Manu Valls

#MAKMAEscena
‘La mujer más fea del mundo’
Texto y dirección: Manuel Valls
Ayudante de dirección: Isabel Martí
Intérpretes: Lucía Aibar, Juan Carlos Garés y Manuel Valls
Producción: Dacsa Produccions y M.Valls
Sala Russafa
Dénia 55, València
Hasta el 22 de enero de 2022

Gigantes, enanos, mujeres barbudas, hermanos siameses unidos por la espalda, niñas con cola de pez, niños de dos cabezas, criaturas sin brazos, sin piernas o con alguna extremidad de más… Las deformidades físicas más visibles inspiran un amplio abanico de emociones, desde la compasión a la repugnancia, pasando por la perplejidad y el miedo.

La fascinación por lo monstruoso nos pone ante el espejo de nuestra propia humanidad reflejando lo mejor y peor de la especie: la empatía y la solidaridad, pero también la crueldad. Hombres sin escrúpulos se aprovecharon de esta fascinación en tiempos pretéritos para enriquecerse a base de explotar en circos, ferias y espectáculos afines a personas que sufrían algunas anomalía extrema.

El dramaturgo y actor valenciano Manuel Valls se inspira en un caso documentado para poner en pie su último proyecto, ‘La mujer más fea del mundo’ –estrenado el 12 de enero en la Sala Russafa de València–, en el que se implica por partida cuádruple como autor del texto, codirector, intérprete y coproductor. En esta osada aventura le acompañan, entre otros colegas, la directora Isabel Martí, la actriz Lucía Aibar y el veterano Juan Carlos Garés.

Manuel Valls, Lucía Aibar y Juan Carlos Garés, protagonistas de ‘La mujer más fea del mundo’. Imagen cortesía de Sala Russafa.

“Para compensar la incertidumbre económica, he querido darme el gusto de trabajar con un equipo al que me siento tan unido como a mi propia familia”, comenta Valls. “Estoy convencido de que gracias a ellos la obra crecerá con el tiempo. Los admiro muchísimo a nivel profesional y, además de ser amigos, tenemos mucha confianza porque hemos trabajado juntos en otras ocasiones. Lo mismo que Luis Crespo, responsable de la escenografía, o el iluminador Ximo Olcina y la vestuarista Marta Chiner”. Valls destaca la colaboración de Isabel Martí, su ayudante de dirección, prácticamente codirectora del espectáculo.

El argumento de ‘La mujer más fea del mundo’ recrea la triste vida de Julia Pastrana, una nativa mexicana que padecía hipertricosis (“síndrome de hombre lobo”), por lo que su cuerpo y rostro estaban recubiertos de un tupido vello, además de tener una deformación en la mandíbula y dentadura que le daba un aspecto simiesco.

“De origen muy humilde, fue adoptada por una familia pudiente de Sinaloa (México) que la trataba como una mascota y la usaban como nodriza y distracción, porque sabía cantar y bailar”, cuenta Valls. Theodore Lent, epígono de P.T. Barnum –fundador de la fórmula circense de principios del siglo XIX, en la que el factor físico diferencial se exhibía sin miramientos en una suerte de parada de los monstruos–, la descubrió en su búsqueda de nuevos filones para su negocio.

Personajes reales de la historia ‘La mujer más fea del mundo’ que acoge Sala Russafa de València.

“Tiempo después, se casó con ella para poder controlarla. Julia era una cantante extraordinaria y buena bailarina, pero utilizaron como reclamo su aspecto distinto. Llegó un momento en que su marido exhibía ante el público momentos íntimos, vendiendo entradas para que el público atentara contra su intimidad, viéndola enferma o dando a luz a su hijo. Falleció a consecuencia del parto y Lent ordenó momificar su cadáver y el del infante difunto para seguir explotando su singularidad. Sus restos fueron encontrados, en 2012, en un sótano de Estocolmo (Suecia), y por fin encontraron digna sepultura en su tierra natal”, explica Valls.

Este montaje puede considerarse, en cierta manera, un spin-off del anterior título de Valls, ‘Las hijas de Siam’, cuyas protagonistas, también fenómenos de feria, relatan la historia de Pastrana y proponen un colecta para darle un entierro como Dios manda. La trágica historia de esta mujer “es un reflejo de que a veces la crueldad humana no tiene límites”, comenta Valls.

“A nivel individual, el ser humano no suele ser cruel, pero cuando entra en juego el componente social, cuando queremos llamar la atención, sentirnos parte de un grupo o escalar posiciones, parece que no hay reparos en hacer daño a los demás por el simple hecho de que sean diferentes”, apunta el dramaturgo y director. 

Manuel Valls. La mujer más fea del mundo
Manuel Valls, Lucía Aibar y Juan Carlos Garés, protagonistas de ‘La mujer más fea del mundo’. Imagen cortesía de Sala Russafa.

Más allá del drama de Pastrana, el autor conecta un pretérito imperfecto con el mundo contemporáneo y, a través de su texto, expresa su indignación no solo contra estos episodios y personajes del pasado como Barnum o Lent, sino también contra su manifestación actual en la telebasura, los reality show o los memes.

“Hace unos años, había espacios de televisión donde se entrevistaba a personas que en muchos casos tenían limitaciones intelectuales, simplemente para reírse y que el espectador formara parte de la broma, subiendo la audiencia. Ahora, en los programas de telerrealidad, muchas veces se mofan de los que participan. Y en los memes se descontextualizan y ridiculizan unas palabras, una equivocación o un simple tropiezo para hacer la broma viral”, comenta el autor y director en alusión a un hecho incuestionable: la crueldad humana respecto a los que tienen un aspecto diferente se ha suavizado, pero sigue existiendo. 

En un formato de drama salpicado de momentos cómicos y con algunas licencias narrativas, ‘La mujer más fea del mundo’ narra, en poco más de una hora, treinta años de una peripecia vital desgarradora. La puesta en escena homenajea los ambientes del vodevil y el circo del siglo XIX y los personajes se presentan al principio con una picaresca divertida que despierta la sonrisa del público para congelarla conforme avanza la trama. 

Cartel de ‘La mujer más fea del mundo’, de Manuel Valls, que acoge Sala Russafa de València.

La actriz Lucía Aibar, que encarna a Pastrana, aparece en escena con su aspecto natural. “No caracterizarla ha sido una decisión premeditada. Proyectamos en el escenario mucho material documental, fotos reales de los protagonistas. La intención era que, mientras Lent y Barnum la van describiendo como un monstruo, el público pudiera ver lo preciosa que era Pastrana en su interior y las cualidades extraordinarias que tenía”, señala el director, que recalca sus dotes musicales haciendo que Aibar interprete unas habaneras de la época, con arreglos del músico valenciano Carles Chiner.

El resultado es una pieza bella a nivel estético y emocionante a nivel interpretativo, cuyo texto invita a la reflexión y a la autocrítica social. “Este es mi sexto espectáculo, pero por primera vez aporto parte del presupuesto y asumo el papel de productor, junto a Dacsa Produccions, con compañía propia”.

“He asumido muchos riesgos, incluso a la hora de escoger esta temática y formato. Pero siempre que voy a escribir una obra pienso en qué me gustaría ver como espectador y me parece que esta historia toca al público, le interpela, le habla de algo que es humano y sobre lo que tenemos que reflexionar porque todos, de una u otra manera, alguna vez, hemos formado parte de ello”, concluye Manuel Valls.