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‘Madres paralelas’, de Pedro Almodóvar
Reparto: Penélope Cruz, Milena Smit, Israel Elejalde, Aitana Sánchez-Gijón, Rossy de Palma y Julieta Serrano
123′, España | El Deseo, 2021
Nominada a los Premios Goya 2022 en la categoría de mejor película
‘Madres paralelas’, la última película de Pedro Almodóvar y nominada a ocho premios en la próxima edición de los Goya, pasó por las pantallas españolas con más pena que gloria, si tenemos en cuenta la elogiosa acogida que la película tuvo entre la crítica y el público extranjero.
Un hecho que le llevó al director a declarar, en su estreno internacional en Francia, que “presentía que habría una frialdad respecto a la película por parte de la mitad del país, y la atribuyo al tema del que trato: la memoria histórica. España siempre ha sido un país dividido y lo sigue siendo. A toda una parte de la derecha, la película no le hace ninguna gracia”.
Y añadió: “No quiero hacerme la víctima, porque cuando hago una película como esta me atengo a las consecuencias. Pero sí he visto una frialdad por parte de nuestros compatriotas, que se debe al hecho de hablar de un asunto muy antipático, del cual les gustaría que no se hablara nunca” (declaraciones recogidas en el artículo de Alex Vicente en El País de 30 de noviembre de 2021).
No seré yo quien contradiga la explicación que da el director para argumentar la “frialdad” de acogida entre sus compatriotas con respecto a su última película. Sólo apostillaré, a modo de memoria, que las historias de Pedro Almodóvar siempre han estado aderezadas con ciertos temas problemáticos, no sólo para un pensamiento conservador de derechas, sino también para el movimiento feminista.
La mirada subversiva, crítica e irónica hacia la sexualidad, el catolicismo, la droga, etc., en películas como ‘Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón’ (1980), ‘Entre tinieblas’ (1983), ‘¿Qué hecho yo para merecer esto?’ (1984), ‘La ley del deseo’ (1987) o ‘Todo sobre mi madre’ (1999), posiblemente no produjo “ninguna gracia” a la derecha española, al igual que la película ‘¡Átame!’ (1989) entre el movimiento feminista europeo por considerarla un alegato del maltrato hacia la mujer, hasta el punto de provocar concentraciones en las puertas de los cines como protesta.
Se podría decir que todas ellas generaban una reacción visceral entre el público y la crítica. Una exaltación emotiva que producía amor y odio, filias y fobias haciendo que sus estrenos fuesen el centro de las conversaciones en las tertulias entre amigos y que la publicidad de sus películas, en muchas ocasiones, fuese producto del fervor generado por el boca a boca.
En cambio, ‘Madres Paralelas’, como el propio director adjetivó, ha dejado al público “frío”. Es más, se podría decir que indiferente hasta la decepción, no sólo al espectador de la derecha, que considero poco interesado en el cine de Almodóvar, sino entre sus propios admiradores, como es mi caso, y el de otros colegas y amigos.
Hay en ‘Madres paralelas’ algo que resulta extraño, nada familiar, con respecto a otros melodramas del director, como ‘Hable con ella’ (2002), ‘Volver’ (2006) o ‘La voz humana’ (2020). En ‘Madres paralelas’, al igual que ocurrió con ‘La mala educación’ (2004), la voz ideológica del director se cala en los personajes, en la historia.
El propio director admite que tratar el tema de la memoria histórica era un “proyecto que arrastraba desde hacía un par de décadas” y que resucitó en una versión “más politizada”, tras la emergencia de Vox como tercera fuerza en el Congreso. “Me pareció que era más necesario que nunca recordar de dónde venimos y contrarrestar el revisionismo de la extrema derecha. Sus voces no son mayoritarias, pero hacen mucho ruido y contaminan la vida política española”, tal y como explica en el citado artículo de Alex Vicente.
De este modo, en ‘Madres paralelas’, el discurso político e ideológico del director desvanece la poética dramática propia de su cine. Las pasiones que la maternidad despierta en las protagonistas, esto es, el sufrimiento, la angustia, el sacrificio, no conmueven con la intensidad emocional de los otros melodramas del director, ya que el relato se escora hacia una enunciación más propia del documental.
La trama, el diálogo de las protagonistas y las imágenes de la última parte de la cinta se hallan atravesados por la ideología políticamente correcta del director, minando, de alguna manera, los sentimientos y los pensamientos de los personajes que dominan la narración.
Así, en ‘Madres paralelas’, se difuminan ciertos rasgos tan característicos de los personajes femeninos de Almodóvar: el candor y la perversidad, el amor y el odio, el dolor y la pena, el sacrificio y la culpabilidad; esa mezcla de sentimientos que el director ha sabido transmitir con una armoniosa estilización a todos los niveles de la narración en, prácticamente, toda su obra.
No tenía Pedro Almodóvar necesidad de plasmar de manera tan obvia un mensaje político e ideológico, hasta eclipsar el drama emocional de la historia, de los personajes y la estilización de su puesta en escena. El cine del director manchego siempre ha estado escrito con una mirada subversiva, inscrita en los rasgos de esas mujeres que encierran tanto el pasado, como el futuro de la vida.
Como decía Julio Cortázar a sus alumnos: “No basta con tener un mensaje para hacer una novela o un cuento, porque ese mensaje, cuando es ideológico o político, lo transmite mucho mejor un panfleto, un ensayo o una información”, tal y como reseña en el libro titulado ‘Clases de literatura. Berkeley, 1980’.
Y, en el caso del cine, está el género documental para transmitir de manera más directa ese mensaje político e ideológico, al no estar mediado por el sentir de unos personajes y el transcurrir de la trama de la ficción.
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