‘Nicolás de Staël’
Comisariada por Christian Briend y Anne Lemonnier, conservador jefe y adjunta del departamento de colecciones del Musée National D’Art Moderne
Centro Pompidou Málaga
Pasaje Doctor Carrillo Casaux s/n, Málaga
Hasta el 8 de noviembre
Viernes 16 de octubre de 2020
Nació en San Petesburgo en 1914, vivió la Primera Guerra Mundial, la Revolución bolchevique y la Segunda Guerra Mundial, participando en la campaña de Túnez. Se quitó la vida en 1955, en soledad, tras haber perdido a su compañera…
Nicolás de Staël vivió entre la figuración y la abstracción y se trata de uno de los artistas más relevantes de la escena artística francesa a partir de 1945. “No opongo pintura abstracta a pintura figurativa. Una pintura debe ser a la vez abstracta y figurativa. Abstracta en su condición de muro, figurativa en tanto que representación de un espacio” (1952).
Nacido en Rusia, estudió en Bélgica y se mudó a Francia en 1938, donde se dio a conocer en la Galerie Jeanne Bucher de París en 1944. Predomina en su obra la abstracción, austera y con trazos gruesos (‘La vie dure’, 1946). En 1952 vuelve a la figuración. Coincide con su viaje al sur de Francia donde descubre la luz mediterránea (‘Le lavandou’, 1952). Retrata paisajes y desnudos empleando para ello colores más vivos.
La música tenía un papel significativo, ya que amaba el jazz y pinta en colores restallantes, combinando los colores primarios y llevándolos a su máxima intensidad (‘Les musiciens. Souvenir de Sidney Becht’, 1952). En esta obra, la vivacidad de los contrastes recuerdan/evocan el arte del contrapunto tan querido por Bechet. En ‘L’Orcheste’, (1953), obra de gran formato, muestra/evoca una gran orquesta enmarcada en líneas de perspectiva/escenario, con su director resuelto en vertical y verdes ácidos que sugieren música dodecafónica, en contraste con delicados azules y grises.
Dentro de esta época, al final de su vida realiza ‘Coin d’atelier fond’, (1955). Es un cuadro denso, resuelto en azules (azules que tanto le conmovían), denso en emociones, de gran belleza, elegancia y serenidad, tal vez una aceptación de lo inminente. En una carta escribió a un amigo: “No se atormente pensando en mí, de la sima más honda se regresa si las olas lo permiten, y si sigo aquí es porque desprovisto de esperanza quiero llegar hasta el final de mis desgarros, hasta su ternura. Me ha ayudado usted mucho. Hasta la sordera llegaré, hasta el silencio pero me llevará un tiempo. Estoy solo y lloro delante de mis cuadros, que se humanizan despacio, muy despacio y hacia atrás”.
Tan interesantes como sus pinturas son sus escritos. Un recorrido por ambos nos ayudan a conseguir un retrato más exacto del artista. “En el fondo es posible pintar cualquier cosa de cualquier modo. Lo que realmente importa es la densidad, que nunca miente”.
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