Las esclavas de Dios, de Rául Artacho
Teatro Talía
C / Caballeros, 31. Valencia
Hasta el 30 de junio de 2019
Imaginemos que Dios hubiera contado con un equipo de cerebros ingeniosos e imaginativos a la hora de crear el universo. ¿Hombres, mujeres, travestidos? La idea brotó en la mente de Raúl Artacho hace un par de años y fue madurando hasta que las pasadas navidades se lanzó a desarrollarla. A partir de esa semilla inicial surge ‘Las esclavas de Dios’, una comedia con música compuesta expresamente para la ocasión que estará en el Teatro Talía hasta el 30 de junio. Interpretada por Amparo Oltra, Arantxa González, Lucía Aibar, María Minaya y Josep Manel Casany, en el papel de un Dios que compendia la peor imagen que tenemos del Ser Supremo. La composición musical, esencial en la trama, es de Roqui Albero.
Si se trata de asesorar a Dios es imprescindible recurrir a lo mejor y Artacho pensó en cuatro creativos geniales: Billy Wilder, Woody Allen, Stanley Kubrick y Quentin Tarantino. “Otros muchos podrían estar a la altura, pero entre esos cuatro hay una especie armonía y se complementan muy bien”, comenta Artacho. “Los elegí más por su capacidad como guionistas que como directores. Ernst Lubistch, Francis Ford Coppola o Martin Scorsese podrían entrar también en el equipo divino. Al principio pensé en un purgatorio lleno de dramaturgos, entre los que hubiese estado Shakespeare o Samuel Beckett. Opté finalmente por estos cuatro, porque su filmografía me permitía poner todo tipo de referentes que el público pudiese buscar y visionar sin esfuerzo. La idea central es que antes de este cuarteto, estuvieron otros, pues este purgatorio lleva existiendo desde el principio de los tiempos. Si algún día me animo, me gustaría trasladar esta idea a una serie de televisión, y ahí el abanico se abriría a muchos nombres”.
Cuando tuvo el texto, Artacho se puso en contacto con María Minaya de la productora FresCultura, que organiza el circuito Café Teatro, y decidieron poner en pie el montaje con banda sonora incluida. Se sitúa en un espacio neutro, el purgatorio, y arranca con la llegada de Dios que acaba de tener un sueño premonitorio que anuncia el fin del mundo, el famoso Apocalipsis, y les pide que se pongan a la tarea en una brainstorming que impida el cataclismo.
Pero en realidad no se trata de ellos, sino de ellas, pues por capricho divino los espíritus de los cineastas se han encarnado en el cuerpo de mujeres que remiten a personajes creados por ellos. “Lo de cambio de género lo tuve claro desde el principio”, afirma Artacho. “La obra no entra a fondo en el tema feminista pero lo plantea en cierta medida. El Dios que presentamos es un Dios machista, que no tiene en consideración a las mujeres más que como objeto sexual, por eso sólo cree que los hombres pueden ser creadores. Sí tiene connotaciones feministas, pero la idea principal es que están ahí en nuestro purgatorio por su condición de creadores, y si Dios les da apariencia de mujer es porque cree que es más agradable compartir esta estancia con mujeres. Es un Dios perezoso y sexual el nuestro. No obstante, la idea principal de ‘Las esclavas de Dios’no es enarbolar la bandera del feminismo. Si hubiese optado por el feminismo como motor de la historia, no creo que hubiese escogido el género de comedia”.
Su trabajo como director ha consistido en proponer situaciones surrealistas, que las actrices han recogido y contra propuesto. “Escuchar y aceptar lo que tienen que decir los actores y actrices es completamente necesario, es mi modo de trabajar, sin diálogo no hay evolución en el proceso creativo. Para mí el actor también es autor, porque por mucho que yo escriba e invente situaciones, finalmente ese texto lo dotan de vida personas que tienen un cuerpo, y una voz, y una visión distinta de la mía”.
Licenciado en Ciencias de la Información, Imagen y Sonido, Raúl Artacho (Valencia, 1976) tiene una trayectoria diversificada. Estudió también Arte Dramático y se mueve como actor, director, profesor de teatro o documentalista entre las artes escénicas y el séptimo arte. Entre sus anteriores proyectos destaca su adaptación del relato ‘Quince centímetros’ de Charles Bukowski, que representó durante cuatro años por España y Europa.
“Fue una apuesta independiente y personal. Lo adapté a monólogo teatral e hice dos versiones, una corta para el Rialto de Valencia y una larga que llevé por salas como el Sporting club de Ruzafa, el Carme Teatre, y otras de Formentera o Berlín. En la capital alemana, ante un público de habla española creí que no se iban a reír, porque siempre he pensado que el sentido del humor es muy local, pero me equivocaba. Se murieron de la risa”, concluye Raúl Artacho.
Bel Carrasco
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