#MAKMAEntrevistas | Pablo Vindel, director de la galería The Liminal
Plaza de Vannes 3, València
JustMad Contemporary Art Fair
Del 8 al 11 de julio de 2021
“The Liminal no solo es un umbral sino que también se configura como una meta, como un destino a explorar.” Así reza la parte final del manifesto de la jovencísima galería valenciana que abrió sus puertas hace más o menos un año, con vocación de rigor, experimentación y también algunas certezas.
En realidad, el proyecto es más que una galería al uso, superando su naturaleza comercial a favor de constituirse como un ente productor de diferentes escenarios. Uno de ellos, nada descuidado, es lo online. Pablo Vindel –director del espacio, junto a Carme Mariscal como coordinadora– nos explica que existe una ramificación más allá, denominada Espacio Anexo: “Nuestra idea es poder mantener paralelamente una programación online, quizás con menos frecuencia, pero sí con cierta continuidad”.
La exposición colectiva ‘Somos la rabia y la voz’ tuvo lugar en este contexto virtual durante el pasado verano con obras de Melanie Teresa Bohrer, Elnaz Javani, Naomi Melville, Lemos + Lehmann y Anaïs Florin. A propósito del panorama pandémico y de la necesidad de difundir el trabajo de las artistas más allá de límites, fronteras e incertibumbres, el proyecto liderado por Vindel no descuida su presencia en plataformas como Artsy o Artland. Ya en el plano físico, la galería participa por primera vez en JustMad Contemporary Art Fair de Madrid del 8 al 11 de julio de 2021.
“Soy escultor y me he formado en poesía experimental y poesía visual en las Américas, entre América del Norte y América del Sur, entre el estado de Florida, Chile y Brasil. He querido volcar aquí todo ese aprendizaje y las experiencias con artistas y escritores que me he ido encontrando por el camino”, explica Pablo Vindel, cuyos trabajos alrededor del concepto de libro de artista están presentes en importantes colecciones como MoMA Library Artist Book Collection de Nueva York, Ivorypress, en Madrid, o Datz Museum of Art en Gwangjun, en Corea del Sur.
Todo este sustrato es aprovechado ahora para nutrir el terreno y definir el andamiaje conceptual de The Liminal, además de dotarlo de contenido con propuestas innovadoras siempre valiosas en la agenda cultural de la ciudad.
Tras el periplo, durante estos años, por distintos lugares del mundo, ¿cómo percibes, a tu regreso, la situación del arte contemporáneo y sus agentes?
En València, ahora, hay una cierta sensación de efervescencia. Con firmeza, diligencia y apertura, se le puede dar buena dirección a esa ebullición. A vista de pájaro, mi sensación es que a veces suceden cosas, pero así como suceden también se desvanecen, es muy fluctuante. Esa efervescencia puede perder el punto de fuerza e impulso si no se aprovecha.
¿Crees que puede ser debido a una insalvable circunstancia geográfica?
Tal vez sí. Por ejemplo, en Florida había una cierta consideración de lo local, pero fuera de Florida tú tenías una etiqueta puesta de cómo te iba a ver el resto, por ejemplo cómo te iban a ver en Nueva York o en Los Ángeles, pues te iban a considerar como “el de la periferia”, siendo Florida un Estado inmenso y teniendo propuestas interesantes. Chicago, que es la tercera ciudad de Estados Unidos, pues no deja de ser eso, la tercera ciudad, esto es, la periferia. Aquí yo creo que también pasa un poco eso.
¿Qué podemos aprender de lo que pasa allí?
En Estados Unidos se habla de dinero con mucha naturalidad. Tal vez aquí falte más diálogo y más cruce orgánico entre lo privado y lo público, más hermanamiento. En Estados Unidos hay mucho más soporte privado, pero también mucho más trasiego entre lo público y lo privado. Sin embargo, en el lugar donde estamos, esos pasos se dan con tanta cautela que no fluyen como debieran hacerlo.
The Liminal puede ampliarse globalmente gracias a lo online. Pero, ¿cómo son las entrañas del proyecto?
The Liminal es una galería de arte contemporáneo, con una cartera de artistas, digamos, fija. Pero tiene, también, una visión curatorial que se vuelca mucho en lo experimental y donde, además, desde la afinidad con una serie de prácticas y trabajos, solamente o esencialmente representamos a mujeres creadoras y a artistas, mujeres o no, dentro del espectro del continuo queer. Esa es la línea de trabajo de la galería comercial, que presenta una colectiva y unas cuatro individuales cada temporada. Aparte, somos productora.
La parte productora se puede dividir en dos: programa de residencias y libros de artista. Sobre el primero, queremos generar un espacio de talleres en el primer piso de la galería. Hicimos una experiencia piloto de tres semanas con Emma Shapiro, una artista estadounidense residente en València. Ella tenía un proyecto en aras de terminar de florecer y aquí pudo darle forma. La forma que ha tomado es de libro de artista, y será la primera coedición de la galería, muy limitada, tan solo tres ejemplares. Lo presentaremos el 15 de julio, a la vuelta de la feria.
En tanto que productora, ¿sois también editora?
Sí, queremos trabajar también como editora; como editores fundamentalmente de publicaciones experimentales o fuera de la idea de catálogo. Funcionaría como una especie de triángulo, donde hay, como es obvio, tres vértices: uno de ellos representa el libro de consulta o libro especializado, por ello configuramos una biblioteca especializada en arte contemporáneo, con presencia de nombres de mujeres más o menos establecidas.
Otro vértice sería el de las genealogías de la poesía visual o poesía experimental, junto a alguna producción sobre la traducción como herramienta creativa. Y el tercer punto, el más importante, estaría representado por el libro de artista. También tenemos planeado llevar a cabo una serie de talleres sobre esta modalidad, invitando a otros agentes tanto locales como foráneos a aportar su visión. Estos talleres sobre libro de artista o fotolibro comenzarán a partir de septiembre.
Esa posibilidad de considerar a la traducción como una herramienta creativa…
Estaríamos hablando de la poética de la traducción. Hay algo ahí. Conozco a un dúo de artistas (cyriaco lopes terri witek) que forman parte de ese tránsito de la poesía entre América del Norte y América del Sur. Lo hice de la mano de ellos, que fueron mis tutores.
Ellos trabajan en ese binomio del texto y la imagen, entre idiomas, porque él es brasileño, y ella es estadounidense. Juegan con esa tercera cosa que surge entre lenguajes: cuando uno está traduciendo, no pasa únicamente de inglés a portugués o viceversa, sino que hay una tercera cosa que se crea en el medio, ese terreno gris de lo que se pierde en la traducción, o de lo que se gana en la traducción.
Para ambos, eso también sucede cuando se pasa muchas veces de texto a imagen, y de imagen a texto: ese recorrido una y otra vez podría ser algo que se pareciera al futuro. No se sabe muy bien qué es; es como un tercer lenguaje, como un tercer espacio.
Por eso a mí me gustaba la idea de triángulo para la colección, porque esos tres vértices dan lugar a un espacio intermedio, ya que en el interior del triángulo se crea una vibración donde ya no hay fronteras entre lo que es libro de poesía o lo que es catálogo; se genera, digamos, una tercera cosa que va más allá: lo liminal.
Ismael Teira
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