor, Cornelia Parker, Julian Opie, Grayson Perry, Yinka Shonibare, Jane y Dinos Chapman, Rachel Whiteread, Damien Hirst, Mat Collishaw, Rachel Howard, Jason Martin, Annie Morris e Idris Khan. Todos ellos presentes en la muestra que Fundación Bancaja acoge hasta el 17 de octubre, reuniendo medio centenar de obras del arte británico más puntero, santo y seña de una generación hermanada por sus ligazones artísticas con aquel Londres rupturista.
Molins lo explicó en esta ocasión con las palabras del actor Michael Caine: “En los años 50, Gran Bretaña era estable, convencional, predecible y aburrida, pero a nuestros padres les gustaba así. Mi generación exigió un nuevo comienzo”. He ahí la llamada al cambio evocada en el título expositivo, que el comisario vinculó tanto con la famosa canción de The Clash (‘London calling’), como con la emisión radiofónica de la BBC durante la Segunda Guerra Mundial que empezaba así: “This is London calling” (Aquí Londres emitiendo).
En ambos casos, se trata, después de todo, de un mismo grito de resistencia, contra los avatares de la guerra, en el supuesto bélico, y contra los efectos de una sociedad del bienestar que mostraba su cara menos amable del desempleo, el abuso de las drogas y los conflictos raciales, destilados en el tema de la banda británica. Los artistas reunidos en la exposición, con obras en su mayoría inéditas en España y algunas realizadas expresamente para la muestra, vinieron igualmente a sacudir la realidad que, tras la guerra y el desarrollo económico, mostraba sus grietas.
Desde David Hockney, el más veterano de los representados en ‘London calling’, hasta Idris Khan, el más joven, todos ellos revelan a través de sus pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, cerámicas, videos e incluso tapices, esa energía apuntada por Gayford, que desemboca en un vigoroso conjunto expositivo del que Maya Binkin dijo sentirse “honrada” al haber podido “traer estos gigantes del arte a España”. Javier Molins, aprovechando la actual celebración de la Eurocopa de fútbol, afirmó que, tanto él como Binkin, habían actuado como los seleccionadores de los equipos, “eligiendo a unos artistas y dejando fuera a otros”.
La selección, siendo subjetiva, no deja de mostrar el impacto que sus autores han provocado con sus trabajos, tanto en el espectador como en el Londres del que todos ellos se han nutrido, a modo de emblema unificador. Un Londres que, a juicio de Molins, ha venido a suceder en el tiempo a la Florencia del Renacimiento, el París del impresionismo y el Nueva York del Pop Art surgido en la posguerra.
Binkin destacó el lugar de privilegio que ocupa la capital inglesa en el mapa del arte contemporáneo, explicando algunas de las razones de tamaña posición, sin duda generadoras de una sana envidia: “Los directores de los museos y los comisarios de las grandes instituciones afianzadas visitan las muestras de los recién graduados para dar su apoyo a la nueva generación de artistas, mientras que los megacoleccionistas donan fondos para fomentar los espacios pequeños e independientes. Se favorece así un campo fértil no solo para explorar las artes, sino también para hacer carrera en ellas”.
Una anécdota contada por la comisaria, atribuida a Winston Churchill, también sirve para reflejar la importancia concedida al arte en el Reino Unido. Dijo Binkin que cuando al primer ministro británico se le cuestionó que el gobierno continuara invirtiendo en arte, cuando ese dinero podía destinarse a la guerra, aquel proclamó: “Si dejamos de invertir en el arte, ¿para qué estamos luchando?” Ese espíritu de resistencia, de nuevo ligado al ‘London calling’ de The Clash, la BBC y el propio Churchill, es el que a su vez vehiculan los 20 artistas en la exposición de Fundación Bancaja.
Empezando por David Hockney, tan veterano como juvenil en su forma de encarar el arte, aprovechando las nuevas tecnologías. “El iPad puede ser lo que quieras que sea… Picasso se habría vuelto loco con él”, recoge Molins en palabras del propio artista, quien añade: “El IPhone me pareció genial, pero esto lo lleva a otro nivel: simplemente porque es ocho veces más grande que el iPhone, tan grande como un cuaderno de dibujo de tamaño razonable”.
Idris Khan, el más joven, viene a cerrar la lista mediante dos obras vinculadas con la pintura, a base de cristales superpuestos, y con la música, en forma de partituras con fondo azul, que la comisaria ve como un “claro guiño a la obra de Mark Rothko y a los artistas del expresionismo abstracto”. Expresionismo que atraviesa una buena parte del conjunto expositivo, evocando a los “abuelos” de esta generación, Francis Bacon y Lucian Freud, cuya muestra en Bancaja coincide con la de sus nietos de la escuela londinense, al que se agregan propuestas de una energía menos abrupta y carnal, y más próximas a la explosión de los sentidos y la provocación.
Damien Hirst, cuya serie ‘Natural History’, colección de cadáveres de animales disecados conservados en formol, provocó reacciones controvertidas en los 90, es un ejemplo de esa energía que vino a romper las costuras del arte, proveniente de Londres, y presente en la exposición. Al igual que Mick Jagger, cantante de The Rolling Stones, ilustre británico y provocador (“mientras mi cara esté en la portada, no me importa lo que digan de mí en la página diecisiete”, dijo en cierta ocasión), Hirst “es muy bueno haciendo su propio marketing”, apuntó Binkin.
“Si no hubiera nada detrás y, desde luego, su obra le avala, no sería un artista incuestionable como lo es”, añadió la comisaria, como muestra del talento y de la energía que atraviesa ‘London calling’. Medio centenar de piezas de los últimos diez años, algunas de 2020, exhibiendo el poder británico al servicio de su majestad el arte. Un arte que el propio Hirst resume en su idea del cenicero como objeto que concentra el espíritu artístico y, por extensión, diríamos que la propia muestra en Fundación Bancaja: “Un cenicero tiene vida y muerte».
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