#MAKMAArte
‘PAM!PAM!24
Artistas: Marta Escrig, BOCACO, Karolina Adamczak, Manel Bafaluy, Marcos Pizarro, Porkapeluda, Ane Oma, Antonio Ovejero, Daniela Mariscal y Mina Nogueira Álvarez
Comisarios: Laura Silvestre y José Luis Clemente
Organiza: Facultat de Belles Arts, Universitat Politècnica de València
Produce: Fundación Hortensia Herrero
Colabora: Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana i Ajuntament de València
Atarazanas del Grao
Juan Antonio Benlliure, València
Hasta el 31 de enero de 2025
“It was a dream… We live inside a dream”
(Phillip Jeffries)
Si David Bowie nos advierte de que vivimos dentro de un sueño –en su papel de agente especial del FBI Phillip Jeffriesen en la película ‘Fire Walk With Me’ (1992), de David Lynch–, Ane Oma cita la letra de su canción ‘Where are we now?’ –del álbum ‘The Next Day’ (2013)– para presentar su instalación ‘Siempre quiero volver aquí’ (2024), con la que participa en la nueva edición de ‘PAM!PAM!’.
Al igual que Bowie, Oma entrelaza lo personal y lo universal de manera poética y memorable en sus piezas: “Me gusta pensar que la vida debería flotar como un sueño. Me gusta pensar que nada debería ser verdadero”. Manifestaciones que denotarían una búsqueda de sentido en medio de un mundo fragmentado.
La fragmentación, como cuestionamiento de la unidad de la representación tradicional y el gran relato, está presente de un modo u otro en las diferentes propuestas presentadas por los seleccionados de la ‘Muestra de Producción Artística y Multimedia PAM! 2023’ por la Facultad de Bellas Artes de València.
La fragmentación y la complejidad son inherentes, como señala Hal Foster, a las sociedades capitalistas tardías. En el caso de la fragmentación que realiza Antonio Ovejero, mediante complejos encuadres que dejan fuera de campo a las mujeres protagonistas, nos podría conducir a cierta confusión acerca de la identidad de las retratadas. A pesar de incidir en pintar con detalle propio de la nueva objetividad sus elementos identitarios, entendemos que obvia la naturaleza de su estética.
En su ensayo, Miguel Feo incidía en la herencia franquista de unos símbolos propios del kitsch patrio que se transmiten generacionalmente conformando el look de lo que denomina ‘Señoronas de ciudad’. En este sentido, Foster nos advierte contra la mera celebración superficial de lo fragmentado, sin una reflexión profunda sobre sus implicaciones culturales o políticas.
En el caso de Porka Peluda, la fragmentación podría entenderse como una herramienta crítica para desarmar jerarquías tradicionales y, siguiendo a Foster, cuestionar las normas establecidas y abrir espacio para perspectivas alternativas.
En su proyecto ‘C’ute coleric space <3’, la autora se enfrenta a la violenta experiencia de ser una chica: “Si la ira nos picotea la piel, nos hace estremecernos, sudar y temblar, podría entonces conducirnos estremecidas hacia nuevas formas de ser; podría permitirnos habitar un tipo diferente de piel, aunque esa piel conserve las marcas y las cicatrices causadas por aquello en contra de lo cual estamos.”
Frente a un presente caótico y fragmentado, se dispara la nostalgia que destilan las señoronas de ‘Perfume, laca Nelly y muchos anillos’ (2024), de Ovejero. Como señala Lyotard, en lugar de una visión lineal hacia el futuro, se apuesta por una regresión hacia el pasado.
Un viaje en el tiempo que Woody Allen ilustra irónicamente en ‘Midnight in Paris’ (2011), donde ejemplifica la desconfianza en el progreso como condición postmoderna. El creador en la parodia de Allen se siente desconectado del presente y busca consuelo en la vanguardia histórica del idealizado Montmartre de Picasso.
Un sentimiento que, en gran medida, podría vislumbrarse en las propuestas de esta muestra, quizás como una reacción inconsciente a la actual crisis del mercado del arte. Un contexto donde los coleccionistas y las grandes subastas internacionales apostarían por valores seguros, con el peligro de que este interés revisionista dificulte la posibilidad de afianzar las nuevas tendencias.
Cuando nos enfrentamos al análisis de las obras expuestas en Atarazanas, su intertextualidad nos conduciría a un entrañable y fructífero diálogo con la historia del arte. Como obras culturales, no existen de manera aislada, según Umberto Eco, sino que forman parte de un sistema de significados en constante interacción. De este modo, deben ser leídas en relación con otras obras, puesto que ningún significado sería autónomo.
Sin atender a su intertextualidad, sería difícil comprender las continuidades y rupturas que posibilita establecer su contexto cultural, y las relaciones que establecen con otros creadores. Lo que nos llevaría, como señala Eco, a la necesidad de un lector modelo, un espectador capaz de captar las referencias, ironías o guiños que los autores hayan incluido en su discurso.
De ahí quizás la razón de que cada vez sea más habitual, y necesario, la introducción a las obras con una manifestación del artista. En el transcurso de la inauguración de la muestra, las diez participantes tomaron la palabra y realizaron un breve discurso donde expusieron las claves de su trabajo. Quizás se trate de un síntoma de la merma en las habilidades del lector modelo, o la esperada aproximación al arte de un nuevo público no especializado. En cualquier caso, críticos y comisarios siempre han estado atentos a estas labores desde su contribución en los catálogos o los medios de comunicación.
En este caso, los comisarios Laura Silvestre y José Luis Clemente han señalado una serie de claves estéticas y conceptuales para abordar el interés de las propuestas sobre la memoria colectiva, el imaginario popular, el existencialismo, la metamorfosis, el espacio público, la migración o el entorno cotidiano. Conceptos como minidesiertos urbanos o imágenes como la de las cabras sobre un árbol forman parte de un mosaico de citas que, como señala Eco, el espectador activo debe reconocer y explorar para descifrar este sistema intertextual.
Los campos de color del expresionismo abstracto americano asoman en la serie de Marta Escrig. “El ritmo es el signo de la vida”, señala la autora, conduciéndonos, por ejemplo, al Berlín de Walter Ruttmann en su ‘Sinfonía de una ciudad’ (1927). Y, de ahí, a sus animaciones abstractas ‘Rhythmus 23’ o los ‘Lichtspiel Opus’, y su manifiesto ‘Pintar con la luz’. Los cuadros como partituras cromáticas, los ritmos a través de las franjas de color de Kenneth Noland o Barnett Newman.
La creación de mundos secundarios para escapar de la realidad, como defiende Wolf, es la estrategía de Manel Bafaluy. Si en la propuesta de Jodorowsky para filmar ‘Dune’, de Frank Herbert, recurrió al poder de visualizar el más allá de HR Giger como concept artist, por recomendación de Dalí, Bafaluy presenta una metamorfosis, con reminiscencias kafkianas, con la que “trata de representar y honrar los estados de transformación de la materia y por ende del alma”. La realidad virtual y la impresión 3D son las estrategias a las que recurrirá para detener el juicio y desplegarse en el espacio.
También la realidad virtual y el metaverso están presentes en la videoinstalación ‘La Muerte de La Muerte’ (2024), de Karolina Adamczak. Tres pantallas enfrentadas donde se proyectan en bucle sesenta escenas rodadas en diversos lugares significativos para la artista, como València, Barcelona o Dublín, fragmentos de distintas vidas. Una realidad alternativa donde los humanos se han vuelto inmortales. Un tema recurrente de la literatura clásica y el cine, que en este caso podría remitirnos en cierto sentido a ‘El espíritu de las navidades futuras’ del ‘Cuento de Navidad’, de Charles Dickens.
El desafío a las normas es la estrategia que adopta Marcos Pizarro para afrontar su crítica al sistema artístico, político y social. Su deliberado cuestionamiento de la academia se manifiesta en la técnica y el estilo con el que aborda sus relatos pictóricos. Pizarro se adentra en la crítica al neoliberalismo apuntando cómo las políticas económicas actuales perpetúan la alienación y la marginación de las clases más desfavorecidas.
La narración, como motor de inspiración, permite conectar historias individuales con problemáticas sociales más amplias, creando una obra profundamente política que busca una reflexión sobre la historia y el presente. Sobrevuela la crudeza crítica y pictórica de los ‘KKK’, de Philip Guston, en sus gorriones exterminados y sus cabras trepadoras. Pero, también, la rebeldía del realismo social del británico Ken Loach.
En esta línea, cuestionando el gran relato de la historia, Mina Nogueira Álvarez aborda las contradicciones de las políticas urbanísticas mediante una instalación que recrea los antiguos minipipicanes. Probablemente, Rem Koolhaas incluiría estos desiertos urbanos entre las metáforas provocadas por la urbanización moderna, impulsada por fuerzas económicas y tecnológicas, que transforma las ciudades en lugares fragmentados, carentes de un tejido social cohesivo.
A través de esta propuesta, Nogueira invita al espectador a reflexionar a través de su instalación sobre el uso y el desaprovechamiento del espacio público, planteando una crítica a las políticas urbanas que no logran adaptarse a las necesidades reales de los ciudadanos.
Otro aspecto relevante del arte contemporáneo sería la reflexión sobre la identidad cultural en un mundo globalizado. Daniela Mariscal aborda este tema a través de la serie pictórica ‘Chicha Migrante’, una exploración visual de la comunidad andina en el contexto español en una clave renovada del pop art clásico. La chicha, una bebida fermentada de maíz, se convierte en un símbolo de la identidad cultural que trasciende su naturaleza para representar un vínculo con las raíces y las tradiciones.
El collage y los recursos propios del diseño publicitario conforman las imágenes en clave cartelística donde Mariscal reflexiona sobre los procesos de integración de los migrantes, cuestionando los discursos oficiales sobre la pertenencia y explorando cómo la migración redefine tanto la identidad personal como colectiva.
Para concluir esta revisión de la selección de esta edición de ‘PAM!PAM!’, la instalación de BOCACO presidida por un hinchable, en la estela de Claes Oldenburg, con aire manga. Un gigantesco monstruo realizado con bolsas de basura negra sobrevuela un cultivo de plástico mantenido con respiración artificial gracias a un dispositivo, según su autor, de avanzada tecnología.
Una suerte de ironía postapocalíptica de carácter punk. Un ‘No Future’ que los Sex Pistol convertirán en lema generacional en otra canción, ‘God Save the Queen’ (1977). Un grito de desesperación, pero también una forma de subversión, creatividad y, paradójicamente, de afirmación de vida en un mundo que parecía negarla.
El nostálgico París de Allen frente al ‘The Arcades Project’ (1983), de Benjamin, donde lo viejo y lo nuevo se entrelazan en un eterno presente de fragmentos del pasado. El arte contemporáneo sigue siendo un campo de exploración vital para reflexionar sobre la vida y la muerte. Desde la abstracción y la exploración de la percepción hasta la crítica social y la reconfiguración de la identidad, los artistas continúan desafiando las convenciones, invitando al espectador a cuestionar las realidades que damos por sentadas.
Al conectar sus obras con la historia, la tecnología y las problemáticas sociales nos recuerdan que el arte tiene el poder de transformar nuestra comprensión de los mundos que habitamos.
“What year is this?”
(Laura Palmer)
[Frase final del último episodio (18) de ‘Twin Peaks: The Return’ (2017), de David Lynch]
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