La blancura de la ballena, de Paul Graham
Bombas Gens Centre d’Art
Avenida de Burjassot, 54. Valencia
Hasta el 27 de mayo de 2018
“¿Que si pretendo movilizar la conciencia de la gente? Pues sí”. Esa respuesta de Paul Graham a una de las preguntas de los medios puede ir ligada a esta otra referida al modo en que trabaja la luz en sus fotografías: “Hay tres controles sobre la cámara: el primero relacionado con la luz, que entre más o menos; el segundo, con cortar el tiempo a trozos, y eso se hace con el obturador; y el tercero, con el enfoque, que representa la conciencia del ojo que elige mirar”. De manera que la conciencia para Graham se activa al enfocar la mirada con suma atención. Que es lo que pide, precisamente, al público: “Que se acerque y observe”.
Graham lo dijo para orientar a ese espectador que, ante una de sus fotografías de intenso blanco, sienta “frustración porque no ve nada”. Es en este sentido que el fotógrafo británico reta al público, sacándole de su acomodo, para que, al igual que él sintió un ”shock” la primera vez que fue a Estados Unidos, también la gente que contemple su obra reciba un mismo impacto. Bombas Gens reúne más de medio centenar de esas lacerantes imágenes en la exposición The Whiteness of the Whale (La blancura de la ballena), que se podrá visitar hasta el 27 de mayo.
Se trata, como explicó Vicente Todolí, director del Área de Arte de la Fundació Per Amor a l’Art, de la tercera muestra de Graham en España y la primera vez que se recogen sus tres series fotográficas realizadas en Estados Unidos entre 1998 y 2011: American Night, A Shimmer of Possibility y The Present. Series que reflejan “la belleza de lo cotidiano que está impregnada de tragedia; momentos fugaces que vienen y se van y constituyen el tejido de la vida”, subrayó el propio artista afincado en los Estados Unidos objeto de su acerada crítica.
“La blancura de la ballena hace referencia a [Herman] Melville”, autor de Moby Dick, de quien toma prestado el asunto de la obsesión de un hombre, el capitán Ahab, por alcanzar su meta, aunque tenga que llevarse por delante la vida de su propia tripulación. Graham asoció esa pulsión asesina con el capitalismo imperante en Estados Unidos, “que únicamente incide en el dinero”. Sus fotografías vienen a dar precisa cuenta de todos esos “pobres que borramos y convertimos en invisibles para seguir viviendo”.
Nuria Enguita, directora de Bombas Gens Centre d’Art, incidió en esa manera que tiene Paul Graham de obligarnos, en la era de la indiscriminación de imágenes de la era de Internet, “a parar y volver a mirar”. Y relacionó su obra con la literaria de Coetzee o de Chejov (luego, durante el recorrido, se atrevió a sumar la de Azorín), porque “escuchan la realidad” del mismo modo que lo hace Graham. “El libro es su medio preferido para mostrar las imágenes”, añadió la directora. De ahí que trabaje con series que le permiten seguir de cerca a cualquiera de esos pobres invisibles o desplegar una escena de la vida cotidiana. “Son historia o narraciones al estilo de [Raymond] Carver”, precisó Todolí.
Historias que Graham desarrolla como si fuera un entomólogo describiendo el modus vivendi de todas esas personas que viven al margen de la opulenta América. Descripción a ritmo de tango, tal y como recordó el artista evocando a sus referentes Walker Evans o Robert Frank: “La fotografía es un baile con la vida tal y como se presenta”. Por eso dijo que los que más le gustan son aquellos “que saben bailar el tango con la vida”. Un tango que en sus fotografías le permite atraer y repeler a un tiempo lo bello y lo dramático, lo duro y lo tierno, por emplear las palabras de Susana Lloret, directora de la Fundació Per Amor a l’Art.
Un acercamiento al “flujo de lo real” (Enguita) que Graham realiza mediante una fotografía tildada de documental, pero que el artista prefiere sin adjetivos: “Llamémosla simplemente fotografía”. Carácter documental que, en todo caso, no deja de ser otra forma de tomar conciencia de la invisibilidad del drama cotidiano. Tras las personas anónimas de su serie de fotografías, late esa huella de lo real que se resiste a su conversión en simple mensaje contra la desigualdad social. Las imágenes de Paul Graham, además de studium (testimonio o cuadro histórico), por utilizar a Roland Barthes, dejan aflorar el punctum que lacera la mirada del espectador. “Crea atmósferas extraordinarias de vidas ordinarias”, concluyó Enguita.
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Salva Torres
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