Mederox
Sala Lametro
Estación de Colón. Valencia
Hasta el 3 de mayo
Claude Lévi-Strauss acuñó el término “eficacia simbólica” para referirse al modo en que ciertas técnicas o rituales empleados por los chamanes podían llegar a curar trastornos psicosomáticos. Viendo las pinturas y dibujos de José Manuel Mederos Sigler, Mederox (Bejucal, 1949) se hace prácticamente inevitable relacionarlo con el simbolismo al que alude el gran antropólogo francés fallecido hace un lustro. Con el simbolismo y su eficacia a la hora de abordar los problemas que nos aquejan a los seres humanos. Si la ciencia se ocupa de las enfermedades desde el punto de vista objetivo, el arte ofrece la posibilidad de adentrarse en los grandes interrogantes de la existencia, permitiendo el acceso a cierta subjetividad oculta.
¿A qué subjetividad se refiere la obra de Mederox? A aquella que establece lazos muy estrechos entre nuestra condición humana y la animal. Los más de 60 dibujos y pinturas, que Lametro exhibe como amplia muestra de sus trabajos realizados entre 1987 y 2013, se caracterizan por esa extraña comunión del hombre y la bestia que al parecer nos habita. Porque el hombre será todo lo bueno que Rousseau quiera, pero lo cierto es que no hay día a lo largo de su dilatada historia que no desencadene algún acto de violencia.
Y no sólo eso. Lo que Mederox refleja con su insistente presencia del animal en el estrambótico cuerpo humano de sus pinturas y dibujos, es la íntima conexión con lo real, extraño e inquietante mundo interior que nos zahiere, a pesar de la fuerte resistencia que oponemos para no saber nada de ello. A rebufo de la influencia afrocubana, Mederox transita por los territorios del arte primitivo para revelar el modo en que la cultura se apropia de ciertos signos externos con el fin de simbolizar aquello que le atrae, al tiempo que le produce miedo.
El animal que llevamos dentro, y que Mederox pinta como parte intrínseca de uno mismo, tiene en cierto modo relación con los microbios o virus que combate la ciencia. Por eso sus pinturas y dibujos resultan extraños, con esos rostros y figuras grotescos, porque en el fondo nos hablan del cuerpo extraño que habitamos y de las amenazas externas o internas que vienen a incomodar de forma permanente nuestra existencia. Y aquí cobra todo su sentido una frase de Mederox recogida en la exposición: “El artista, si no encuentra la utilidad de su obra (no el beneficio mercantil ni económico), sino la utilidad espiritual…pierde su sentido”.
He ahí la “eficacia simbólica” de su trabajo, el sentido al que el artista cubano alude. La obra de Mederox propicia ese encuentro con lo real que nos habita y, al hacerlo, muestra caminos para abordarlo mediante el ritual simbólico que manifiestan sus pinturas y dibujos. También su poesía, que parece entroncar con el inconsciente freudiano. “El gran sueño ha sido poder soñar”, dice en uno de los textos que figuran en la exposición como parte de una selección de su libro 69 poemas.
Después de todo, el sueño, como explicó el gran maestro del psicoanálisis, no deja de ser una eficaz y fructífera manera de elaborar las pesadillas diurnas en el transcurso de la noche (la larga noche de los tiempos). Como decía el personaje de la película Léolo (Jean-Claude Lauzon), “porque sueño, yo no lo estoy”. Se refería a la locura, precisamente ésa que por disponer del arte y de la cultura podemos eludir mediante el sentido y la eficacia simbólica de obras nutrientes como la de Mederox.
Salva Torres
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