#MAKMAArte
‘La protección del agua’, de Mik Baro
Comisario: Vinz
Fachada del MuVIM
Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM)
Quevedo 10, València
De junio a septiembre de 2022
La sentencia es del escritor alemán Novalis: “El agua es un caos sensible”. Un recurso a la vez abundante -el 70% del planeta es agua- y escaso -solo el 3,5% es agua dulce-, según se recoge en la descripción del proyecto expositivo de Mik Baro para la fachada del MuVIM, da cuenta de esa sensibilidad del agua con la que nos topamos los humanos. Baro se sumerge en él para, a través de 45 ilustraciones realizadas sobre una gran tela de 600 m2, mostrarnos los peligros derivados de su escasez o abundancia en forma de cataclismos medioambientales.
Decía el humorista Perich que el agua era la bebida más peligrosa, porque “te mata si no la bebes”. Peligrosidad que se extiende a otros dos de sus extremos: las sequías y las inundaciones. De manera que abordar el problema del agua es zambullirse en un medio que requiere de un equilibrio tan elemental como el propiamente humano, lo cual dificulta una solución a sus desastres.
‘La protección del agua’, el proyecto de Mik Baro comisariado por Vinz, pretende dar buena cuenta de todo ello, poniendo unas veces el énfasis en la distopía inherente a su cara más desazonadora, o, en otras, desactivando la amargura que provoca el cambio climático mediante el antídoto del humor o la plástica naif. También destila el conjunto expositivo un tufillo didáctico, propio de quien se siente concernido por el desastre medioambiental y desea una respuesta inmediata para atajar de un plumazo sus males.
¿Existe relación entre los desequilibrios que observamos en la naturaleza y los que percibimos en la acción depredadora de algunos agentes sociales? Puede ser, pero, en cualquiera de los casos, son esos mismos agentes los únicos capaces de revertir cuanto sucede, con acciones de signo contrario. No cabe el antihumanismo en un mundo poblado por seres humanos cuyos vicios, como apuntaba el filósofo La Rochefoucauld, son la exageración de sus virtudes.
Baro propone en su mural reflexionar sobre el agua como “bien fundamental”, haciéndolo en dos partes: “La mano del hombre que degrada el planeta y los estados del agua -sólido, líquido y gaseoso”, concluyendo el trayecto expositivo con “una gran mano cerrando el grifo”, explicó el artista. Esa mano -continuó señalando- sería una especie de “figura retórica” para subrayar “el cierre de los recursos hídricos” y la correspondiente “decisión individual que ha de tomar cada uno” para afrontar los peligros de tamaño desequilibro con respecto al agua.
Hay ilustraciones que vienen a describir el simple panorama derivado de las sequías, como ese termómetro de altísima temperatura clavado en un suelo yermo y reseco, o el árbol de figura antropomórfica al que le sale fuego por la copa de su cabeza. Luego hay otras que inciden en la tecnología, como el móvil con su gran pantalla hincado sobre un suelo agrietado frente a un sillón vacío, cuyo espectador ausente recuerda a los dos avestruces que ocultan sus cabezas bajo tierra para no tener que ver tamaño desaguisado, al tiempo que apunta en la dirección de cierto negacionismo.
En medio de ambas ilustraciones, una joven pareja se hace un selfi con un paisaje detrás que viene a suplantar, mediante su imagen, al paisaje real desaparecido, mientras fluye un hilillo de agua de una manguera. Un corazón resquebrajado sirve de metáfora del terreno yermo en el que se incrusta a modo de agujero, cerrando en cierto modo esta primera tirada de viñetas sobre la fachada del MuVIM que da al Centre d’Artesania de la Comunitat Valenciana.
‘Cantando bajo la lluvia’, el mítico musical de Stanley Donen que cumple 70 años, sirve a su vez para mostrar los extremos de la sequía -con la icónica imagen de Gene Kelly, ahora subido a una farola bajo un sol de justicia- y de la inundación -con Gene Kelly ahí mismo subido, pero con el agua hasta la cintura y el globo de la farola convertido en una pecera rota-.
Mik Baro diríase que transforma la optimista letra –I’m singing in the rain, just singing in the rain, what a glorious feelin´, I’m happy again / Estoy cantando bajo la lluvia, solo canto bajo la lluvia, qué glorioso sentimiento, estoy feliz otra vez-, por una imagen comparativa igualmente siniestra del hombre subido en una farola, ya sea por efecto de un calor agobiante o de una lluvia que amenaza con ahogarlo.
“Quería hacerlo didáctico, pero introduciendo también imágenes más pesimistas”, señaló el artista, quien apuntó la novedad en su práctica artística de las ilustraciones como si fueran sketches. Bosquejos entre los que no pueden faltar las alusiones al banquero que acumula beneficios con cargo a la degradación medioambiental, o la práctica deportiva que, como el golf, requiere de ingentes cantidades de agua para mantener sus campos.
Un reloj de arena, como aparato de medida del tiempo efímero, aparece lleno de agua para simbolizar cierta cuenta atrás de la existencia humana amenazada por el cambio climático. Tanto el comisario como el artista tuvieron dudas acerca de la imagen que protagonizaría el cartel de la muestra: si esta del reloj de agua o aquella otra de la mano cerrando el grifo, decantándose finalmente por esta última, que es la que viene a cerrar el trayecto expositivo.
Un trayecto que carece de linealidad cronológica, de manera que la mano del grifo bien pudiera estar vinculada con la del principio, esa otra del termómetro anunciando el calentamiento global. Una especie de círculo infernal que, en su mitad -ilustraciones 23, 24 y 25-, aparece descrito en sus estados sólido -deshielo acelerado de los polos-, líquido -fenómenos marítimos extremos- y gaseoso -lluvias cada vez más fuertes-.
‘La protección del agua’ es una llamada de atención o un grito sobre la fachada del MuVIM que, sin llegar al del pintor Edvard Munch, alerta con cierto humor negro de las consecuencias de una mala gestión del agua, más allá de los desmanes propios de la naturaleza. A rebufo del viejo proverbio, algo tendrá el agua cuando la bendicen, haciéndose eco de ello Mik Baro desde un punto de vista menos sacro y más sarcástico.
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