Presentación de Nuria Enguita como directora del IVAM
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM)
Guillem de Castro 118, València
Decía María Zambrano que las utopías nacen solamente “dentro de aquellas culturas donde se encuentra claramente diseñada una edad feliz que desapareció”. Nuria Enguita se ha presentado como nueva directora del IVAM, sucediendo en el cargo a José Miguel Cortés, apelando al “potencial utópico” que el museo valenciano tuvo en su nacimiento, con el fin de recuperarlo: “Eso es lo que me anima”, dijo. Aquella edad feliz del IVAM de los 80 (“entonces fue más fácil”, subrayó), que propicia todo nacimiento, por aquello de llevar en su germen la ilusión de todo lo que está por hacer, parece congruente con los deseos implícitos en todo recién llegado.
Nuria Enguita, sin embargo, fue combinando, durante la presentación de su proyecto para el IVAM de los próximos cinco años, elementos propios de esa utopía que pretende potenciar (“grandes exposiciones históricas”, apostar por “mujeres de la vanguardia de las que no se han hecho exposiciones” o potenciar la web para convertirla “en un espacio virtual del museo abierto al mundo”), con otros más cercanos, igualmente soñados y puestos en práctica por Cortés: como son el trabajo con los fondos de la colección del IVAM, la apertura del museo a la sociedad, la vertebración territorial, la colaboración público privada o la internacionalización del museo, líneas de actuación ya promovidas por su antecesor.
De manera que la utopía que quiere potenciar Enguita se halla trufada de anhelos pasados, que ella quiere poner al día, de forma que el IVAM avance hacia terrenos inexplorados, dado el contexto diferente del que se parte, con otros presentes en la edad feliz igualmente tramada por Cortés, al querer desprenderse de la nefanda etapa de Consuelo Císcar.
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, sentenció Arquímedes. Enguita lo tiene, en su ánimo utópico y en el hecho de que Vicent Marzà, conseller de Cultura, declaró su apoyo incondicional hacia quien había ganado el concurso público para suceder a Cortés, tras el “rigor y el trabajo de los integrantes de la comisión de valoración” para su elección como directora del IVAM.
Marzà también apeló a la “independencia” que caracteriza “a esta institución de primer orden cultural”, afirmando que velará por ella “para continuar profundizando en los diferentes ejes que anclan al IVAM con su entorno inmediato y lo resitúan en el mapa en el ámbito internacional”.
Quiso olvidar, así, las muestras de contrariedad que formularon tanto la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo (ADACE), el Consejo Asesor del IVAM, que dimitió en bloque, y buena parte del Consejo Rector (hasta ocho vocales), por entender, en unos casos, que se había incumplido el Código de Buenas Prácticas y se había faltado al respeto de dicho Consejo Rector al no haber respetado sus competencias, y, en otros, por entender a su vez que se había “perdido una oportunidad para llevar a cabo un proceso dialogado y participativo que hubiera ofrecido a la sociedad una visión más transparente y consensuada de la toma de decisiones”.
Nuria Enguita prefirió mirar, lógicamente, hacia adelante, en lugar de hurgar en ese reciente y polémico pasado: “Yo estoy presentando mi proyecto. No voy a hablar del pasado. Se ha valorado mi proyecto y no tengo nada más que decir”. Marzà guardó igualmente silencio, al igual que hizo con el desvelamiento de la subsede que tendrá el IVAM en Valencia, que dijo se anunciará en breve y a su debido tiempo, aunque sí dejara algunas pistas: que sería un “espacio diferente”, con otra forma arquitectónica, de unos 800 m2 y que estaría “en otro lugar” ajeno al barrio del Carmen, para que se puedan buscar otro tipo de relaciones.
Enguita siguió desvelando su proyecto como directora del IVAM, a falta de conocer ella misma esa subsede, poniendo el énfasis en su interés por promover muestras históricas, a partir de la colección del IVAM que, subrayó, “tiene un siglo”, al tiempo que pretendía consolidar la internacionalización y vertebración territorial del instituto valenciano, entendiendo ambas cosas como la “sístole y diástole” del corazón museístico. También dijo que persistiría en potenciar las muestras en torno al Mediterráneo, que Cortés impulsó, si bien precisó que trataría de “ampliar ese contexto”.
La pandemia a causa del coronavirus salió igualmente a relucir, destacando Enguita su firme propósito de “fortalecer” la relación del museo con la sociedad: “Debemos hacer que sea más poroso, para dejar que el conocimiento que está fuera entre dentro y viceversa”. También aludió a la necesidad de “trabajar más que nunca en programas presenciales y virtuales”.
Planteó más líneas de actuación, muchas de ellas en la línea propositiva de Cortés, que ya abrió la colección del IVAM como fuente de investigación para futuras exposiciones, así como el despliegue de un trabajo para que el museo valenciano esté integrado en el circuito internacional, mediante colaboraciones con otros espacios relevantes fuera de nuestras fronteras. “Hay que internacionalizar el IVAM. Se ha hecho y hay que seguir haciéndolo”, resaltó Enguita, en el primer día de la utopía que pretende potenciar durante el próximo lustro. ¿Para qué sirve la utopía?, se preguntaba Eduardo Galeano, si a cada paso que das, ella se aleja otro. “Sirve para caminar”, concluía. Nuria Enguita ya está en camino.
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