VIVA, de Paddy Breathnach (Irlanda-Cuba, 2015)
Festival Internacional de Cine de Valencia Cinema Jove
Sección oficial de largometrajes
Del 17 al 24 de junio de 2016
Aproximarse a la capital cubana con una mirada foránea, sometida por la idiosincrasia de un clima templado oceánico que viene a perfilar el devenir del director dublinés Paddy Breathnach, atesora el riesgo de merodear el previsible territorio del folclorismo y el hirviente aceite del exceso, más aún cuando el guión -que rubrica su compatriota Mark O’Halloran- vaga y husmea las razones nocturnas y la cámara se adentra en los sótanos etílicos y la prosodia escénica del submundo drag habanero.
Sin embargo, ‘VIVA’ -producida por Benicio del Toro y seleccionada por Irlanda para competir en la categoría a la Mejor Película de Habla No Inglesa en la pasada edición los Oscar- aguanta el pulso con la cinética del comedimiento y la naturalidad actoral de un Héctor Medina que soporta con solvencia el torrente del eximio Jorge Perugorría.
‘VIVA’ -heterónimo del personaje nuclear del filme- se acerca a la figura de Jesús, un joven rent boy homosexual y peluquero, cuya flamante dedicación es la de recomponer los postizos que pueblan las cabelleras transformistas de un cabaré, quien, amén de revelarse dotado para el show noctívago, se enfrenta al reencuentro, quince años después, con la áspera figura paterna de un rústico boxeador, dipsómano y recién excarcelado -encarnado por Perugorría-, y cuya relación viene a dotar de fondo argumental al previsible (y fascinante) territorio de las imposturas que habita en la espuma de la superficie.
Por la cinta transitan secundarios decisivos, como la severa y honda pluma de ‘Mama’, hipocorístico encarnado por el mirífico actor Luis Alberto García -personaje que atesora todo el interés y gravedad necesarios para elucubrar con un spin-off acerca de este show director tabernario, audaz y purpurino-, la exudación caribeña y la transpiración urbana, el olor a comino de un precario arroz con frijoles, el ron blanco Planchao y el tabaco negro excluido del racionamiento, la voz gemebunda de la cosmética Rosita Fornés -perfumando el hilo discursivo del guión a ritmo desgarrado de ‘Qué te pedí’, ‘Es mejor que tú lo sepas’ o ‘El mañana vendrá’- y el agradecido sonido directo de ‘El Amor’, a lomos guturales de María de los Ángeles Félix Massiel. Todos los elementos del acervo social contenidos en un cuadrilátero de la Habana nunca antes retratada con semejante profundidad de campo reducida, que auxilia a reportar indubitable veracidad a las isobaras del exceso.
Con estos mimbres, ‘VIVA’ conversa y reflexiona (desde la acción y algunos artificios argumentales) acerca de la identidad construida a la contra, la insospechada perseverancia y pundonor de la fragilidad, la insumisa naturaleza extravertida frente al oscurantismo, las densas cicatrices de la marginalidad y, sobre todo, edifica un permanente y universal conflicto paterno-filial con pretensiones de redención para ambos dechados generacionales, gestados al calor subterráneo de las agrestes afueras de lo social.
Sin dubitaciones (por necesario y radical subjetivismo), magnífica elección para incoar este trigésimo primer Cinema Jove, aún cuando su singladura concluya huérfana de laureles.
Jose Ramón Alarcón
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