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‘Poder i santedat’, de Manuel Molins, dirigido por Paco Azorín
Teatre Principal
Las Barcas 15, València
Del 16 de octubre al 8 de noviembre
“Con la Iglesia hemos topado, Sancho”. O al menos con parte de su más rancia feligresía. Incluso antes de su estreno ‘Poder i santedat (Els Àngels de Sodoma)‘, la galardonada obra de Manuel Molins dirigida por Paco Azorín que estará en el Teatre Principal a partir del 16 de octubre ha causado virulentas reacciones de un sector católico. El motivo, el cartel diseñado por Nociones Unidas en el que aparece la imagen de un Papa besando a un niño.
La Asociación de Abogados Cristianos considera que ofende los sentimientos religiosos y pide que la obra sea retirada por estar financiada con dinero público. En varias ocasiones han sido tachados los pasquines que anuncian la función en la fachada del Teatre Principal.
“La condena de la pedofilia es sólo uno de los aspectos críticos con la Iglesia que aparecen en la obra”, señala Azorín, “digamos que para abrir boca. En una escena aparecen tres curas que acosan sexualmente a una niña, un episodio perfectamente documentado como por desgracia hay muchos más”.
“La libertad es un hábito, y no resulta nada fácil de adquirir. Sólo se adquiere con la práctica”. Estas palabras de Joan Fuster sirven de presentación a una pieza de gran calado que denuncia la corrupción económica y la homofobia de la jerarquía eclesíastica. También rebate la definición que hace la Iglesia del término sodomía como conducta sexual, pues según el Antiguo Testamento y el Evangelio los ángeles de Sodoma eran extranjeros en situación precaria llegaron a la ciudad y fueron atacados por sus habitantes. Sodomita pues designa a quien no acoge a los que vienen de fuera, una alusión directa al rechazo de Europa hacia los inmigrantes.
“’Poder i santedat’ es, en esencia un canto al amor libre”, sintetiza Azorín. “Una reflexión teológica moderna que cuestiona la necesidad de intermediarios entre Dios y los hombres. La Iglesia de hoy día es una especie de multinacional que sólo aspira a servirse a sí misma, a repartir poder, además de estar integrada por muchos corruptos y delincuentes. Una institución que ante delitos graves como la pederastia mira hacia otro lado. La única Iglesia que hoy tendría sentido es la de los pobres y la de las mujeres”.
La relación entre Manuel Molins y Paco Azorín viene de lejos, desde que el primero montó ‘Una altra Ofèlia’ de Molins en el Rialto. A partir de entonces el dramaturgo le envía al escenógrafo y director sus textos recién salidos del horno. “La lectura del texto de ‘Poder i santedat’ dura seis horas que he reducido a unas dos y media”, explica Azorín. “He incorporado la figura de un chaval que desea ser ordenado sacerdote, pero al estudiar a fondo la realidad de la Iglesia de hoy llega a la conclusión de que si Jesucristo volviera a la Tierra alucinaría, y muy posiblemente acabaría juzgado y condenado por ella”.
Un elenco de 14 actrices y actores intervienen en un montaje de gran complejidad que culmina tras dos meses de intensos ensayos. Siguiendo las directrices del Institut Valencià de Cultura que produce el montaje y para garantizar la igualdad de oportunidades se eligieron por casting. Un laborioso proceso de selección al que se presentaron 400 intérpretes seleccionados a lo largo de una semana de sesiones maratonianas.
“Forman un equipo muy variado tanto en edad como en procedencia. El único punto en común, además de su gran profesionalidad es que todos son valencianos. He puesto énfasis en el trabajo físico de los actores porque en una pieza tan texual es conveniente que los cuerpos hablen incluso canten como hace el rapero que abre el espectáculo, un genio de la improvisación”.
Además de la dirección, en la que centra su capacidad de seducir a los intérpretes en un objetivo común, Azorín es el responsable de la escenografía y parte de la iluminación junto a Ximo Alsina. “La obra es realista pero eso no impide que mis propuestas sean arriesgadas y no muy realistas. La acción se desarrolla en Roma, en la Selva Negra alemana y en Londres pero he aglutinado estos tres lugares en un espacio común, ‘Domus dei’ presidido por la cruz y otros símbolos cristianos en planos inclinados sobre los que se mueven los actores simbolizando así el declive de la religión, de los dioses y de la Iglesia”.
Al igual que ha sabido extraer lo mejor de su equipo humano, Azorín aprovecha al máximo las posibilidades que ofrece el Teatro Principal en un auténtico ‘tour de force’ con un resultado casi operístico. A diez días del estreno mantiene la calma pero cuando se aproxima el día señalado, y pese a su larga y brillante trayectoria confiesa que entra en un especie de vértigo. “Como conducir a 200 kilómetros por hora en sentido contrario por una autopista”, bromea.
“Dónde mejor que en el teatro” es el lema de este animal escénico con 150 escenografías en su haber, aparte de los trabajos de dirección. La autocrítica y la sencillez son las líneas maestras de sus proyectos, junto al placer del trabajo en equipo y la ilusión creativa que le retrotrae a la infancia cuando todo lo imaginable es posible.
Contra el aparataje y lo barroco Azorín apuesta por el minimalismo y el movimiento que confiere sentido dinámico al escenario, a la vez que juega con las expectativas del público gracias a su capacidad transformadora.
‘Poder i santedat’ estará en el Teatre Principal de València hasta el 8 de noviembre y luego se representará en los Principales de Alicante y Castellón.
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