#MAKMAEscena
Entrevista a María José Mora (directora de Dansa València)
37º Dansa València
‘dulce rugir’
Hasta el 21 de abril de 2024
Es muy fácil infravalorar lo que tenemos en casa y mirar con ojos de grandilocuencia lo foráneo, pero en materia de danza contemporánea València puede ir con la cabeza bien alta. Con mucho esfuerzo y dedicación, el festival público Dansa València se posiciona como una plataforma de referencia para el mercado de la danza.
Su directora desde 2021 y, recientemente, nombrada directora adjunta de artes escénicas del IVC, María José Mora, afirma que València es la capital de la danza contemporánea en España, el lugar al que acuden los agentes culturales extranjeros para ojear las tendencias nacionales.
Dansa València presenta, hasta el 21 de abril, su trigésimo séptima edición bajo el lema ‘dulce rugido’, poniendo el foco en el acto de la contemplación y en la búsqueda de tiempos más pausados. El festival de danza de la Generalitat Valenciana ha ido creciendo cada año como un cuerpo que multiplica sus células. Cada vez son más los colaboradores y las actividades que exceden el acto expositivo y se vuelcan en la profesionalización de la práctica.
Ofrecer una programación de danza para la ciudadanía es necesario, pero lo primordial para Dansa València es nutrir el tejido artístico local y nacional, porque para que haya productos de calidad debe haber profesionales con recursos.
Además de la programación, que abarca todo tipo de espacios, desde los teatros institucionales hasta salas alternativas, espacios no convencionales y espacios urbanos, Dansa València ofrece un catálogo de actividades dirigidas a profesionales de la danza a través del ‘Programa Satèl·lit’. Aquí podrán encontrar cursos formativos, ponencias sobre el estado de la danza en países vecinos y encuentros con programadores.
De puertas para fuera del sector, otra de las líneas que desarrolla el festival es la de acción social y mediación, poniendo el foco en la ciudadanía. Este año, Dansa València colabora con la Asociación Familiares Alzheimer València, AFAV, y con la Fundación Levante UD, ofreciendo talleres para los usuarios de estas organizaciones.
Encontramos también itinerarios para grupos de espectadores, para que conozcan de cerca algunas de las piezas escogidas por el festival, así como la presentación del libro ‘Historia de la danza. Volúmen IV’ o la actividad impulsada por Andrea Dolz y Marta Sofía Gallego ‘Me encanta bailar pero se me da fatal’.
A esto se le suman las numerosas residencias y programas de apoyo a la creación y a la internacionalización impulsadas por el festival en colaboración con otras entidades de Bélgica, Mallorca, Barcelona, etc.
Dansa València ha dejado de ser una cita para ser un sustento para la danza. Una plataforma de carácter público necesaria para garantizar la sostenibilidad de esta práctica artística. Y ya no solo para las artistas, sino para el conjunto de la ciudadanía, porque una ciudad rica en cultura está curada en salud. Entrevistamos a la directora de Dansa València, María José Mora, para investigar sobre las necesidades que detecta el festival.
Aunque Dansa València tenga ahora, en abril, su momento de mayor exposición, el festival no se reduce a estas semanas de actividades, sino que se mantiene activo durante toda la temporada.
Desde que entré en Dansa València, en 2021, entendí que se me estaba solicitando hacer un mercado de la danza. Para mí no tenía sentido que se concentrasen todas las actividades y las muestras en un par de semanas y perder el contacto el resto del año. Tiene que ser un trabajo de goteo, durante todo el año ir creando vínculos, apoyar los procesos de creación, dar visibilidad. Así hemos construido Dansa València, que se extiende temporal y geográficamente.
El programa de Dansa València es completísimo, más allá de los espectáculos, por la cantidad de actividades y encuentros que giran alrededor de la danza. Parece que en esta semana la ciudad se convierte en la capital nacional de la danza. ¿Crees que València tiene este potencial o esta aspiración?
València ya es el espacio de la danza a nivel nacional y nos estamos configurando como plataforma de la danza contemporánea española. Contamos con la presencia de programadores locales, nacionales e internacionales de más de veinte países. Cuando un agente cultural de otro país piensa dónde coger el pulso de la creación española en artes del movimiento, se dirige a Dansa València. Es donde está la mayor representación de compañías de danza del país y también contamos con actividades de networking. La gente de la danza quiere estar en Dansa València.
Incidís en la profesionalización del sector y en abordarlo desde un sentido empresarial, sin dejar de lado el ámbito artístico. ¿Crees que hay cierto reparo en tratar las artes como industria?
La danza, como las artes escénicas, siempre va a ser una artesanía. Nuestros procesos de producción y de circulación no son industriales, son de artesanía. Más allá de eso, el miedo a hablar de intercambios, de comercialización y de mercado se ha perdido. Las compañías y las artistas son conscientes de que para circular sus obras tienen que entrar en el mercado. Nosotras tratamos esta parte profesional desde un lugar de cuidados.
Hablamos de una feria relacional, donde el objetivo no es vender o comprar, sino establecer un vínculo. Establecer vínculos con los programadores del territorio, dar a conocer, hablar desde un mismo lugar, conversar desde un lugar honesto. Por eso cuidamos tanto cada uno de los eventos, dándoles coherencia.
Uno de los objetivos más destacables del festival es la internacionalización de la danza. ¿Cómo es la situación de la danza en España con respecto al resto de Europa?
La internacionalización es muy complicada. Hace falta más inversión para tener una estructura anual de apoyo a la internacionalización. La creación española y valenciana tiene un nivel muy alto de calidad y podría estar girando por toda Europa, pero somos poco conocidos, de ahí la necesidad de plataformas como Dansa València, para dar a conocer la creación.
Tenemos que posicionar nuestra creación en los mercados. Este año pensamos dónde deberían circular las compañías y fuimos a lo práctico, lo coherente y lo sostenible. Pusimos el foco en los mercados cercanos: Portugal, Francia, Italia. Hay que conocer el ecosistema de la danza de los países cercanos y establecer contactos con ellos. No es entendible que artistas tan representativos de España no estén girando. Pero estar en Dansa València funciona, porque compañías que han estado en el festival luego han girado fuera de nuestras fronteras. También tenemos una mentoría de internacionalización que ofrece herramientas, información y un acompañamiento para propiciar la movilidad.
El festival es posible gracias a la colaboración con otras instituciones de la ciudad, como la SGAE, la UV y el Museo de Bellas Artes. ¿Hay mayor conciencia sobre el trabajo en red entre organizaciones?
Todas las organizaciones culturales que están renovando sus estructuras son conscientes de que debemos trabajar en red. Nosotros somos Generalitat Valenciana, es un festival organizado por la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Cultura y Deporte, y colaboramos desde siempre con el Ayuntamiento de València y ahora también con la Diputación a través del Escalante. Colaboramos también con el INAEM, con Acción Cultural Española, con la Junta de Andalucía, el Gobierno de Navarra, Illes Balears, etc. Hay que trabajar en red. Son las fórmulas para seguir evolucionando.
Digamos que hay tres ejes: las actividades para profesionales, para el público y para la ciudadanía. Para profesionales y para el público de danza igual es más obvio, pero ¿qué crees que aporta la danza a la ciudadanía? ¿Un pueblo que baila es un pueblo más sano?
Un pueblo que baila es un pueblo más sano y que se relaciona de manera más beneficiosa. Creo en los beneficios físicos y mentales de la danza. Nos ayuda a perder el miedo al contacto con los cuerpos. Establecer contacto con el cuerpo y el movimiento es fundamental en las sociedades y debería estar implantado en todo el sistema educativo.
La acción social es de las partes más satisfactorias del festival. Personas que, en un principio, no pueden bailar, a través de la danza exploran su movilidad y su forma de relacionarse. Este año colaboramos con AFAV, la Asociación Familiares Alzheimer València, y con la Fundación Levante UD. Es impresionante ver los cambios que se pueden dar a nivel cognitivo y físico en las personas.
Este año se presenta el ‘Informe Anual del Circuit Cultural Valencià’ dentro del Dansa València. ¿Nos puedes hacer algún adelanto de los datos más significativos o los titulares del informe?
Lo que puedo decir es que Dansa València está trabajando mucho con los escenarios de la Comunitat Valenciana y los programadores a través de ‘Impuls a la Dansa’, residencias técnicas, de creación, de mediación, donde están implicados doce municipios. Hay un compromiso por parte de los programadores para ofrecer formación en artes del movimiento y otras fórmulas de acoger la danza más allá de la exhibición.
¿Estamos en un buen momento para la danza?
Como servicio público, hemos avanzado mucho en estos tres años. Nos hemos posicionado como una plataforma única en el país, porque somos exhibición, mercado y estructura de apoyo, y esto es lo que tiene que hacer un servicio público. La danza está en el momento que tiene que estar, que es en el que estén los creadores. Viene una generación muy potente y eso lo podemos ver en el festival con las propuestas de Inka Romaní, Javier Hedrosa, Mar García y Javi Soler.
37ª edición, ‘dulce rugido’. Hablabas de la búsqueda de unos tiempos más humanos y sosegados. ¿De qué manera nos ayudan a parar las artes del movimiento?
Cuando estás en la práctica de la danza, estás tomando conciencia de tu cuerpo, de tu respiración y del tiempo. Como espectador, haces un paréntesis y pones el foco en la contemplación de esos cuerpos y en lo que te puede ofrecer. El arte ayuda a reflexionar. Tenemos que parar, darle atención al tiempo, al baile y a los ritmos.
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