Dirty Dancing. Confesiones de una noche de verano

#MAKMAAudiovisual
‘Dirty Dancing’, de Emile Ardonlino
Cultos y bronceados (XIX)
Verano de 2024

I’ve been meaning to tell you. Suelo pasar los veranos entre montañas, en un pueblo pequeño, de esos donde aún brillan las luciérnagas y en la noche, con suerte, puedes distinguir tus sombras. I’ve got this feelin’ that won’t subside. La llegada de las vacaciones altera los ritmos; quienes no vivimos allí, llegamos con el cese de nuestra actividad diaria, triplicamos el número de la población y nos entregamos a un sinfín de reencuentros. I look at you and I fantasize.

El ajetreo para quienes conocemos el pueblo con su quietud habitual puede resultar un cambio vertiginoso que, a veces, requiere de silencios largos y de lugares para no pensar. You’re mine and tonight. Recurro con frecuencia a la sombra de un arco, visible solo cuando dejas atrás la fuente y la balsa, un camino de tierra que conduce a la curva de una carretera que ya no se puede transitar. Now I’ve got you in my sights. Me gusta llevarme un libro o un par de hojas y un bolígrafo para escribir.

With these hungry eyes. Si no te alejas mucho, puedes escuchar el croar de las ranas en su balsa, aunque ahora, con la falta de agua, quizás sea más difícil. Este año, de nuestra fuente apenas caía agua. One look at you and I can’t disguise. Tendríais que habernos visto, éramos muchos los que llegamos a acercarnos con las garrafas y las jarras esperando escuchar el goteo. I’ve got hungry eyes. La confusión, por inercia, me llevó a la fuente en más de una ocasión este verano; como quien espera la lluvia, yo esperaba el agua de nuestra fuente. I feel the magic between you and I.

Patrick Swayze y Jennifer Grey, en una escena de ‘Dirty Dancing’ (1987), de Emile Ardonlino.

Probablemente, si hubiese caído, habría sido un verano distinto. I want to hold you so hear me out. Esta inercia que nos llevaba de manera inevitable a las jarras vacías, al mirarnos entre el ridículo y la confusión, unos instantes antes de darte la vuelta y regresar a casa, son un reflejo de mi verano. I want to show you what love’s all about.

El verano en el pueblo se sucede como un ritual cíclico ¿Cuál será este año tu papel? ¿Hace falta formar parte de los Buendía para seguir los patrones de tu familia? ¿Dónde nos lleva la inercia? Preguntas a las que solo el tiempo o la literatura parecen saber dar respuesta. Darling tonight.

Mi segundo lugar para no pensar este verano ha sido ‘Dirty Dancing’, una de mis películas favoritas. Pese a saber que mis veranos tienen mucho más de Almodóvar, me refugio en los brazos de Patrick Swayze y deseo mover las caderas como Jennifer Grey cada vez que la veo.

La distancia cultural es inmensa, pero no puedo evitar fantasear con la idea de que salen de la pantalla como en ‘La rosa púrpura del Cairo’ y se presentan en cualquier verbena de mi pueblo. ¿Podrían los personajes resistirse al perreo? ¿Qué pasaría si sonase ‘Hungry Eyes’?

Pensándolo bien, esa distancia cultural solo se acorta cuando pienso en los trabajadores de la película y en sus festejos. También la acorta el amor. Now I’ve got you in my sights. No os estoy descubriendo el mundo cuando os digo que el verano y las vacaciones son una cuestión de clase. Sin embargo, igual que sucede con la distancia entre mi vida y la vida de los protagonistas de ‘Dirty Dancing’, me pregunto: ¿cuánto puede acortar esa distancia el amor? With these hungry eyes.

Conocemos el tópico del poder igualatorio de la muerte… Pero ¿existe el poder igualatorio del amor? Durante los meses de verano, entre montañas, a todos nos gusta pensar que sí. One look at you and I can’t disguise. Puede que esa sea la magia de los amores de verano: por un momento, entre dos pestañeos, las posibilidades parecen infinitas. I’ve got hungry eyes, I feel the magic between you and I…