Nobody said it was easy. Antonio Fernández Alvira.
Espai Tactel
C / Denia, 25. Valencia
Hasta el 15 de junio
El título de la exposición es bien elocuente: Nobody said it was easy (Nadie dijo que fuera fácil). Y, a pesar de la advertencia, Antonio Fernández Alvira muestra su perplejidad por la violencia que ejerce el poder, al tiempo que refleja la teatralidad de la vida mediante una serie de cabañas a modo de falsos decorados. Jean Baudrillard abordó esa ficción que nos envuelve en su ya famoso libro Cultura y simulacro. Fernández Alvira sigue esa estela deconstructiva para dejar constancia de la contradicción que nos atenaza.
Por un lado, levantamos acta irónica del espejismo en que se ha convertido nuestra cultura, con instituciones huecas y personajes que las regentan imponiendo un poder que nos aplasta. Y, por otro, constatada la falsedad de cuanto nos rodea, hurgamos en ella para extraer su amargo jugo. Un jugo amargo que la distancia crítica transforma en efervescente y provocadora ficción artística.
A Nobody said it was easy le faltan una serie de puntos suspensivos que nos aclaren qué es lo que no resulta fácil. Se intuye que es combatir la violencia de ese poder que tiende al aplastamiento. Así lo explica al menos Fernández Alvira: “No me interesa tanto el rostro de quienes llevan esas casacas marrones militares, como lo que representan”. Y lo que representan, continúa diciendo el artista, es “la violencia, no sólo física, que tiende a clasificar y crear estereotipos”. Frente a esa dificultad, sin duda castradora de la libertad que anhela todo sujeto, se impone la acción enérgica de quien busca su singularidad.
Las 12 obras que Antonio Fernández Alvira muestra en Espai Tactel revelan el origen de esa crisis del sujeto en un mundo plagado de espejismos. El artista se hace eco de tan grotesca representación del poder (militares sin rostro, pero con su mejores galas) y de la teatralidad que nos rodea (serie de decorados), imposibilitando, en ese espacio vacío por falso, la emergencia del sujeto libre de ataduras al que alude el título de la exposición.
El bordado a mano, que utiliza en alguna de sus obras, sirve de crítica a esa masculinidad mal entendida que impregna el conjunto expositivo. Lo tradicionalmente femenino, puesto al servicio del hombre. “Ese patrón masculino, realizado sin salirte de la línea, refuerza el cliché y los estereotipos que aluden al poder”, subraya el artista. Masculinidad, más bien machismo, que impide el “autoanálisis” por parte de un hombre cuya estrechez de miras Fernández Alvira ubica en esas figuras con casaca militar. Nobody said it was easy. Sin duda. Sobre todo en un universo plagado de ambiciones, falsos decorados y simulacros que Alvira subraya con bordados a mano.
Salva Torres
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