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‘Competencia oficial’, de Mariano Cohn y Gaston Duprat
Mediapro Studio
Intérpretes: Oscar Martínez, Antonio Banderas, Penélope Cruz, Irene Escolar, José Luis Gómez, Nagore Aranburu, Manolo Solo, Pilar Castro
Cines Kinépolis de Valencia
Estreno en cines de toda España: 25 de febrero de 2022
Entrevista realizada por Jose Ramón Alarcón, Merche Medina y Salva Torres
Dos actores, el prestigioso Iván Torres (Oscar Martínez) y el exitoso Félix Rivero (Antonio Banderas) se ponen al servicio de la directora Lola Cuevas (Penélope Cruz). Un empresario multimillonario (José Luis Gómez) los contrata para obtener, mediante la producción de esa película, un reconocimiento general que sirva de huella inmemorial de su paso por tan acaudalada como fría vida.
A partir de ahí, toda la trama de ‘Competencia oficial’ (codirigida por Mariano Cohn y Gaston Duprat) gira en torno al choque de egos de los actores, si bien hay un trasfondo mayor: el de la mentira y sospecha generalizada entre los personajes, que convierte la ficción no en la vía privilegiada para elaborar los conflictos inherentes a la existencia, sino en el trampantojo que revela como única verdad la imposibilidad de alcanzarla. A no ser que esa verdad se reduzca a la inquietante constatación de la miserabilidad humana.
“La verdad que muestra la película tiene que ver con el egoísmo, porque cada uno quiere llevar a cabo su propio proyecto. Todos se convierten en unos grandes hipócritas, porque, en definitiva, siguen únicamente su propio interés. Son tres villanos, porque si algo caracteriza a un villano es que no se detiene ante nada, ni ante nadie, y por ninguna razón”, señaló Oscar Martínez, tras el pase de la película en los cines Kinépolis de Valencia, antes de su estreno en cines de toda España.
“Villanos hay en todas las profesiones”, continuó el actor, “y Antonio [Banderas] ponía el ejemplo de la política, por poner un ejemplo paroxístico, pero la maldad, la crueldad, la competitividad o la envidia no es exclusivo de una profesión, sino que nos habla de la condición humana”. Condición humana reducida a sus aspectos más relacionados con la pulsión agresiva que nos habita, dejando de lado esa otra condición, sin duda más compleja y hasta cierto punto heroica, de quienes se obcecan por mantenerla a raya.
Preguntado por los guiños que hay en ‘Competencia oficial’ con respecto a ‘Ciudadano ilustre’, el anterior filme codirigido por Mariano Cohn y Gastón Duprat, igualmente protagonizado por Oscar Martínez, este dijo: “Creo que fue el escritor Ernesto Sábato quien decía que los personajes literarios de diferentes novelas de un mismo autor eran parientes entre sí, porque pertenecen al universo creador de una persona, aunque, en este caso, se trata de una película muy diferente a la de ‘Ciudadano ilustre’”.
A su juicio, la diferencia radica en el tipo de género que aborda cada una de las películas: “’Ciudadano ilustre’ es una comedia dramática, mientras que ‘Competencia oficial’ es más una comedia negra, aunque no sean categorizaciones que me gusten mucho”. Y prosiguió poniendo el acento en el juego actoral caracterizado por sucesivas canalladas.
“Lo que hay aquí es un universo al que uno no puede negar que pertenece: ciertas neurosis propias de los actores, como por ejemplo la inseguridad, que es una patología universal de los intérpretes, al igual que el temor al ridículo, al fracaso y, por supuesto, cierta dosis de ego, como hace falta para escribir una novela o para muchas otras profesiones, con la diferencia de que en la profesión nuestra el fracaso y el éxito son públicos”.
Oscar Martínez se detuvo en la figura de la peculiar directora Lola Cuevas [Penélope Cruz], “una psicópata podríamos decir”, con cuyo parecido no ha tenido por suerte que trabajar en toda su vida y, de haberla tenido, “renuncio el primer día de rodaje”. “Es alguien”, añadió, “que convoca a los dos actores deliberadamente sabiendo que son personas que no tienen nada que ver entre sí y que se detestan, y una vez que los tiene juntos, estimula y manipula esa competitividad entre ellos, porque cree que eso le va a favorecer para contar su historia. Los somete a pruebas hasta humillantes”.
Pruebas diríase próximas a las que se pueden ver en un reality show, programa estrella por antonomasia del actual espectáculo televisivo, donde se explotan las más bajas pasiones. “La película habla también de la fragilidad humana. Sus egos e inseguridades están dañadas porque son frágiles”, intervino Irene Escolar, que interpreta el papel de Diana Suárez, hija del empresario multimillonario Humberto Suárez (José Luis Gómez).
Con respecto al éxito y la lucha descarnada por alcanzarlo, aspecto que igualmente sobrevuela el filme, Escolar empezó diciendo que, para ella, consistía en “comer y vivir de esta profesión, sin duda alguna”. “Bueno, sí, obviamente entiendo que Irene que es muy joven diga eso”, intercedió Oscar Martínez, para después agregar: “Con los muchos años recorridos, como es mi caso, se puede hablar de distintos tipos de éxito”.
Y procedió a enumerarlos: “El artístico es una cosa, el del star system es otra -a veces, van juntos y, a veces, no-, pero, para los intérpretes, el éxito lamentablemente es indispensable, porque quien hace música o escribe novelas puede apostar a la posteridad, pero el actor no, lo cual nos crea un gran problema, ya que, según cómo lo manejes, está en juego no solo el éxito o el fracaso, sino incluso tu propia salud mental y tu vida”.
Oscar Martínez siguió a vueltas con su personaje, a quien caracterizó como “un tipo que está claramente resentido y el resentido vive un infierno, porque es alguien que ya no tiene la posibilidad de cambiar su destino. El éxito a veces también puede ser un impostor, pero como puede serlo el fracaso, ya que hay buenos productos, tanto en teatro como en cine, que tienen éxito y otros que no lo tienen, o sea, que no es la medida de nada. Y ese tipo de accidentes de la vida, digámoslo así, pueden acabar con la carrera de alguien. El fracaso de un artista es trágico. A lo mejor el fracaso en otra actividad puede ser doloroso, pero no trágico”.
Sobre la profesión de actor, puesta en juego en ‘Competencia oficial’ de una forma grotesca y al modo de un siniestro combate de boxeo entre dos fuertes personalidades, el actor destacó que se trata de una profesión “muy delicada, porque dependemos de la aceptación de los otros”. “Y es un peligro”, prosiguió, “porque hay gente que arruina su vida y su carrera, al obtener el éxito muy joven y después lo que hace es adaptarse todo el tiempo para seguir deleitando a los demás. Hay gente que termina repitiéndose, porque tuvo éxito con alguna cosa, olvidándose de lo que le hizo llegar hasta ahí, y acaban fracasando”.
Tanto Oscar Martínez como Irene Escolar coincidieron a la hora de señalar que hay “muchos directores de cine que no van nunca al teatro, porque entienden que lo que se hace en teatro es todo mentira y quienes trabajan en él son igualmente malos y mentirosos como actores. De manera que los propios directores son culpables de eso, de que se nos encasille”.
“El cine tiene que ver con la imagen, con algo mágico”, resaltó Martínez. “Hay ejemplos de actores y actrices que tienen un diapasón bastante estrecho, que hacen siempre más o menos lo mismo, que van por delante de los personajes y nunca te van a sorprender, pero que tienen personalidades magnéticas y el público los quiere ver a ellos, porque gustan mucho. Hay un libro en el que Orson Welles dice que Humphrey Bogart era un actor de tercera línea, pero que era un tipo muy seductor poseedor de ese magnetismo, lo mismo que Cary Grant, y, ‘cuando yo los veo’, decía Welles, ‘me convierto en mujer’. Eso en el teatro no pasa”, concluyó el actor.
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