Paco Roca

#MAKMAArte
‘Dibujante ambulante’, de Paco Roca
Comisario: MacDiego
Organiza: Festival de Cultura Urbana de Avilés (FOCART)
Sala Permanente de Cómic
Museo de la Historia Urbana de Avilés (MHUA)
Plaza de Camposagrado 2, Avilés
Hasta el 18 de septiembre de 2022

Impelido por el anhelo de dilucidar los enigmas de la creación plástica desde el más elemental y embrionario de sus procesos, el crítico de arte británico John Berger desnudaría su análisis sobre los modos de ver para dejar que la mirada se pueble de todas las razones personales que habitan en su ensayo ‘Sobre el dibujo’ (2005), quizás porque si “para el artista dibujar es descubrir”, comienza, “un dibujo es un documento autobiográfico que da cuenta del descubrimiento de un suceso, ya sea visto, recordado o imaginado”, evidencia después.

Una revelación de todos los acontecimientos posibles que gobiernan el pulso, siempre incógnito, de los primeros trazos del lápiz, los bocetos, las líneas a tinta o el color, ya definitivo, sobre el orbe de páginas que instituyen la obra, cubierta de solapas y multipremiado trayecto editorial, del historietista Paco Roca (València, 1969), cuyo ubérrimo devenir por el mapa internacional del cómic y de la novela gráfica recala, con morfología de autorretrato itinerante, en la Sala Permanente de Cómic del Museo de Historia Urbana de Avilés.

“Una pequeña retrospectiva en la que intentamos mostrar, por un lado, esa evolución que como cualquier autor estás teniendo con los años –en cuanto a temática y tratamiento gráfico– y, también, todo ese trabajo que hay detrás de un cómic”, asevera Roca respecto de ‘Dibujante ambulante‘. Una muestra comisariada por el diseñador y editor valenciano MacDiego, junto a quien el Premio Nacional de Cómic 2008 viene trazando un errabundo circuito expositivo que habría de germinar en el Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM) en 2012.

“Al final, lo que le llega al lector o lectora es como la punta de un iceberg: debajo hay mucho trabajo de documentación, de bocetos, de camino que al final descartas; y esto es una oportunidad de ver ese resultado final”.

Paco Roca. Dibujante ambulante

Una ocasión de asomar la mirada impúdica al raquis que configura ese espacio íntimo del que van eclosionando las inquietudes y aquellos citados episodios percibidos, evocados o configurados por el ingenio que, sin pretensiones cronológicas, gravitan, como destacada incursión posible, en torno a su laureada novela gráfica ‘Arrugas’ (2007), decisiva en su devenir profesional –editada primero como ‘Rides’ por el sello francés Delcourt y ya ulteriormente en castellano por Astiberri Ediciones–.

“No fue mi primer cómic, pero sí es, en cierta manera, lo que me ha cambiado la vida. Si estoy aquí, imagino que es gracias a ‘Arrugas’, que tuvo un éxito inesperado”, secunda el autor, refrendado, entonces, en el Salón del Cómic de Barcelona y en el Lucca Comics & Games de la Toscana, amén del referido Premio Nacional.

Una inmersión, tan aguda como afectiva, por las cuitas derivadas del Alzheimer y la demencia senil de Emilio, un ejecutivo bancario jubilado inspirado en el padre de MacDiego. “Su padre es una persona que conocía desde hace tiempo, entonces pude ver una enfermedad como esta, que me pareció terrible. Así que mucho de lo que cuento surge de las visitas a la residencia de ancianos, pero también de todas las anécdotas que Diego me iba contando”, recuerda Roca.

Una obra, ya solidificada en el acervo editorial contemporáneo, que habría de mudar en proyecto cinematográfico homónimo junto al animador y cineasta argentino Ignacio Ferreras, con quien lograría, en 2012, los Goya a mejor película de animación y a mejor guion adaptado (presente en la exposición).

“Es de esas cosas que me siguen sorprendiendo. No es algo que jamás me plantease tener, pero que surgió a raíz de la popularidad del cómic”. Un insospechado galardón que inicia su singladura fílmica gracias a “un productor que leyó el cómic y pensó que estaría bien invertir millones de euros en una historia de ancianos. Si yo hubiese tenido millones de euros, me hubiese fugado a una isla desierta, no los hubiera invertido en un proyecto así”, confiesa, cáustico, Paco Roca mientras encamina el verbo por los principales acentos de la exposición.

Arrugas. Paco Roca
Página final y bocetos de ‘Arrugas’, de Paco Roca.

Virgulillas que tildan, igualmente, los guiones henchidos de comentarios y tachones en rojo de aquel trabajo en común, y que comunican el paso urbanita y glacial por los ilustradores de Bruguera en ‘El invierno del dibujante’ (2010) –“con ellos me aficioné a los cómics y quise ser dibujante. Quería saber más sobre aquellos dibujantes, cómo se inspiraban, cómo trabajaban… Es lo que me motivó a hacer este cómic”–.

Estímulos que habrían de volcar su porvenir sobre el testimonio consuetudinario y en primera persona de un autor uniformado con las ‘Memorias de un hombre en pijama’ (2011), una serie de tiras publicadas en el diario Las Provincias y en El País Semanal entendidas como la culminación de un propósito infante.

“Para mí, el pijama era, por un lado, el haber cumplido un sueño infantil: el de no tener que vestirme para salir de casa. Lo que más odiaba de pequeño era que mi madre me quitase el pijama y me enviase al colegio, y juré que algún día podría estar en casa en pijama y sin moverme, y en cierta forma lo conseguí”.

Una consecución que debe ser advertida como una excepción en el desabrigado páramo del ejercicio profesional, en tanto que “para mí, vivir de los cómics y de la cultura no es nada fácil, ni en este país ni en ninguno”. Un logro, por tanto, transmutado en congratulante dicha que implica, por contra, que “cada vez tengo menos tiempo para estar en pijama, así que es algo que me guardo para las ocasiones”.

Oportunidades para otras andanzas y confesiones que guían, machadianas, ‘Los surcos del azar’ (2013) del exilio español en París a golpe de tinta de ‘La Nueve’, bajo cuyo Arco del Triunfo surca el pavimento aquella victoria de tanques y bicicletas (“Aunque vencieron en su lucha de acabar con los totalitarismos en Europa y devolver la democracia, no tuvieron un país libre al que regresar”).

Una acerba epopeya, umbilical y estocástica, que palpita, ultramar, bajo la fragata de ‘El tesoro del Cisne Negro’ (2018), entre cuya memoria de barcos hundidos y caudales –adaptada por Alejandro Amenábar en la miniserie de televisión ‘La Fortuna’ (2021)– retornar, tierra adentro, al epicentro de todos los vestigios familiares.

‘La casa’ (2015) –“Mi padre acababa de morir y yo acababa de ser padre. Quise reflexionar sobre el paso del tiempo y sobre los recuerdos”– y ‘Regreso el Edén‘ (2020) –“Mi madre solo tiene una foto con su madre. La idea de este cómic era meterse dentro de esa vieja foto. Comprender una época de miseria y de hambre. Comprender a mi madre y a las mujeres de su época”–.

Mural Paco Roca y Martín Forés.
Mural realizado por Paco Roca y Martín Forés en el lavadero de González Abarca. Foto: Merche Medina.

Mujeres como las que protagonizan el mural que Paco Roca ha realizado, junto al artista valenciano Martín Forés, en el lavadero de González Abarca –en consonancia estilística con el homenaje al barrio de Nazaret (València) que ya hubieron elaborado en comunión en noviembre de 2021– para rubricar la programación del Festival de Cultura Urbana de Avilés (FOCART), legando, así, un vivificado testimonio de un tiempo y espacios de uso comunal de la ciudad asturiana construidos por el arquitecto Federico Ureña González-Olivares a finales del siglo XIX.

“Un mural es de los encargos más bonitos que te pueden hacer. Que un dibujo tuyo sea parte del paisaje urbano y que perdure en el tiempo es de lo mejor que te puede pasar”, suscribe Paco Roca. En cierto modo, la culminación de un logro que viene a sumarse a todas las expectativas consumadas por el cometido profesional.

“Cuando empiezas, quieres tener éxito, todos queremos tener éxito y que nuestro trabajo se reconozca, y publicar en muchos países, pero poco a poco todo eso te va quitando tiempo de seguir trabajando. A veces te sientes como aquellos artistas de circo que tenían un montón de platos en equilibrio e iban de uno a otro”.

Documento de calificación de las clases de Dibujo y Pintura de Paco Roca presente en la exposición. Foto: Merche Medina.

Un ejercicio de contrapesos y simetrías alumbrado ya desde los inciertos y desnortados inicios, tan sugestivos como inopinados. “Los primeros trabajos (de hecho, fue idea de MacDiego incluirlos en la retrospectiva) fueron mi primera evaluación de las clases particulares. Cuando le dije a mis padres que yo quería ser dibujante no me tomaron muy en serio, pero me apuntaron a una academia de dibujo y no empecé con muy buen pie. Mi profesor de dibujo me dijo que…, bueno, que se veía algo, pero que tampoco apostasen mucho por mí…».

Un envés que el paso del tiempo se ha encargado de disolver para situar la figura de aquel profesor (ya fallecido) en un estadio amable de la memoria. «Le tengo mucho cariño. Después, con el tiempo, sí que pudo ver esos primeros éxitos de ‘Arrugas’ y demás. A esas calificaciones les tengo también mucho cariño y están ahí desde el principio de la exposición”.

Preludios que habrían de aventurarse, entre la epatación y el hallazgo, por los predios sicalípticos del underground. “Mis comienzos son en el mundo de la pornografía; todos tenemos un pasado y el mío es ese. No es lo que más me apetecía dibujar, pero cuando empecé habían desaparecido todas las revistas que había en los kioskos de los años 80 y principios de los 90, y solamente quedaban dos, ‘El Víbora’ –en el que me hubiese encantado trabajar, pero estaba lleno de grandes autores y no iban a publicar a un novato como yo– y el ‘Kiss Comix’, que era una revista pornográfica».

«Ahí sí había un hueco para un dibujante novel –matiza Paco Roca– y, además, un dibujante que venía del mundo de la publicidad”, con trabajos para campañas de los juguetes ‘PinyPon’, de Famosa, por ejemplo.

MacDiego. Dibujante ambulante
MacDiego, comisario de la exposición ‘Dibujante ambulante’. Foto: Merche Medina

A este respecto, recuerda MacDiego que “yo tenía un estudio, una agencia de publicidad en los años 80 y Paco era uno de los dibujantes que estaban allí y entonces hacía todo este trabajo publicitario y muchas más campañas. Trabajamos de todo y, además, era un dibujante muy versátil porque dibujaba cualquier cosa y teníamos la confianza de llamarle un domingo a las siete de la tarde y decirle: ‘Tío, para mañana necesito un storyboard de veinte viñetas’, contando, yo que sé, un juguete con naves espaciales… Y estaba. Entonces, esa relación era fantástica”.

Un fecundo nexo profesional que Paco Roca habría de ir diluyendo en pos de materializar las razones creativas que hoy configuran su obra. “Me acuerdo del día que dibujaba estos cómics porno y eramos una banda de jovenzuelos –prosigue MacDiego–: teníamos al dibujante, al músico, al periodista, al escritor, al dibujante de tebeos, al publicista… Eramos como muy molones. Y, de repente, un día, dice que se sale un poquito de todo esto, que se quiere dedicar solo a dibujar tebeos, que solo iba a trabajar por las mañanas y entre semana. Entonces dices: ‘Tío, este no es el mundo de la publicidad, no me jodas, esto no funciona así, no nos hagas esto’. Pero todo fue a peor…”.

Y a carta cabal que todo fue a mejor… “Tantas veces se habla de lo difícil que es vivir de los cómics en España… –reitera Roca–. Pero no solo de los cómics, sino de la escritura, de la música, del cine. Digamos que hay muy poca gente que pueda vivir de los royalties que genera su obra. Los escritores escriben en prensa, los músicos dan sus conciertos, pero para los dibujantes de cómic una de las patas importantes de su economía es la ilustración”.

Por ello ‘Dibujante ambulante’ comprende, igualmente, una serie de encargos y trabajos de “ilustración para todo tipo de clientes, desde Greenpeace, el Ayuntamiento de València, la Diputación, festivales de cómic, festivales de música y algunos otros dibujos que son más por el placer de dibujar”, concluye Paco Roca.

Paco Roca. Dibujante ambulante
Paco Roca junto a algunas de las obras que conforman ‘Dibujante ambulante’. Foto: Merche Medina.