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‘Margarita Azurdia. Margarita Rita Rica Dinamita’
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Santa Isabel 52, Madrid
Del 24 de noviembre de 2022 al 17 de abril de 2023
“Desde el principio he sido una y seré siempre una”, versaba Margarita Azurdia (Antigua Guatemala, 1931 – Ciudad de Guatemala, 1998) en uno de sus poemas. También conocida como Margot Fanjul, Una Soledad, Margarita Rita Rica Dinamita o Margarita Anastasia, fruto de su metamorfosis personal a la par que creativa, Margarita Azurdia fue una prolífica artista, a caballo entre el informalismo y el expresionismo americano, que destacó en el campo de la poesía, la pintura, el dibujo, la escultura y la performance.
Su obra está sometida a un actual proceso de investigación y revalorización, impulsada por instituciones como el Museo Reina Sofía, que el pasado 17 de abril clausuró ‘Margarita Azurdia. Margarita Rita Rica Dinamita’, la primera exposición monográfica en Europa dedicada a la artista guatemalteca. La muestra puso en diálogo la obra visual y poética de todas estas Margaritas a través de una lectura de sus poemas en el espacio expositivo.
“Inventando descubría / lo mismo que ante el espejo me sonreía: / una nueva yo”
Poco a poco, el público fue descubriendo la constante transformación de la artista partiendo desde ‘Geométricas’, una serie de pinturas inspiradas por los diseños textiles indígenas de Guatemala. Y es que la historia de Guatemala está muy presente en sus obras: Margarita participó activamente en los debates latinoamericanos entre el internacionalismo y el nuevo humanismo o nueva figuración, consecuencia del Conflicto Armado Interno en Guatemala, que reprodujo dinámicas de la Guerra Fría.
Los intelectuales del momento asumieron un firme compromiso con la búsqueda de nuevas estéticas y conceptos que en Margarita estuvieron patentes no solo en ‘Geométricas’, sino a lo largo de toda su trayectoria artística. Así lo vemos en ‘Homenaje a Guatemala’, un conjunto de cincuenta piezas de madera encargadas a artesanos especializados que interpretaron los dibujos de la artista, combinando la talla de plumas, cráneos, frutas y máscaras, y evocando los altares de los pueblos guatemaltecos. La diversidad identitaria y el sincretismo cultural y religioso se combinaban con una reivindicación política a través de elementos militares, en alusión a la crueldad de la guerra.
El mundo mágico y espiritual que se palpaba en sus piezas escultóricas también fue representado en ‘Rencontres’, libros de artista en los que Margarita dibujó, durante su estancia en París e influida por otros medios como la danza y el body art, una serie de conceptos ligados a sus experiencias vitales. La artista nos ofrece, así, una representación visual de su percepción sobre las partes del cuerpo acompañada de la de ideas como el misterio o la soledad, paralela a sus dibujos sobre la relación íntima que tuvo con los perros con los que convivió. Asimismo, la artista también realizó una gran serie de dibujos autobiográficos, de carácter catártico, conocidos como ‘Recuerdos de Antigua’.
A su vuelta a Guatemala, en 1982, Margarita creó el Laboratorio de Creatividad junto a Benjamín Herrarte y Fernando Iturbide. Este laboratorio fue uno de los pioneros en Guatemala en realizar acciones performáticas: partiendo de investigaciones sobre el movimiento del cuerpo, el origen de los rituales y las danzas sagradas, los artistas realizaban acciones en el espacio público jugando con el afecto de la incomodidad, que apelaba de manera directa al espectador. Fotografías sobre las danzas espontáneas que protagonizó Azurdia tras la disolución del laboratorio en 1995 documentaron la importancia que este tuvo como germen para el desarrollo de la performance en el momento.
Los continuos cambios en la vida de la artista también se materializaron en su obra, que hacia la década de 1990 incluyó el collage como una de sus principales técnicas. Así, surgieron piezas como ‘Ceremonia de amor a la Diosa Gaia’, en la que las mujeres, que a lo largo de toda su obra han tenido un gran protagonismo como heroínas y guerreras, entonan aquí cánticos en honor a la Madre Tierra.
En esta misma línea encontramos los ‘Altares I y II’, dos armarios artesanales que celebraban su renacer como un ser de luz, plagados de objetos de un alto grado de afectividad y espiritualidad. Fue durante esta época que la artista adoptó el nombre de Anastasia, un homenaje a la santa brasileña del siglo XVIII con poderes curativos Escrava Anastácia, que se vio obligada a portar una máscara de hierro.
Margarita fue una artista excepcional que, como ella misma afirmaba, “traducía el pensamiento al movimiento / para que sienta el entendimiento / lo que es vivir”. Una vida compleja que nos deja como legado una prolífica y rica obra de la que todavía queda mucho por analizar.