Nuria Rodríguez

#MAKMAArte
‘Estación nómada’
Entrevista a Nuria Rodríguez
Comisariado: Isabel Tejeda
Espai d’art Contemporani ‘El Castell’ (ECA)
Cisterna 28, Riba-roja de Túria, València
Hasta el 2 de febrero de 2025

Nuria Rodríguez, como la ‘Estación nómada’ que exhibe en el ECA (Espai d’Art Contemporani) de Riba-roja de Túria, se compone de una parte sólida y otra líquida. Mediante la parte sólida de su mente bien estructurada, cataloga, nombra y archiva cuanto le suscita interés. A través de su parte más acuosa, se sumerge en aquello mismo que cataloga para profundizar en los misterios del ser, de la existencia.

Por eso dice en esta entrevista que se halla “en el romanticismo más absoluto”, siempre que entendamos por romanticismo lo que ella entiende como la mezcla de cierta taxonomía científica trufada de intuición novelesca. De manera que es así, observando las rocas y las plantas, como Nuria Rodríguez construye su ‘Estación nómada’: el oxímoron que permite conjugar razón y sentimiento, lo sólido y lo fluido; la naturaleza más bella y, a su vez, la más inquietante.

¿Con qué se encuentra el espectador que va a ver tu exposición en el ECA?

La exposición tiene el título ‘Estación nómada’, porque, en sí mismo, es un oxímoron, al hacer hincapié en dos aspectos: por un lado, una estación es un lugar desde donde mirar o percibir las cosas y observar la naturaleza, y, por otro, el concepto de nómada propone lo que creo que es en sí la naturaleza: algo cambiante, incontrolable. De manera que todo ello propone una reflexión acerca de si nosotros somos o no naturaleza.

¿Y cómo están dispuestas las piezas que integran la muestra?

He aprovechado los espacios del ECA para poder articular una pregunta: ¿por qué coleccionar todas las rocas, todas las plantas, una y otra vez? De manera que, en la sala de arriba, hay un desglose donde están los sistemas de clasificación de la naturaleza, tanto las rocas como las plantas. Y, a partir de láminas pintadas del libro de [Abraham Gottlob] Werner, geólogo del siglo XVIII, articulo, a raíz del color, todas las rocas.

En la planta de abajo, solamente están ya las rocas, el aspecto zoológico de la corteza terrestre que se va erosionando, apareciendo fragmentos de la propia corteza. Y en la otra planta de abajo estarían las plantas, los herbarios.

Esta sala para mí es un muy importante, porque propone el acercamiento que desde el ámbito femenino han hecho las mujeres de aunar el arte y la ciencia, y la mirada que han depositado, de manera que se presenta a modo de homenaje a todas esas mujeres que han hecho herbarios, tanto desde el punto de vista literario, como científico o artístico.

Obra de Nuria Rodríguez, en la exposición ‘Estación nómada’, en el ECA de Riba-roja de Túria. Imagen cortesía del Espai d’Art Contemporani.

¿Qué te atrae de las rocas?

Las rocas, en su aspecto conceptual, nos muestran la escala de la Tierra. Una escala que no se corresponde con nuestra escala biológica y que nos habla de un tiempo que es inabordable.

Empecé a dibujar y a pintar rocas en 2015, y en la sala donde las muestro están las diferentes maneras de representarlas a partir del perímetro resultante de la erosión que produce la propia naturaleza.

Me interesa reflejar esos cambios, y lo que ha hecho la ciencia es, precisamente, trazar patrones de repetición para mostrar con rigor cuáles son sus componentes químicos. Sin embargo, la naturaleza es algo incontrolable, de ahí la ambivalencia que hay en el fondo de todo ello.

Y el hecho de coleccionarlas, ¿qué supone para ti?

Siempre me ha interesado crear diferentes colecciones. Una de ellas pertenece a las rocas, y la otra, a los herbarios. Me interesan esas investigaciones que hacen los geólogos a la hora de tratar de desentrañar cómo han sucedido las cosas, y eso es lo que nos cuentan las rocas, el paso del tiempo.

Yo lo que hago es una interpretación surrealista de cómo se crean las colecciones. Y cuando hablo de surrealismo, me refiero a darle el matiz de una percepción distinta a la parte científica, dejándome llevar por la intuición.

La intuición, de hecho, es un elemento primordial en tu trabajo. ¿No es así?

Creo que estamos en una época en la que existe una predisposición a que todo lo cataloguemos, lo etiquetemos, lo nombremos y se convierta en un registro digital. De la misma manera que en 1936 Walter Benjamin escribió ‘La obra de arte en la época de reproductibilidad técnica’, creo que ahora alguien debería escribir un libro que se titulara ‘La obra de arte en la época de la inteligencia artificial’. Porque esa capacidad que estamos otorgando a lo artificial, de algún modo lo que nos está haciendo es que genere una serie de archivos y colecciones, con un resultado muy claro, que para la ciencia está siendo muy útil, pero que está moviendo los cimientos de lo que es el arte.

Por eso me adhiero a la pintura, al acto de pintar, porque para mí es la manera de conectar con algo que nos define como especie, que es nuestra capacidad simbólica, dejando un registro y una huella. Pero una huella hecha a través de la pulsión humana, de lo realizado aquí y ahora. Y esto me conecta con la gente de una tribu que hace 30.000 o 60.000 años decidió dejar el registro del contorno de una mano sobre una roca.

Nuria Rodríguez, rodeada de algunas de las obras de ‘Estación nómada’.

Has dicho en más de una ocasión que toda exposición es una expedición. ¿Por qué?

Para mí una exposición supone eso, una expedición, lanzarme a la aventura de no saber, partiendo de una idea a priori que te hace ir al encuentro de las cosas, pero sin saber realmente cuál es el final. Lo importante es lo que vas aprendiendo, mientras te vas haciendo preguntas durante el proceso.

Precisamente esta exposición del ECA lo que me permite es volver a plantearme, por un lado, lo que es esa acción de recolectar, y, luego, de todo eso es que es inmenso, decidir qué es lo que pinto. Porque el lenguaje que utilizo es el dibujo, la pintura y la instalación. Para mí es muy importante hacer una exposición como resultado de una expedición, porque es el momento en el que yo puedo escuchar y ver si las preguntas que me he hecho responden a las que el espectador está viendo.

Y dentro de esa expedición, ¿en qué momento te encuentras?

Revisando todo lo que hago, pienso que estoy en el romanticismo más absoluto, desde el punto de vista de lo que unió arte y ciencia en el siglo XVIII, y está muy relacionado con [Wolfgang] Goethe, en el sentido de que cuando él revisó las teorías de la luz de Newton se dio cuenta de que éste se había olvidado de las sombras.

Y entonces planteó que la mejor manera de entender el color era teniendo en cuenta esas dos caras de un mismo registro, llevándole a introducir el concepto de la percepción sensorial, que no es otra cosa que dejar a todo nuestro rigor científico de la Ilustración espacio para lo personal.

Es decir, cómo cada persona interpreta la experiencia de estar aquí, porque esa idea de etiquetar, de generar patrones, lo que hace es dejar muchas veces cosas fuera. Cuando trazas un límite estás explicando tanto lo que hay dentro como lo que se queda fuera, de manera que te das cuenta que eso que se queda fuera es tan importante como el propio límite que configura ese afuera.

‘Estación nómada’, de Nuria Rodríguez, en el ECA de Riba-roja de Túria. Imagen cortesía del Espai d’Art Contemporani ‘El Castell’.

La arqueología también forma parte de tu trabajo. ¿Cómo la entiendes?

Me interesa la arqueología, porque, del mismo modo que trato de descubrir quiénes somos a través de los registros que hay en las rocas, también localizo esa misma pulsión en el desarrollo de los inventos tecnológicos más potentes. Como sucede, por ejemplo, al lanzar un telescopio al espacio con la intención de que nos cuente cómo se generó el universo hace 13.700 millones de años. Y a mí todo eso me fascina.

Como te fascina el trampantojo, engañar visualmente al espectador.

Sí, me atrae generar cierto equívoco en el espectador sobre si lo que está mirando es un collage y, por tanto, hay algo pegado, o si piensa que está todo pintado. Porque esa confusión plantea algo que es real: por mucho que tratemos de reflejar lo que es nuestra percepción sobre la realidad, siempre hay una cierta distancia con los resultados.

De hecho, todo aquello que pueda ser refutado, es ciencia. Y lo mismo me sucede con la pintura y con la idea de trampantojo: ese juego de realidad, ficción e interpretación me encanta.

Antes de finalizar la entrevista, Nuria Rodríguez recuerda una frase del escritor Juan José Millás que sirve de inmejorable colofón.

‘Las siete líneas’ es una idea que expresó Juan José Millás para explicar una regla personal: al menos escribir siete líneas al día. Esa constante atención a lo que haces, a lo que produces, a lo que piensas, para mí es importante: me sirve para recordarme que el ejercicio de la actividad artística es un compromiso, mi forma de vivir y de estar en el mundo.