#MAKMAEntrevistas | Óscar Mariné, Premio Nacional de Diseño 2010
MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2020
Gracias a su padre, Juan Mariné (laureado y centenario director de fotografía), Óscar Mariné aprendió, desde niño, a encuadrar a través de una cámara. Esta singular perspectiva de la realidad y su propia inquietud le han llevado a este diseñador, ilustrador, tipógrafo, editor y artista a ser un visionario y a aportar su sello inconfundible y personal en todas y cada una de las disciplinas en las que se desenvuelve.
Ya con prontitud, se instaló en la memoria colectiva desde la dirección del fanzine referencia de la Movida de los 80, Madrid Me Mata –que lanzó, entre otros, junto al fotógrafo Jordi Socías–, pasando por Pancoca –su propia compañía discográfica– y sus icónicos diseños para Pedro Almodóvar, Álex de la Iglesia, Julio Medem y hasta el mismísimo Bruce Springsteen.
De sobresaliente referencia son sus trabajos para Loewe, Camper, Hugo Boss o su ‘Absolut Mariné’ para Seagram USA, así como su implicación con el estudio de sir Norman Foster en Londres y, más recientemente, con el diseño de marca para el centro cultural Matadero Madrid. Su impronta está en las cabeceras de El País Semanal y Babelia, pasando por la imagen oficial de varias ediciones del Festival de Cine de San Sebastián, entre un sinfín de propuestas, disciplinas y galardones, entre los que destaca el Premio Nacional de Diseño 2010.
Óscar Mariné siempre ha sabido rodearse de un excelente equipo y no deja de aprender y experimentar donde y con lo que se encuentre porque, como él mismo afirma –parafraseando al músico, escritor y humorista Moncho Alpuente–, “la experiencia es lo último que se pierde”.
Por ello, y en tiempos de incertidumbre, conviene acercarse al pensamiento de determinadas personalidades que han alumbrado y prosiguen iluminando campos del conocimiento y la creación con los que convivimos y que nos ofrecen una dimensión del contexto en el que existimos.
Y nada más indicado que hacerlo con esta figura referente del diseño, testigo y partícipe de una época de transformación y cambios como los que, inevitablemente, son necesarios en la actualidad y que, a buen seguro, conformarán la próxima década, ‘Los nuevos años 20’ –lema que orienta los contenidos de MAKMA ISSUE #03, cuya portada ilustra Óscar Mariné–.
Si, tal y como usted asevera, “el diseño es la inteligencia que identifica las cosas”, ¿podemos considerar al diseñador un demiurgo de lo real?
No es por parecer pretencioso, pero me toca ensalzar la profesión. Sí, creo que este oficio ayuda a proyectar, ordenar, motivar, comunicar, etc. El diseño es una disciplina fundamental para conformar el desarrollo y la vida del ser humano.
El buen diseño proyecta ideas en la sociedad, somos escritores que manejamos formas, símbolos y palabras para contar y desarrollar proyectos.
Más allá de esta función de reconocimiento, ¿qué papel asume el diseño? ¿Herramienta o fin último de la comunicación?
Yo creo que son las dos cosas. Fundamentalmente, es una herramienta que ayuda a desarrollar proyectos con un fin comercial. Pero un buen diseño tiene que ir imbuido de cultura, de responsabilidad social y, por supuesto, de calidad.
A este respecto, señalaba el diseñador norteamericano, de orígenes húngaros, Tibor Kalman que “el diseño gráfico es un medio, no un fin. Un lenguaje, no un contenido”. ¿Qué protagonismo ha tenido su figura y su obra en el desarrollo profesional de Óscar Mariné?
Tibor Kalman es un visionario, un maestro, un pensador, fue el líder indiscutible del diseño gráfico de los años ochenta y noventa en Nueva York. En su estudio se forjó toda una generación de grandes profesionales que siguen, hoy en día, enriqueciendo esta profesión.
¿Qué otros referentes han forjado su formación vital y profesional?
Te voy a responder de una manera amplia y concreta. Mis maestros clásicos son Massimo Vignelli, Saul Bass, Paul Rand, George Lois, Seymour Swchast, Milton Glaser. Mis admirados colegas Michael Bierut, Tibor Kalman, Paula Scher, Stefan Sagmeister, Peter Saville y Chip Kidd, entre otros.
Pero mis auténticas referencias cuando comenzaba fueron y siguen siendo El Lissitsky, Rodhenko, Mohology Nagy, Max Bill, la abstracción geométrica, los minimalistas, los artistas pop y, sobre todo, el cine, la literatura y la música negra, el jazz, el blues y el buen rock and roll.
¿De qué modo ha variado, durante las últimas décadas, el grado de influencia de los diferentes soportes y medios con los que ha trabajado?
Yo creo que un buen proyecto radica en una buen concepto y, por supuesto, un buen cliente. Todo el esfuerzo gira alrededor de esa idea para elevarla, para que dé solución a las cuestiones y problemas que se plantean, para que sea una idea perdurable, memorable y sí puede ser que marque una buena tendencia.
Siempre, en el estudio, hay una fase inicial donde trabajamos solamente con útiles materiales; es muy importante dibujar y mover las manos construyendo y desarrollando elementos para conformar un concepto sólido. En esos momentos es donde se produce la mayor reflexión y visión y, a partir de ahí, por supuesto, para darle buena factura y eficacia a los trabajos. Toda la tecnología que tenemos a nuestra disposición ha sido fundamental.
Habitualmente, ante la irrupción de períodos críticos o excepcionales (personales, globales o históricos) buscamos en el pasado episodios en los que reconocernos en búsqueda de respuestas para el presente. ¿Puede suceder lo propio con la obra que uno ha creado? ¿Se reconoce hoy en el diseño de ayer?
Como he mencionado en la pregunta anterior, para mí las referencias son muy importantes, pero siempre me planteo un reto de superación sobre ellas. Quiero que mis trabajos perduren en el tiempo, sean, a su vez, referencias para otros diseñadores y que la cadena continúe. Tengo una gran responsabilidad sobre este eslabón de la cadena para que no se rompa.
Pienso que solo el trabajo de los muy grandes atraviesa el tiempo con toda su energía; después están los altibajos que hacen aparecer ejemplos de trabajos olvidados y que, con el tiempo, lograron el verdadero efecto. El pasado está ahí escrito, como referencia y como historia, pero existe el presente, lo nuevo, la aventura, el riesgo y la vida.
¿Tendrá el diseño una misión capital de intervención y discurso durante la década que se avecina o su relación con el contexto de los próximos años será una consecuencia de los acontecimientos?
El diseño es una palanca fundamental para la salida de las crisis, a través de la inteligencia y el valor añadido que aporta a los tres sectores de la actividad económica. Revoluciona y plantea nuevos esquemas, refuerza la identidad, la iconografía y la cultura, sirve para ponerse en competencia con agentes exteriores y es el vehículo para la transmisión de ideas, proyectos, productos, servicios, etc. Sí, creo que el diseño tiene una misión capital, pero para ello tenemos que tomar la iniciativa en el desarrollo de todos los proyectos.
Merche Medina
Entrevista publicada en MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20, en diciembre de 2020.
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