Diseñando una vida. José Martínez-Medina
Centro del Carmen
C / Museo, 2. Valencia
Hasta el 30 de marzo
Alguien le llamó el Le Corbusier de los barcos. Porque además de diseñador, interiorista y coleccionista de obras de arte, José Martínez-Medina (1919-2006) fue igualmente un adelantado a su tiempo en lo que se refiere al interiorismo de barcos, siendo pionero en una faceta por la que se distinguió entre los años 50 y 80 del pasado siglo. El Centro del Carmen acoge un amplio muestrario de su trabajo, en lo que viene a ser un homenaje al empresario que transformó el mobiliario en obra de arte. Algunas de sus sillas son todavía hoy objeto de admiración y referencia obligada para todo aquel que se introduce en el mundo del diseño.
Martínez-Medina, siguiendo esa estela de Le Corbusier, hizo lo que el maestro suizo pregonaba: “La arquitectura debe acercarse a la ingeniería sin renunciar a la emoción”. Dicho y hecho. Como recordó Felipe Garín, director del Centro del Carmen, Martínez-Medina fue un “hombre culto”, que estudió Bellas Artes, estableció contacto con los mejores diseñadores extranjeros y “se metió en cosas que nadie lo hacía”, como el referido interiorismo de barcos. Y lo hizo aunando precisamente los avances tecnológicos, cuyo desarrollo favoreció en su actividad empresarial, con la gran pasión que ponía en cada uno de sus trabajos. Ingeniería y emoción.
Tanto es así, que a su más conocida faceta como empresario del sector mobiliario, se le unió esa otra menos conocida, pero sin duda reveladora de su espíritu creativo. Aprovechó las blancas paredes de su tienda, para improvisar la que sería una de las primeras galerías de arte en Valencia. Año 1961. Allí expusieron, “todos los sábados y sin ánimo de lucro” (Garín dixit), artistas entonces primerizos y actualmente reconocidos, como Andreu Alfaro, Manolo Valdés, Yturralde o Anzo, entre otros, algunas de cuyas obras forman parte de la exposición homenaje.
Diseñando una vida reúne en el Centro del Carmen una selección de esa obra pictórica que Martínez-Medina fue comprando en plan mecenas, junto a sillas, butacas, mesas, lámparas o escritorios de su larga actividad empresarial dentro del sector mobiliario. Como señala Manuel Martínez Torán, comisario de la exposición, en la muestra “se puede apreciar toda la evolución que han tenido sus diseños desde mediados de los años 30 hasta principios de siglo”, llegando “incluso a ser reeditados en los últimos años, pudiéndolo considerar uno de los modelos que identifican más nuestro diseño mediterráneo y español”.
La silla Cáceres, las butacas Japan o Lady, el sofá Duna, la mesa Paul McCobb, tallas colgantes, maderas, tapizados o engranajes, forman parte de una exposición que se completa con vitrinas, imágenes y maquetas, configuradoras de esa vida que José Martínez-Medina diseñó con fervor artístico e industrial. “Hace falta vocación de querer producir y querer vender algo”, reza en una de las paredes de la exposición. Teresa Alapont, también en labores de comisaria, subrayó el “valor añadido” que siempre han llevado asociado los muebles de Martínez-Medina, en tanto “sello de identidad de quien lo posee”.
Su hermano José Miguel, que dijo estar descubriendo cosas que no había visto, señaló esa mezcla de labor industrial y creatividad artística del homenajeado. “Valoraba la belleza y los pequeños detalles de las cosas”, apelando a esa visión emprendedora de Martínez-Medina como crucial para fomentar la industria valenciana. Diseñando una vida es una reflexión acerca de ese carácter inquieto, artesanal y tremendamente enriquecedor del empresario que, lejos de especular con su trabajo, produce bienes tangibles y perecederos. El Le Corbusier de barcos, de seguir con vida, ya estaría surcando la calle en busca de nuevas ideas.
Salva Torres
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