Nassio

#MAKMAArte
Nassio Bayarri
Comisariado: Amparo Carbonell y Javier Domínguez
Fundación Bancaja
Plaza Tetuán 23, València
Del 2 de marzo al 16 de junio de 2024

Javier Domínguez, comisario junto a Amparo Carbonell de la amplísima retrospectiva que le dedica Fundación Bancaja a Nassio Bayarri (1932-2023), citó a Antonio Machado para referirse a la obra del escultor valenciano. Y lo hizo evocando uno los versos del poeta, incluido en ‘Leyendo un claro día’, y que dice así: “El alma del poeta se orienta hacia el misterio. Solo el poeta puede mirar lo que está lejos dentro del alma, en turbio y mago sol envuelto”.

Hacia ese misterio tiende, sin duda, la obra de Nassio. Un misterio para el que hace falta estar dispuesto a salir del confortable habitáculo del yo -ese en el que me reconozco y me congratulo- con el fin de atreverse a explorar lo incognoscible. En este sentido, hay otro verso de Machado que le viene como un guante a Bayarri: “Verso libre, verso libre… Líbrate, mejor, del verso cuando te esclavice”.

Y es así, al encuentro de lo incognoscible y del misterio que lo envuelve, como Nassio Bayarri fue realizando su obra siempre abierta en diálogo con el cosmos. Un cosmos al que se entregó en cuerpo y alma para reflejar tamaña pasión no solo en su obra escultórica, sino incluso en la escrita a través de su famoso ‘Manifiesto cosmoísta’.

Cuatro de las esculturas de la exposición retrospectiva de Nassio Bayarri, observadas por una joven que las recorre. Imagen cortesía de Fundación Bancaja.

En tal manifiesto, se hace eco de aquello que vertebra su experiencia artística y que Martí Domínguez recogió en la revista Mètode, insertando algunas de sus reflexiones cosmoístas, como por ejemplo ésta: “Ahora tú, espectador mudo, que quieres comprender el sentido de las cosas y nadie te hace caso; a ti mis verdades, porque es a ti a quien me dirijo y no a esos envanecidos, que todo lo saben y que no admiten nada que ellos no hayan ideado. A ti, hombre sencillo, alma sincera con afán de saber, me dirijo, ya que eres tú el que un día volarás”. 

De manera que Nassio Bayarri se dirige a un espectador dispuesto, como él, a volar por encima de lo conocido y reconocido, para adentrarse en el misterio de un espacio exterior que, como el propiamente interior, nos interroga acerca de los límites del conocimiento. Para Bayarri, este conocimiento pasa por aceptar sus propios límites, transgrediéndolos, de forma que podamos acceder al núcleo mismo de la experiencia cósmica, que es tanto como decir sagrada o mística.

“Su obra está centrada en los dilemas existenciales del ser humano”, aseguró Rafael Alcón, presidente de la Fundación Bancaja que acoge hasta el 16 de junio su universo cosmológico: es decir, la suma del cosmos y la lógica; de lo ininteligible y de lo racional puesto al servicio del encuentro con aquello que se nos resiste.

Una joven contempla la obra ‘Nacimiento en el espacio’ (1968), de Nassio Bayarri, en su exposición retrospectiva. Imagen cortesía de Fundación Bancaja.

“Ese más allá es otra dimensión del espacio. Nassio quería que nos olvidáramos de las pequeñeces para ir hacia un horizonte de infinitas posibilidades”, apuntó Amparo Carbonell, añadiendo después: “Tenemos una imagen correcta del espacio y él la rompe”.

“No recurre al realismo, sino que busca dibujar los sueños”, resaltó Javier Domínguez, para quien Nassio Bayarri “era un provocador”. De ahí que expusiera en alguna ocasión su idea, recogida por el comisario, de que “si seguimos siendo animales matándonos en guerras, mejor que venga alguien de fuera, porque sería una oportunidad de cambio”. “Estaba convencido de que había otras formas de vida en otros planetas”, agregó Domínguez.

La presencia de extraterrestres en su obra guarda relación con ese cosmos a cuyo encuentro va el artista, de nuevo sabedor de que el conocimiento tiene unos límites que conviene desbordar. Fue un “pionero del conceptualismo abstracto, un lúcido semiólogo, un talento de la experimentación metatextual, un gigante del cosmoísmo”, apuntan los comisarios en uno de los paneles de la exposición.

Retratos de Nassio Bayarri, en la exposición retrospectiva que le dedica la Fundación Bancaja.

Por eso sus retratos quebrados, llenos de fisuras y, aunque reconocibles, misteriosos al aflorar en sus rostros lo que los anima desde muy dentro, forman parte de la misma cosmogonía. Reconocemos sus facciones, pero estas son el resultado de la misma tensión entre la conciencia de sí y lo que tiende a romperla por el ímpetu de una energía que se salta todas las barreras.

Así lo explican los comisarios en otro apartado de la muestra retrospectiva: “La escultura de Nassio es reconocible, especialmente en sus retratos únicos y distintivos…Cada busto está desprovisto de detalles triviales y es el resultado de horas de análisis, observación y conversaciones. Nassio presenta un cosmos de conexiones posibles, ensamblando las piezas para comprender la esencia misma de la existencia humana”; “hacer un retrato -afirmó el propio artista- es un compromiso profundo”.

‘Casco de Marte’, ‘Jorge cósmico’, ‘Nacimiento en el espacio’ o ‘Mater alienígena’ son los elocuentes títulos de algunas de las obras expuestas. Obras, como subrayó Domínguez, que se adelantan a su tiempo: “Su ‘Adán y Eva cósmicos’ parece que lo hubiera hecho para Bill Gates y su empresa de robótica”.

De izquierda a derecha, Amparo Carbonell, Rafael Alcón y Javier Domínguez, entre dos esculturas de Nassio Bayarri, en su exposición retrospectiva. Imagen cortesía de Fundación Bancaja.

Lógico si tenemos en cuenta que la geometría (“medir la tierra”, apuntan los comisarios) con la que elaboraba su cosmos era la forma que tenía Nassio Bayarri de abrirse a esos otros mundos que, como dijo el poeta Paul Éluard, están en este. “Una de las habilidades de Nassio es entrar y salir en el tiempo de su escultura, como si en el trayecto hubiera dejado abiertas todas las etapas”, aseguran los comisarios.

Esa apertura de su obra para incluir todo aquello que escapa al orden lógico, racional, con el que pretendemos conocer el mundo, convierte a Nassio Bayarri en un explorador de la existencia, que es tanto como decir de todo aquello que el yo -encapsulado en su ego- se niega a reconocer como propio cuando siente que algo le desborda.

“Construye y destruye al personaje para conocer a la persona, su complejidad”, señaló Carbonell, al tiempo que apuntaba la manera que tiene Bayarri de incluir al espectador en su obra: “Las esculturas pulidas en espejo hacen que formemos parte de ese universo”. Asomarse a él es, por tanto, cuestión de aceptar la imagen distorsionada de un cosmos habitado por lo incognoscible.