Pan y Circo. Jorge Isla. Las Cigarreras

#MAKMAArte
‘Pan y Circo’, de Jorge Isla
Exposición de la convocatoria ‘Scroll 2022’
Caja Blanca – Sala Negre
Centro Cultural Las Cigarreras
San Carlos 78, Alicante
Hasta el 16 de noviembre de 2022

Tras un verano donde hemos podido disfrutar del más reciente videoarte japonés, el proyecto NEGRE, que ocupa la sala dedicada al videoarte de las Cigarreras, continúa con su programación teniendo siempre presente el objetivo de impulsar el medio audiovisual en sus numerosas vertientes.

Es así que anualmente presenta la convocatoria ‘Scroll’, una invitación abierta para mostrar, ocupar y repensar “la verticalidad infinita del scroll”. Un proyecto que supone añadir un valor a la investigación sobre los nuevos medios, su confluencia con el arte y la interacción con el público.

Tal y como señala José Luis Pérez Pont, director del Consorci de Museus: “La convocatoria de ‘Scroll’ supone una invitación para explorar el arte digital y el uso de la tecnología, y reivindicar las prácticas artísticas como lugar de experimentación. Las obras seleccionadas revelan la capacidad que tiene el medio audiovisual para reflexionar sobre esta temática y profundizar sobre aspectos de lo contemporáneo. Desde el Consorci de Museus, nuestro compromiso con esta convocatoria es impulsar el talento emergente y mostrar nuevas expresiones artísticas que desarrollan narrativas interactivas en su forma más experimental en un espacio de referencia como Las Cigarreras”.

Precisamente, la primera propuesta seleccionada es la de Jorge Isla, que presenta uno de sus proyectos que más se aproximan a este límite en el que la experimentación traspasa la obra y bordea los límites de indefinición de la técnica. Al adentrarnos en la negra sala, sorteamos unas servilletas sobre las que paseamos y nos sentamos. Antes de entrar, ya se escuchan los extraños sonidos que caracterizan el ASMR. Esta tendencia, que con tanto ahínco defienden sus practicantes, se describe como una experiencia difícil de describir que se manifiesta por sentir un cosquilleo involuntario, una especie de relajación excitante.

Seguro que algún visitante tinglehead -así es cómo se denominan aquellas personas que sienten placer ante esta práctica del ASMR- ya empieza a sentir ese cosquilleo desde fuera de la sala. En el proyecto, el artista ha elegido centrarse en el mukbang, un extraño espectáculo donde estos ASMR-tists ingieren grandes cantidades de comida frente a la cámara, en streaming, y en cuyos vídeos se amplifican los sonidos, se exageran, se enaltecen para tratar de activar estos estímulos sensoriales. Aunque, en realidad, el verdadero incentivo está en las ganancias que proporcionan las personas detrás de la pantalla.

El trabajo de Jorge Isla siempre nos ha ofrecido un análisis de la realidad inmediata, de sus modos de producción y consumo bajo el prisma de lo tecnológico. En otros proyectos ha usado la fotografía o la escultura más de tipo instalativo, como ocurrió en ‘Still Life’, donde también podíamos rastrear el uso de ese residuo en las pantallas rotas. Esas pantallas se reconvertían para mostrar un reflejo fragmentado de la persona que visitaba la sala donde estaban expuestas. Ahora, en ‘Pan y Circo’ presenta las imágenes sin edulcorar.

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Esta especie de collage apropiacionista le sirve para mostrar crudamente, enmarcado en un barullo continuo de exudaciones hechas físicas, que el capitalismo digital encuentra numerosas formas de plasmar. Se trata de mostrar la línea crítica de consumismo exacerbado que rodea el mundo virtual y sus extraños (aunque a la vez cercanos) rituales. Las imágenes nos invitan a reestructurar las líneas del capitalismo más extremo, donde el desperdicio de comida está a la orden del día.

Pan y Circo’ recuerda con su título al método de distracción de las masas que ya se utilizaba en el Imperio romano. Comida de baja calidad y espectáculos masivos para calmar a las masas, para adormecerlas. Así, Isla consigue, a través de esta instalación, subvertir los estímulos y desplazar la experiencia para crear un doble reflejo: por un lado, en el que vemos crudamente los gustos de una sociedad aparentemente decadente; y, por otro, en el que nos vemos imbuidos y quizá identificados en la rapidez y el entendimiento de los códigos visuales mostrados.

Habla Remedios Zafra de esa posibilidad de hacerse y deshacerse del cuerpo, conectar y desconectar en cuestión de unos segundos tras una pantalla… Y entra aquí, quizá, esa culpabilidad diluida a través de la que tratamos de construir una identidad del yo digital. Una identidad que, en toda su complejidad, es también cuerpo, potencialmente utópico, y que se genera en esos valores, en esas comunidades del ciberespacio, consumidoras, casi destructoras…

Por ello, y retomando a Zafra: “Problematizar sobre sus lastres y posibilidades [de Internet] nos ayuda a ser agentes activos de nuestros cambios individuales y colectivos en una sociedad en red y, también, a vivir al lado de nosotros mismos, no sólo con duelo y pasión como sugiere Butler, sino con riesgo y creatividad”.