#MAKMALibros
Entrevista a la librera María García
Librería Nöstlinger
Pare Urbano 22, València
Ir a comprar libros a una librería de barrio es como ir a comprar el pan al horno: puedes comprarlo en el supermercado, sí, pero no es lo mismo. Desde el pasado mes de diciembre, el barrio de la Saïdia cuenta con una nueva vecina muy necesaria, la Librería Nöstlinger. Aunque parezca increíble, hasta ahora no existía ninguna librería en el distrito. Estas Navidades, el barrio ha podido disfrutar del trato cercano de su librera, María García, con una selección de libros personalísimos. Y esto no ha hecho más que empezar.
María ha cumplido su sueño después de dos años de burocracia, y a finales de 2023 levantaba la persiana de la Librería Nöstlinger, que toma el nombre de la autora austríaca de literatura infantil Christine Nöstlinger. Emprender resulta una odisea, pero el gremio de libreros es un espacio fundado en el apoyo mutuo. Entre todos los comercios trabajan por mantener una red sólida y hacerse fuertes frente a la amenaza de las franquicias. Así lo podemos ver en el proyecto ‘Sentim les llibreries’, que nos lleva acompañando desde 2020.
La corta experiencia de María García refleja un panorama muy positivo para el gremio. La gente quiere comprar libros, quiere leer en físico, quiere descubrir. Entre venta y venta, nuestra recién estrenada librera nos relata cómo es el camino del emprendedor, desde que tienes la idea hasta que consigues abrir el negocio, y cuáles son las peculiaridades de llevar una librería.
¿Cómo surge esa vocación de ser librera?
Desde que acabé la universidad, sabía que quería emprender, pero no sabía con qué. Hice la carrera de Publicidad, me especialicé en Diseño Editorial, pero no me surgía la idea de a qué dedicarme. A finales de 2021, un par de amigas me dijeron que la librería La Primera se traspasaba y contacté con Fiona, la dueña en ese momento. No me quedé con la librería, pero Fiona me contó toda su experiencia y me inspiró.
Primero, tuve que averiguar de dónde sacaría el dinero y descubrí que te puedes capitalizar el paro. En 2022, empecé con el trámite, fui al Punto de Atención al Emprendedor, a la Cámara de Comercio, me puse en contacto con una gestoría especializada en emprendimiento de mujeres y, de enero a julio de 2023, estuve haciendo el plan de empresa.
Con el plan económico y financiero me ayudaron José Luís y Manuel, a través de una ONG de empresarios retirados con la que colabora la Cámara de Comercio. También tuve apoyo de parte del PAEM, el Programa de Ayuda para el Emprendimiento de Mujeres, que ofrece un microcrédito sin aval. En agosto, presenté la documentación al banco y la primera respuesta fue negativa porque les pedía demasiado porcentaje de la inversión inicial. Entonces, mi tía se ofreció a ayudarme con el crédito que me faltaba. Con eso ya pude continuar y, el 31 de agosto, firmé con la inmobiliaria.
Me parece fascinante la relevancia que cobra el factor humano dentro de algo tan burocrático como es abrir un negocio.
Mi experiencia ha sido muy humana. Cuando ya sabía que iba a abrir la librería, necesitaba conocer la experiencia de otras personas dentro del sector. Me leí un manual sobre cómo ser librero, pero es muy técnico, no te muestra la realidad. En octubre de 2022, envié un mail masivo a un montón de librerías y la mayoría me contestaron. Dentro del sector librero la gente es muy amable, muy dada a ayudar, a compartir. Héctor de Arribades, Jaime de Bangarán, Pepe, de la Librería Primado; todos me abrieron las puertas y me enseñaron su trabajo.
De todas las opciones que tenías para emprender, ¿por qué escogiste una librería?
De pequeña, era la típica niña que devoraba los libros. Me han gustado desde siempre. Luego, en la carrera, me especialicé en el diseño y la maquetación de libros. Yo creo que ha estado desde siempre, no sabría darte otro motivo.
¿Y por qué en el barrio de Saïdia?
Yo vivo en Torrefiel, que está a diez minutos, y paseando por la zona me di cuenta de que no había competencia en todo el distrito de la Saïdia. Hay papelerías que venden libros, algún kiosquito, pero un comercio como tal, dedicado exclusivamente a la venta de libros, no. Y la acogida ha sido muchísimo mejor de lo que yo pensaba.
¿Crees que el barrio demandaba una librería?
La frase que más me repite la gente es “hacía falta”. Además, me están sorprendiendo un montón con sus compras. Pensaba que los libros de temática feminista o los de ensayo –los que son así más sesudos– me los iba a comer con patatas, pero la gente los compra, los repongo y los vuelven a comprar. La gente del barrio compra cosas muy interesantes.
¿Qué tipo de libros son los que más triunfan entre tus clientes?
Los libros de temática feminista, los libros infantiles y la novela gráfica. La gente me dice que mi librería tiene una selección de libros muy personal. El 90 % de los libros que hay aquí los he elegido yo. En febrero del año pasado, estuve todo el mes leyendo sinopsis, dotoreando los catálogos de las editoriales, etcétera. Traigo libros que me gustan y que quiero que la gente descubra.
¿Cuál sería la diferencia entre una librería de barrio y una franquicia?
Lo primero es la atención personalizada. No tengo prisa por vender un libro y puedo invertir el tiempo que haga falta hasta que el cliente encuentre su libro. Luego, cuando compras en un comercio local, estás apoyando a un vecino, a una vecina; es economía circular.
¿Cuál es la mayor dificultad que has encontrado en el proceso de emprender tu propio negocio?
En este país, todo lo que sean temas burocráticos, es un galimatías. Yo he tenido la suerte de que en el Punto de Atención al Emprendedor y en la Cámara de Comercio me han ayudado mucho y me hicieron un esquema con todo lo que tenía que hacer. Lo más complicado sería conseguir el dinero.
¿Cómo te imaginas la librería de tus sueños?
Me imagino un local más grande, que fuese un espacio tanto de venta como de actividades y que la gente pueda venir a disfrutar de la lectura. También me gustaría que hubiese música en directo, tener un piano, por ejemplo. Cuanto más pequeña eres, más tienes que apoyarte en actividades, porque eso le da otra vida a la librería. Hay que dinamizar el espacio.
¿Algún propósito de 2024 para la Librería Nöstlinger?
No cerrar, lo primero. Ir montando, poco a poco, la agenda cultural y que la gente piense en la librería como un lugar donde acudir a presentaciones, talleres, lecturas. Básicamente eso, sobrevivir y que me conozca la gente del barrio.
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