#MAKMAEntrevistas
María Ángeles Fayos, presidenta de AVETID (Asociación Valenciana de
Empresas de Teatro y Circo)
Entrevista de: Merche Medina y Salva Torres
Teatro Olympia
San Vicente Mártir 44, València
María Ángeles Fayos, presidenta de AVETID (Asociación Valenciana de Empresas de Teatro y Circo), dice que, si fuera una persona importante en València, “que no lo soy”, potenciaría las artes al máximo y las llevaría a los colegios e institutos, porque es una forma de acercar a los jóvenes obras que fomentan la reflexión y la empatía con aquellos que son diferentes a nosotros. De ahí su insistencia en la cultura, porque “es libertad y te da alas”.
En estos tiempos de pandemia, la también responsable de Comunicación del Teatro Olympia subraya que las instituciones públicas, con quienes AVETID mantiene una buena relación, deberían ofrecer ayudas no solo a la actividad, sino al mantenimiento de las estructuras, porque los gastos fijos les comen. Es optimista de cara al futuro, si no mueren resistiendo, mientras aboga por una revolución ciudadana, “pero buena”, basada en la obligación personal de formarnos mediante la lectura y el espíritu crítico.
Hace ahora un año rompisteis con la Conselleria de Cultura por la falta de respuestas efectivas ante la precariedad del sector de las artes escénicas, aunque luego se recondujeron a finales de año. ¿Cómo está ahora esa relación?
La relación institucional siempre ha sido buena a nivel de diálogo y de empatía. Si rompimos en su momento el diálogo fue porque llevábamos siete años esperando que se cambiaran las bases reguladoras, de las que dependen las ayudas al sector, y teníamos mucha ilusión en que se modificaran esas bases, con el fin de que hubiera ayudas reales a mantenimiento de salas y que no fueran todas iguales, sino que se respetaran las singularidades y especificidades de cada trabajo. Muchas veces los ítems valorativos hacen que todas las compañías y todas las salas se tengan que parecer, cuando la importancia del sector creativo radica en su singularidad y su diferencia.
Por otro lado, estamos agradecidos, y siempre lo hemos dicho, porque se han recuperado en 2019 unos presupuestos que no se tenían desde 2008. Incluso, por el motivo de la pandemia, aún se han mantenido esos presupuestos y se han aumentado, con planes como el ‘reaCtivem’ [de la Conselleria de Cultura], que son como ayudas directas. De manera que hay buena relación, pero las bases reguladoras no se han modificado y, en este sentido, seguimos igual.
Con el Ayuntamiento de València hay una empatía total. Han salido ayudas para salas y para programación de compañías, pero también nos gustaría que fueran para el mantenimiento de las salas, porque es lo que te permite crecer y hacer marca de país. Cuando te dan ayudas para hacer actividad, llega un momento en que hay muchas producciones, pero se exhiben poco, y las compañías lo que quieren es trabajar mucho y mejor.
¿Las ayudas estructurales son, entonces, las más necesarias?
Cuando se para la actividad o te reducen el aforo al 50%, medida que no es viable económicamente, y no tienes ingresos, lo que te cuesta son los gastos fijos de mantenimiento. Y cuanto más grande es una estructura, mayores son esos gastos. Es necesario, por ello, las ayudas a estructuras, al mantenimiento de los espacios. Todos los políticos nos están dando las gracias por aguantar, pero necesitamos que nos apoyen.
Es verdad que tenemos su apoyo moral e incluso el económico, pero hay que mejorar los plazos y que las ayudas sean por adelantado, como está haciendo, por otro lado, el Ayuntamiento de València, que puede que administrativamente lo pueda hacer y la Conselleria de Cultura no. Pero las ayudas tienen que servir de impulso, sobre todo en un momento como el actual, en el que hay mucha empresa pequeña pasándolo mal y no debería desaparecer nadie, porque todos somos importantes.
¿Hay datos del destrozo que ha producido la pandemia en el sector teatral?
Espectadores ya hemos perdido un 60% y la pandemia se ha llevado a un 70% de personal. En Barcelona, por ejemplo, consiguieron un 1% en los presupuestos, cuando aquí estábamos a un 0,40%. Ahora ya están con el 2%. Aquí es verdad que la Conselleria de Cultura ha hecho una apuesta fuerte y ha aumentado los presupuestos, teniéndonos en cuenta como un sector que lo está pasando muy mal. Aún así, en Cataluña han ayudado pagando la diferencia de aforo y han puesto las entradas como si fueran un salvoconducto, algo que llevamos pidiendo aquí desde hace tiempo, porque cada toque de queda y cada reducción de aforo suponen una parada en seco de la venta de entradas.
En su cuenta de Facebook, la concejala de Acción Cultural, Maite Ibáñez, recogía el siguiente mensaje: “Quédate con quien te lleva al teatro, porque Netflix lo tiene cualquiera”.
Yo también lo comparto. A mí me entusiasma el cine, pero en el cine tú ves el plano que quiere el director, mientras en las artes vivas todo depende más del espectador, que es quien selecciona con su mirada lo que está viendo. La gente que acude al teatro lo hace con ciertas expectativas y pienso que luego sale cambiada. Ya lo dijo Tricicle, cuando se refirió a la risa como algo que debería subvencionar el Ministerio de Sanidad. Por eso creo que es muy necesario apoyar las artes escénicas, porque no solo contribuyen a la serenidad, al disfrute y a la reflexión, sino que te ayudan a tener más empatía.
¿La campaña ‘Hoy, las artes escénicas también necesitan nuestro aplauso’, impulsada por el Ayuntamiento de València y AVETID, está dando sus frutos?
Se ha notado, pero habría que volverla a hacer. Se ha hecho un gran esfuerzo por parte de las instituciones para que vuelvan los aplausos a las salas, que, en general, son campañas para el fomento de la cultura. Yo soy muy optimista, creo que va a haber un antes y un después.
Si podemos resistir, tanto las compañías como las salas privadas y no morimos en la resistencia, hay ideas muy interesantes de cara al futuro, tanto desde el punto de vista del turismo cultural como de vertebración de los espacios en la ciudad. Incluso hemos pedido un autobús gratuito que circule por todo lo que es el eje cultural de València. Soy una defensora total de mezclar lo público y lo privado.
¿Por qué desapareció el Festival Tercera Setmana? ¿Crees que es necesario recuperar un festival de esas características?
Pienso que AVETID, los que la conformamos, fuimos un poco insensatos, porque, como cualquier persona que se dedica a las artes escénicas, somos unos apasionados. Es verdad que, aunque teníamos ayuda institucional, no fue suficiente, porque esas ayudas suelen llegar tarde y además para poder justificar solo actividad. Para hacer un gran festival se necesita tener una estructura estable, porque la excelencia solo se consigue con una buena estructura sumada a la parte creativa.
En cualquier caso, no está Tercera Setmana, pero hay festivales muy interesantes como Russafa Escènica, Cabanyal Íntim, 10 Sentidos, Bucles… Festivales a los que, después de nuestra experiencia, siempre les digo a los políticos que tienen que apoyarlos en su estructura y en un largo plazo. Entiendo que la Administración pública tenga que ser muy responsable, pero ha de pensar en ayudas a largo plazo, adelantándolas y, por supuesto, exigiendo una contrapartida.
Cuando hablamos del público que acude al teatro, ¿en realidad habría que hablar en plural, de públicos?
El público ahora es, en general, más exigente, porque tiene en su casa televisiones, música que oye de maravilla, es decir, que es más duro como espectador y tienes que ofrecerle más calidad. Y ahí está el reto.
Pero, por otra parte, el actor Vittorio Gassman decía que el gran diablo era la televisión, que adormecía la crítica y rebajaba el gusto del público.
Bueno, es que otra cosa es el nivel cultural del país y, ahí, es verdad que muchas veces interesa tener ciudadanos obedientes y con poco criterio. Hace poco, una amiga me decía que, si te fijas, solo hacen concursos de preguntas para desarrollar la parte de la memoria, no la analítica. No quiero rizar el rizo. Con esta situación de pandemia y de crispación política hace falta una revolución ciudadana, pero buena, en el sentido de que tenemos obligación de formarnos, de leer, de escuchar música, de tener espíritu crítico, de leer distintos periódicos y ver diferentes cadenas de televisión, para no quedarnos con una sola opinión.
¿Qué obra de teatro te ha impactado últimamente?
Lluna [producción del Escalante creado por L’Horta Teatre y dirigido por Juan Pablo Mendiola], que es teatro para niños, y que me gustó porque cambió los roles habituales del niño y la niña. También ‘La fiesta del Chivo’, de Mario Vargas Llosa, por su violencia contenida, que me hizo pensar mucho en los totalitarismos, que cada vez hay más, por desgracia, y que te llevan a hacer cosas en contra de tu forma de pensar. ‘Trigo sucio’ [de David Mamet dirigido por Juan Carlos Rubio], también me ha gustado mucho. Además, yo tengo la suerte de que las puedo ver varias veces, y te puedo decir que el directo es cruel; cuando algún actor es flojito se nota mucho.
¿Cómo ves el teatro desde la atalaya que te proporciona el Teatro Olympia, que ha superado los 100 años de vida?
Pues mira, el Olympia no se ha cerrado nunca, ni con la gripe española de 1918, ni con la Guerra Civil y, sin embargo, se ha cerrado ahora con la pandemia. En estos momentos, no está cerrado, pero funcionando al 50%, lo cual resulta inviable. Esto se resolverá con las vacunas y con la responsabilidad individual, por eso es tan importante la cultura, porque cuando somos cultos nos serenamos, seguimos las normas y así podemos estar abiertos y ser críticos.
¿Qué mensaje lanzarías, con la situación que estamos viviendo, de cara al Día Mundial del Teatro que se celebra este mes? La actriz Helen Mirren, encargada de su difusión en esta edición de 2021, apela a sobrevivir con ingenio y coraje.
Ese ingenio y ese coraje te lo dan las artes escénicas y el teatro. La cultura es libertad y te da alas. Y en momentos tan tristes y oscuros como los actuales, por culpa de la pandemia, necesitamos empatía y mirar al de enfrente con amor, algo que te da la cultura, que propicia precisamente mirar a ese de enfrente no como enemigo, sino como alguien a quien comprendes. La cultura es un vertebrador maravilloso.
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