‘La revolución de la mujer en el cine egipcio’
34 Mostra de València-Cinema del Mediterrani
Fundació Bancaixa
Plaza de Tetuán 23, València
Sábado 26 de octubre de 2019
La Mostra de València-Cinema del Mediterrani celebró su 34ª edición realizando un repaso del nuevo cine europeo en su Sección Oficial y Sección Informativa. Además, lo hizo con actividades paralelas tales como la mesa redonda ‘La revolución de la mujer en el cine egipcio’, donde se pretendió potenciar la visión de la creación cinematográfica egipcia hecha por mujeres, así como la diversidad de puntos de vista que la generan, con el objetivo de acercar al público a las diferentes realidades políticas, culturales y de género en Egipto.
Esta mesa contó con la presencia de las directoras Hala Khalil, Amal Ramsis, Kamla Abu Zekry, Nadine Khan y Mariam Abou Ouf, de la mano de la moderadora Awatef Ketiti, profesora de la Universitat de València especializada en políticas de género.
Asimismo, para dejar patente esta visión tan innovadora del cine, La Mostra proyectó doce películas de diversas directoras egipcias, como ‘Kas wa lask (‘Cut and Paste’, 2006), de Hala Khalil; ‘Bebo Wa Bashir’ (2011), de Mariam Abou Ouf; ‘Harag W’ Marag (‘Chaos, Disorder’, 2012), de Nadine Khan; y ‘Villa 69’ (2013), de Ayten Amin.
Así pues, debemos introducir el encuentro, dividido en dos partes bien diferenciadas, diciendo que todas son herederas de una generación de mujeres pioneras del cine árabe y, muchas de ellas, hijas de grandes intelectuales. Por otro lado, hay que decir que llevan siendo partícipes de la industria cinematográfica desde el movimiento feminista que apareció en el siglo XIX.
La mesa redonda se dividió en dos apartados, como se ha expuesto anteriormente: la revolución de las mujeres en el cine egipcio y la revolución vista y tratada por estas mujeres.
La moderadora comenzó el debate dejando patente que el público español tiene escasa información acerca del cine egipcio, y que es posible que, simplemente, se conozca esa historia donde las mujeres han sido muy importantes desde principios del siglo XX. Awatef Ketiti tiene entendido que ha habido altibajos desde los años ochenta que han frenado la participación de la mujer en la historia cinematográfica, a pesar de que se haya regularizado después de las revoluciones árabes, en lo que una de ellas no estuvo de acuerdo.
Así pues, Amal Ramsis refutó: “nuestra generación no tiene que ver con la revolución en Egipto, ya que casi todas nosotras ya habíamos empezado a hacer cine antes de la revolución, es decir, todas formamos parte de ese movimiento político que hubo y sigue habiendo actualmente con los problemas y consecuencias que eso conlleva, pero hemos luchado y seguimos luchando para poder darnos voz en el mundo audiovisual’’.
Nadine Khan comentó que el gran problema del cine egipcio después de la revolución realmente no existía o, mejor dicho: “sería lo de menos”. “El hecho de enfrentarnos a la revolución lo hacemos porque existe un gran control de nuestras producciones, hay mucha censura que nos prohíbe dar pasos hacia delante, ya que el cine egipcio está pasando por una crisis’’. En el amanecer de este tipo de cine hay muchas caras conocidas, y es por ello por lo que la revolución significará un salto hacia delante, importante para el cine en general.
¿Cuál es vuestra visión general del cine?
Todas ellas estuvieron de acuerdo en no saber cómo explicar lo que tuvieron que pasar y sufrir durante esa revolución; no podían hablar de ella como algo general porque cada una tiene su historia. Sin embargo, hay algo común sobresaliente en todas ellas: han estado viendo escenas horribles, sucesos inesperados e, incluso, algunos actos que no quieren recordar, por eso hay ciertos hechos que no pueden contar, que no pueden sacar a la luz en sus películas.
Sin embargo, Hala Khalil expuso que no solo había problemas en el cine femenino, sino que todos los cineastas se toparon con consecuencias y dificultades durante la revolución, y es por ello por lo que no pudieron hablar de ella, de la guerra real, de la experiencia que han vivido desde el 25 de enero.
De hecho, Kamla Abu Zekry también dejó patente que hay muchas opiniones, que se ha hablado mucho después de la revolución, y que ella ha podido hacer y producir varias películas después de la revolución, pero no grabarlas o producirlas durante la misma o antes de ella.
¿Cuál es vuestra visión o evaluación del rol de la mujer en la creación de cine árabe?
Mariam Abou Ouf contó que la revolución ha pasado por varias etapas, no solo una en concreto. Expuso que, por ejemplo, en 2011 y 2012 había productoras de cine y muchas directoras cinematográficas, pero que esa fue una etapa que no podían controlar, aunque fuesen mujeres u hombres.
“Es decir, para mí hubo muchos cambios y por eso no podría expresar de forma libre qué nivel de producción cinematográfica se dio. Durante estos dos años la vida estaba un poco más avanzada, pero de todas formas yo no era consciente, no podía ver, me faltaba el aire, necesitaba más tiempo para recuperarme; hablar de la revolución antes de ese tiempo, para mí era imposible. A lo mejor he tardado dos años o así en volver a la vida, y a partir de 2013 y 2014 he podido contar esa experiencia que viví’’.
Hala Khalil manifestó: “yo hice una película sobre la revolución después de la misma y era como un receso donde se pudo hablar de temas tabú, pero luego ya no podíamos hacerlo libremente. Si ahora quisiera proyectar la película que hice después de la revolución, estoy segura de que no podría. El cine depende de cada etapa por la que vamos pasando’’.
Kamla Abu Zekry: “Yo quería añadir que, por otro lado, Francia ha tenido mucha importancia en la industria del cine en Egipto y ha ayudado a que tenga valor. El gobierno empezó en 1972 una crisis, luego emigraron a otros países y, posteriormente, en 1980 hubo otra crisis. En los 90 el cine también pasó por muchos problemas y etapas. En resumen, cada etapa quedó afectada por crisis o revoluciones. De hecho, actualmente estamos pasando por una revolución tecnológica’’.
No obstante, ahora los jóvenes pueden hacer sus películas incluso con el móvil; ahora todo es más fácil, hay muchos jóvenes que han entrado en este dominio. Además, al hablar de mujeres o productoras egipcias, a nivel de conciencia tienen mucho que ver las personas intelectuales. “Yo, por ejemplo, he hecho tres películas y las protagonistas han sido mujeres, pero hemos tenido muchos problemas para su producción. Yo sí que pude estrenarlas al pasar un tiempo, pero conozco a productores y productoras que tuvieron que crear una personal para poder sacar a la luz sus películas’’.
Nadine Khan: “Intentamos luchar entre todas, pero no estamos dentro del núcleo del cine porque, al fin y al cabo, es un negocio y, a veces, es muy complicado seguir ahí; siempre tienes que buscar solución’’.
Amal Ramsis: “Creo que antes lo ha comentado Kamla, cuando hablamos del cine egipcio no hay mucha producción cinematográfica, pero tenemos un escaso lugar en el que nos apoyamos, por ejemplo, en otras empresas europeas de fuera o del oriente. En Marruecos hay ayudas del gobierno, pero en Egipto no. Después de la revolución sí que era algo moderno, había muchos documentales, pero han pasado varios años y podemos decir que, en este momento, las ayudas de los ministerios no existen. Ahora seguimos igual y yo produzco mis propias películas. Por ejemplo, después de la revolución se estrenó mi película, pero poco después ya no se podía proyectar, a la gente no le interesaba estar en estas salas de cine viéndola, porque la producción no es solo sacar adelante una película, es también conseguir proyectarla y explotarla en las salas de cine y eso sí que está limitado. De hecho, en Egipto hay unas salas donde pueden proyectar una vez o dos a la semana, e, incluso, había veces que se podía exhibir solo una vez al año. Pensamos que el cine egipcio es raro».
Mariam Abou Ouf: “Pienso que somos pocas las mujeres en el cine y la única protectora, pero no podemos hablar de que hay rol en la mujer en este punto sin hablar del Festival Internacional de Cine de El Cairo, que se celebra durante 10 días en el mes de noviembre de cada año desde su fundación, en 1976, con la excepción de las ediciones de 2011 y 2013, que fueron canceladas debido a la inestabilidad política que estábamos pasando. También me veo en la obligación de nombrar a Nadine Labaki, cineasta libanesa nominada al Oscar por ‘Cafarnaúm‘, que es una de las autoras más personales y críticas del panorama cinematográfico actual.
Produce, escribe, dirige y protagoniza sus proyectos porque todavía no ha encontrado a nadie mejor que ella para plasmar las ideas y la miseria que ella pretende mostrar al mundo sobre la sociedad en la que se crió. Con esto me refiero a que, como decía al principio, es verdad que somos pocas, pero tenemos un rol muy importante en la producción cinematográfica, es verdad que la cantidad es escasa, pero todos y todas, directores y productoras, somos importantes’’.
¿Tenéis una definición del cine? ¿Tenéis fe en la existencia del cine? ¿La visión del cine en la mujer es distinta del cine del hombre? ¿La productora tiene problemas respecto al productor hombre?
Nadine Khan: “Yo, por ejemplo, estuve en el festival de cine de la mujer en Egipto, y la directora del certamen planteó que no siempre se tiene por qué tratar temas de la mujer, que el cine también nos da una visión a la hora de presentarlo al mundo. Por ejemplo, hace dos años se presentó una película de los trabajadores en Asturias, concretamente la manifestación de los mineros intentando abrir y cerrar las minas. La productora de la película habló sobre ella, contando las penurias que los mineros que estaban en ellas sufrían. Es decir, no es obligatorio tratar el tema de la mujer.
Hala Khalil comentó que varias de sus películas, como ‘Nowara’, ‘Día para mujeres’ y, sobre todo, ‘Kas wa lask’ (‘Cut and Paste’, 2006), premiada como mejor película en el Arab Film Festival, muestran la visión de la mujer, pero dejó patente que cuando empezó a hacer películas le molestaba un poco “el cine de mujer”, porque ella quería hablar de todo en general y no de la mujer en particular.
Sin embargo, al pasar el tiempo, casi sin darse cuenta descubrió y sintió que la protagonista de una película siempre debía ser una mujer, o que la historia hablase de esta. Esto no quita su pensamiento de que hay hombres que tratan el tema de la mujer incluso mejor que ellas, porque la apoyan y saben sobre el tema. “Creo que, aunque me proponga hablar sobre otros temas, me sale solo hablar de las mujeres porque la siento dentro de mí; aunque intente buscar escenarios y personajes hombres, siempre acabo acudiendo a los brazos de la mujer’’.
Kamla Abu Zekry: “Es verdad que yo veo mujeres cineastas. De hecho, yo lo soy, yo soy productora, pero ¿cuántas mujeres pueden serlo? Una vez hice un cortometraje que contaba la historia de una niña que se va haciendo mayor y va pasando por diferentes etapas durante su vida, enseñando cambios hormonales como la menstruación y cómo le afectaba, sus estudios… Es un corto que se me ocurrió cuando fui a París. Estaba sentada en una cafetería cerca de Notre Damme y escuché un ruido –“tac tac tac’’–, unos golpes en el suelo».
«Al principio pensaba que eran gotas de lluvia, pero no. Salí a ver y observé muchas mujeres parisinas que iban corriendo con tacones al trabajo, y ahí me acordé de la hermosa mujer egipcia yendo al trabajo por la mañana. Me pregunté lo siguiente: ¿por qué la mujer egipcia cuando va al trabajo va siempre encogida, con miedo por si le acosan por la calle? Y ¿por qué la mujer europea es tan orgullosa y refleja tanta confianza en sí misma? ¿Por qué?’’.
“Entonces empecé a pensar que yo era una persona muy conservadora y sin nada de relación con la industria cinematográfica. Una vez empecé en el mundo del cine me convertí en una persona muy revolucionaria, muy dinámica, no me gusta la sumisión. Una vez crecí y cumplí mi mayoría de edad, hubo un cambio a nivel personal. Mi familia siempre me ha dicho que no fuese sola a ningún lugar, que no fuese de esa manera vestida…; ahí creció en mí un miedo a ser mujer, a ser inferior al hombre, dándome cuenta de cómo educaban los conservadores a sus hijas, haciendo una mujer sumisa, sin excepciones, porque ellos educan a las niñas árabes para ser madres, hijas y esposas. Entonces, la directora tiene que ser una revolucionaria que rechaza la realidad egipcia, porque la productora tiene que ser ella. Yo cuando estudié en la universidad participé en teatro y no fui vergonzosa, pude no ser sumisa’’.
Amal Ramsis: “Yo hablaba un día con un grupo de chicas y pensaba que eran de generación antigua, con educación sumisa y conservadora, pero por suerte se está formando una generación después de la revolución que está rompiendo con esas cadenas, ha habido un cambio en el que nacerán muchas directoras’’.
“Esto son indicadores de que la ciudad está cambiando, en El Cairo se pueden hacer más cambios comparado con lo rural, está mejorando la situación, vemos a más chicas fuera de muchas clases sociales, que pueden vestirse de forma más liberal ahora, y eso es muy positivo’’.
¿Hay límites a la hora de producir? ¿Es muy complicado tener un suministro de financiación al ser mujer? Al ser directoras, ¿habéis tenido problemas con vuestros compañeros hombres en cine?
Mariam Abou Ouf: “Yo empecé a trabajar en este ámbito a los 16 años, pero nunca he sufrido discriminación por parte de hombres, nunca me he sentido inferior a pesar de haber trabajado como ayudante, siempre me he sentido bien con ellos. Me sentía la única mujer detrás de la cámara, por lo que sí que es verdad que sentía cierta inseguridad por los actores y productores, ya que al principio no sabía cómo iban a reaccionar. Como era muy joven tenía miedo sobre todo al volver a casa, pero nunca sentí una discriminación por parte de mis compañeros. Sonará raro, pero es ahora cuando estoy notando esa discriminación porque no puedo hacer películas comerciales, de acción o comedia y es verdad que un hombre que tiene la misma visión que yo tiene el mismo problema de financiación, por lo que no es un problema solo para las mujeres en el cine, también lo es para el hombre’’.
“No obstante, no podemos decir que las mujeres producen igual que los hombres, porque hay películas que no se pueden hacer; tenemos hombres productores, pero no podían producir ciertas obras cinematográficas porque existe la prohibición y censura no solo en Egipto. De hecho, las directoras árabes tienen que hacer películas diferentes ya que para hacer películas con temas como el terrorismo, el velo o la ablación tienes que ser un hombre’’.
Nadine Khan: “Yo, a veces, cuando escribo pienso que si fuese un hombre podría haber añadido más cosas, más detalles o haberlo contado mejor; las películas que hago siempre salen de la motivación o experiencia personal, porque suelo escribir películas de historias o vivencias, y a veces pienso en mi madre, mis amigos, mi hija, etc.’’.
“El cine es un reflejo de la realidad de la sociedad, el cine es un público grande y fuerte con sus clases, pero no podemos hacer muchas cosas; tenemos que volver a la fase de reeducar a la sociedad. Pero es que yo no quiero reeducar a nadie, cada uno que viva su vida, eso existe y está impuesto para la mujer, para el hombre y para la sociedad en general. Siento que no puedo discutir un tema tan importante porque, al final, soy como el hombre ingeniero que trabaja en la construcción o el electricista que arregla los productos rotos, y estamos en la misma situación’’.
Hala Khalil: “Antes de escribir un guion has de enviarlo a edificios de censura para que los despachos digan sí o no, siempre controlan lo que se puede poner o no, grabar o no, proyectar o no. Realmente no hay ninguna norma o criterio en los edificios de censura, no hay guías, pero cuando estás escribiendo, tú como egipcia sabes lo que puedes dejar o no, lo que debes quitar, lo que dejas y te pueden eliminar… Por ejemplo, no podrías hablar ni de relaciones sexuales, ni de religión, ni de política, ni de riqueza… Solo hablamos de nosotros, de nuestro pueblo, es como mostrar una telenovela. Si quieres decir algo debes leer entre líneas y depender de la estupidez de la censura y, sobre todo, que cuando quieras transmitir un mensaje, que no se malinterprete y se entienda perfectamente lo que quieres comunicar’’.
Amal Ramsis: “Ellos lo llaman cine limpio. Un ejemplo de cine limpio fue una anécdota que me gustaría contar. Yo estaba haciendo una película de amor, con una pareja. En una escena había una escena de beso, de los dos enamorados, pero tanto el actor como el productor se negaron a grabarlo. Yo insistí en que el actor debía besar a la chica porque no entendía por qué era un tema tabú, era solo un beso. De hecho, la actriz estaba ahí quieta y esperando. La excusa del actor para no dar el beso era que mucha gente iba a estar mirando, tanto a la hora de rodar como a la hora de ver la película en la sala de cine. El productor insistió en que la quitase, hasta que al final llegamos a un acuerdo, porque él se negaba a sacar esa escena en pantalla y yo quería que se diesen un beso en la película. Al final decidimos que el actor diese un beso a la chica únicamente rozando sus labios, sin llegar a tocarse y, cuando pareciese que iban a besarse, pasar a la siguiente escena, cortar de raíz. Cuando el público vio la película y, en concreto, esa escena, había mucha gente contenta de saber que la película iba a acabar con la escena de un beso, y, de repente… ¡pum!, ¡se cortó!’’.
Al acabar la mesa redonda, protagonizada por estas mujeres tan revolucionarias y dispuestas a cambiar el mundo, se realizó una ronda de preguntas por parte del público donde las directoras continuaron respondiendo y contando anécdotas con gran ilusión y sin tapujos.
El acto finalizó con la frase que una de ellas pronunció mientras respondía a una de las preguntas: “Ojalá volviéramos a la mujer faraónica, porque fue ella quien tuvo el poder y gobernó el mundo’’.
Irene Valdés
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