Nedan. Cristina Gamón y Paula Prats
Galería Trentatres
C / Sueca, 33. Valencia
Hasta el 29 de junio
Paisajes nevados y, junto a ellos, imágenes de un color entre lúgubre y magmático. Paula Prats (Ontinyent, 1986) atrapó esos paisajes nevados durante un viaje por el sur de Islandia en el verano del pasado año. Cristina Gamón (Valencia, 1987) derritió esa nieve con su pintura subida de tono, entre telúrica y celular. El diálogo entre las fotografías de una y las pinturas de la otra, lo han llamado Nedan, algo así como lo que está debajo. ¿Debajo de qué? Pues debajo de esa nieve fría, que Prats recoge de manera analítica con su cámara, para que sea precisamente Gamón quien descubra lo que se oculta bajo tan gélida superficie.
Coincidieron en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos y enseguida cayeron en la cuenta de que sus trabajos se complementaban. La Galería Trentatres acoge ese diálogo fructífero, nacido de un mismo pálpito: el de hurgar en la superficie de las cosas para encontrar significados ocultos. Nedan es el resultado de esa superposición de estados de ánimo, a partir de materias diferentes. “El paisaje suministraba la información física, mediante una fotografía analítica, aséptica”, explica Paula Prats. “Yo con la pintura lo que hago es revelar lo que se oculta bajo esa superficie nevada”, subraya Cristina Gamón.
No les interesaba “forzar las poéticas”, sino expresar lo que las vincula. De manera que el hecho de poder llegar a confundir fotografía y pintura, no es más que el resultado de esa intimidad subyacente. Bajo la superficie de esos paisajes nevados, late la oscura vida confundiéndose con la muerte blanca. Las fotografías de Paula Prats nos acercan, mediante una palidez sobrecogedora, imágenes de esa Islandia cuya tierra apenas se vislumbra quemada por el frío. Las pinturas de Cristina Gamón parecen desenterrar el color desaparecido de esos paisajes nevados. Pero lo hace de un modo tan aplastante, que se llega a confundir la materia plástica con la tierra más tenebrosa o el plasma sanguíneo.
Nedan es un diálogo entre cadáveres: el blanco intenso, que recuerda el rostro congelado de Jack Torrance en El resplandor, enfrentado al color oscuro de una vida que late desmayada, fruto de una gama de colores lisa, casi indiferenciada. Si el paisaje nevado de Prats revela una tierra yerma, prácticamente estéril, la pintura de Gamón se acerca a ese otro extremo magmático, telúrico, que David Lynch tan bien refleja en sus películas. Una vida tan apagada o tan intensa que, por sus respectivos excesos, se vuelve ingobernable. Un diálogo, en definitiva, imposible, entre la blancura mortal de los paisajes nevados de Islandia y el reverso oscuro que late bajo tan triste superficie.
Salva Torres
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