#MAKMAEscena
‘Salomé‘
Texto y dirección: Magüi Mira
Intérpretes: Belén Rueda, Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol, Sergio Mur, Antonio Sansano,Jorge Mayor, José Fernández y José de la Torre
Coproducción de Pentación Espectáculos y Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida
40 Sagunt a Escena
Teatro Romano de Sagunto
Sábado 26 de agosto de 2023
En el umbral de la octava década, Magüi Mira es muy consciente de ser una mujer afortunada. No solo por gozar de buena salud, «gracias a una privilegiada herencia genética y hormonal, además de la sandía que tomo cada día para desayunar», bromea, sino también, y sobre todo, por mantener una proyección artística, algo que años atrás sería impensable a su edad, salvo excepciones muy contadas. «Quejarme de algo sería delito», afirma.
Que la dramaturga, directora y actriz valenciana está en plena forma lo demuestra su último proyecto, ‘Salomé’, una tragedia bíblico-feminista estrenada en el Festival de Mérida que se verá el sábado 26 de agosto en Sagunt a Escena. Aunque confiesa, con una franqueza que le honra, que solo sus tablas de actriz le han permitido disimular la fatiga que sufrió en algunas ocasiones mientras duró la construcción de esta arquitectura teatral, una de las piezas más aclamadas del festival extremeño.
Mira se aproxima al drama bíblico, que antes se contaba en los colegios como la venganza ruin de una descocada bailarina airada por el rechazo del Bautista, tomando el testigo a grandes artistas. Oscar Wilde escribió, en 1891, un drama sobre el mismo episodio; Richard Strauss compuso la ópera ‘Salomé’ en 1905; y, en 1952, Rita Hayworth se puso en la piel de la bailarina judía en un largometraje de William Dieterle. Y Magüi Mira lo hace con firmeza y sin complejos, llevando el tema a su terreno mediante una estética barroca levantina en la que la danza y la música arropan las palabras, creando una atmósfera de fascinación audiovisual.
«No he pretendido redimir ni reivindicar la figura de Salomé, encarnación de la mujer pérfida durante siglos», comenta. «Mi Salomé es un canto a la libertad tanto de las mujeres como de los pueblos oprimidos, pues la historia se sitúa en los albores de nuestra era, cuando lo romanos se dedicaban a conquistar el mundo, someter a los vencidos e imponer reyezuelos títeres. Lo mismo que, en cierta manera, sigue pasando hoy día, pero con otras estrategias».
Un alegato en favor de la libertad –»La mujer es sagrada pero no es libre», proclama el rey Herodes–, pero también una profunda reflexión en torno al sexo y a la capacidad de seducción de la mujer. «Esta capacidad que han ejercido algunas mujeres, dotadas para ello por su belleza y, especialmente, por su inteligencia, es el único poder que ha tenido el llamado sexo débil durante siglos. El ansia de poder, incluso ese mínimo poder que nos impulsa a levantarnos cada día de la cama, es una obsesión, un deseo colectivo como una especie de pandemia, y si no se consigue de una u otra manera, se entra en un bucle de frustración permanente».
«Los hombres –prosigue– siempre han temido la capacidad de seducción de ciertas mujeres porque carecen de recursos para neutralizarlo o combatirlo. Su única defensa es ponerles el cartel de femmes fatales. Una forma de descrédito y lapidación pública. Desde Eva a Greta Garbo, pasando por la misma Salomé, la lista es interminable».
Feminista hasta la médula, sí, pero sin enfrentamiento de sexos ni beligerancia. «Hombres y mujeres debemos luchar, codo con codo, para mantener la igualdad y hay ciertas líneas rojas que nunca deben cruzarse». Ética y verdad ante todo, pues sin ellas la belleza y el placer corren el peligro de corromperse.
En consonancia con el mensaje del texto, la puesta en escena de ‘Salomé’ es un dechado de sensualidad oriental.., o levantina. Un verdadero festín que complace todos los sentidos. Una larga mesa rebosante de opíparas viandas sobre la que Belén Rueda, en su papel de Salomé, ejecuta voluptuosas danzas y, en clave satiricohumorística, el rey Herodes y su esposa, Herodías, ataviados como monarcas de opereta.
En la concepción de la guardia real, el montaje alcanza una gran eficacia expresiva. Con tupidas barbas, gafas de sol y ropajes negros que les cubren la parte inferior del cuerpo y la cabeza –al modo de los típicos tapados que todavía se usan en algunos pueblos castellanos, y que les hacen parecer musculosas monjas travestis–, bailan y desfilan por escena.
«Siempre me han divertido mucho esos desfiles militares en los que grupos numerosos de hombres igual vestidos ejecutan los mismos movimientos», cuenta Mira. «Me parece un espectáculo algo ridículo y pueril, pero también manifestación la prepotencia masculina. He tenido la suerte de contar con un magnífico coreógrafo, Pedro Almagro, que ha sabido representar la idea que yo tenía en la cabeza: la de enfatizar esa gestualidad con una finalidad satírica para poner en solfa el secular patriarcado. También Elena Sanchis, diseñadora del vestuario, ha contribuido ha conseguir el vistoso efecto».
Otro elemento singular del montaje es la interpretación de Sergio Mur, ataviado con un luminoso tutú, que representa la estrella Sirio, el narrador de la historia con la neutralidad que confiere una distancia de años luz. Y, como colofón, las canciones de ritmo pop que interpreta con pasión Juan el Bautista, encarnado por Pablo Pujol, anunciando un mejor mundo por venir… Antes de que le corten la cabeza, por supuesto.
Mira se deshace en elogios hacia Belén Rueda, con quien admite tener una simbiosis especial. Alaba su talento, su capacidad de trabajo y de organización. Todo el mundo admite que la actriz está pletórica en esta versión de Salomé, que no es solo una mujer despechada, sino también una activista política que se siente próxima a los seguidores del profeta, y que desea acabar con la férula romana y huir de su jaula de cristal en busca del nombre propio que le ha sido negado, pues el de Salomé, que significa «portadora de paz», se lo asignaron los romanos.
Y una última pregunta inspirada en ella: en modo Salomé, ¿la cabeza de quién mandaría cortar Magüi Mira? «Pediría la cabeza de la humanidad en su conjunto, porque si no conseguimos ese mundo nuevo que está por llegar, que anunciaba Juan el Bautista, acabaremos muy mal, todos en la cárcel», concluye la dramaturga y actriz valenciana.
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