Pep Girbent

#MAKMAArte
‘El Girbent copista en la Colección Rimontgó’
Comisariado: Arturo Castro
Coordinador de la exposición: Víctor Segrelles
Organiza: Fundación El Secreto de la Filantropía y Rimontgó
Casino de Agricultura
Comedias 12, 4ª planta, Valencia
Inauguración: jueves 25 de enero de 2024

Pep Girbent tiene tres pasiones: el Barroco, su fascinación copista y el poner en tela de juicio, precisamente a partir de ese obsesivo trabajo por la copia, los difusos límites que separan la realidad copiada de la ficción mostrada.

“El tema de la copia me ha fascinado desde mis inicios. Mi intuición fue que, en el siglo XXI, las reglas del juego eran muy diferentes a las del siglo XX, y de ahí me inventé una frase provocativa para abordar ese cambio de paradigma y que dice así: “Las copias no existen, todas son originales”, subraya el artista.

Esas tres pasiones suelen dar lugar a una cuarta: la necesidad de contar historias que, ligeramente inventadas a través del ingenioso montaje de sus propias obras, provoquen la sorpresa y el desconcierto en el público.

“Cada uno intuye en qué ámbito puede ser singular y hacer su aportación. Hay gente que trabaja las últimas tecnologías, las imágenes digitales o la Inteligencia Artificial y, si es un gran artista, hará grandes obras. Y me parece estupendo”.

“Pero yo creo que hoy en día, precisamente, en medio de esta marea de imágenes digitales, el tener la capacidad de realizar obras pintadas con un estatuto ontológico diferentes, que respiran, tienen su textura y su olor, es más necesario que nunca. No trabajo contra nada, pero creo que aquí puedo ser singular”, apunta Girbent.

Pep Girbent, en el Casino de Agricultura, junto a ‘Las hilanderas’ de Diego Velazquez.

Su singularidad consiste, por tanto, en traer al presente obras del Barroco que a él tanto le atrae, así como imágenes de un pasado más reciente e incluso presente, para dotarlas, mediante su trabajo de copista, de un alma propia: a su juicio, el alma de la copia que se nutre del espíritu del original, en muchos casos poniendo en cuestión la relación de valor y precio.

“Leibniz, en el siglo XVII, ya comentó que no hay dos cosas iguales en el universo. Él decía que si usted piensa que dos gotas de agua son iguales es que no ha llegado muy lejos en su análisis. Entonces, llevándolo al territorio de la pintura, esta verdad se vuelve escandalosa. Cualquier pintura es una singularidad comparada con cualquier otra cosa; aunque tú quieras hacer una copia exacta, es imposible”, proclama.

Su amor por el Barroco se sintetiza, en el caso que nos ocupa, en la obra de Diego Velázquez (‘Las hilanderas’) y en la de Johannes Vermeer (‘La joven de la perla’ y ‘El astrónomo’). Amor que da lugar a una sucesión de amantes en forma de copias (¿O no?), que desfilan por su particular sentido expositivo para dejarnos un sinfín de dudas en torno a la verdad del arte.

“Nietzsche decía que la verdad no existe, lo que hay son máscaras, interpretaciones o, a veces, interpretaciones de interpretaciones. Con respecto al arte, yo la entiendo como la capacidad que tiene el artista de plantear preguntas que no la de dar respuestas”.

Y añade: “Se trata de plantearle paradojas al público, que a lo mejor no se les había ocurrido. No dar por sentadas cuestiones que, cuidado, igual no son tan obvias. Está todo tan teñido de ideología, hoy en día, que yo lo único que hago es intentar tomar distancia con las cosas obvias”.

‘La joven de la perla’, Mauritshuis museum wall, ¿de Johannes Vermeer o de Pep Girbent? Imagen cortesía de El Secreto de la Filantropía.

Arturo Castro, comisario de la exposición que nos ocupa, ‘El Girbent copista en la Colección Rimontgó’, que acoge el Casino de Agricultura de Valencia organizada por la Fundación El Secreto de la Filantropía y la propia Rimontgó, ha sido el encargado de seleccionar las obras de esta importante colección privada relacionadas con la vertiente copista de Girbent.

Y lo ha hecho, siguiendo la estela confusa del original y la copia, asumiendo el espíritu del propio artista, hasta dificultar la diferencia entre uno y otro. Se trata de una vuelta de tuerca más, en ese juego de espejos que practica Girbent, vinculado, sin duda, con el que igualmente practicaba Velázquez. De manera que ambos –incluso los tres, si añadimos al comisario– buscan, más que generar un acto de prístina comunicación, recrear una experiencia vivida con intensidad mediante el acto mismo creativo.

De ahí la pasión con la que Girbent copia tratando de que alumbre en él una experiencia, por apropiación (in)debida del original, que luego traslada al público para que algo en él se encienda por igual.

“Mi amor por la tradición pictórica occidental me ha llevado a darme cuenta de que, cuando he tenido que copiar un Vermeer o un Velázquez, eran experiencias extraordinarias en sí. Copiando ‘Las hilanderas’ tuve la sensación muy fuerte de que Velázquez me estaba enseñando, desde la noche de los tiempos, el empleo de ciertos recursos pictóricos o la manera en que había logrado cierta solución. Fue un diálogo muy fructífero y muy íntimo”, resalta el artista.

Con Joan Fontcuberta, del que dice que no conocía su obra, tiene “muchos puntos en común, en el sentido del arte como un espacio lúdico, como un juego para dirigir al público siempre hacia cosas importantes”.

Cartel del documental ‘El Vermeer nº 36’, de Manuel Espinoza.

Como lo dirigió en la experiencia artística plasmada en el documental ‘El Vermeer nº 36’, dirigido por Manuel Espinoza, y que se puede ver en la exposición del Casino de Agricultura, completando la muestra. “Con ‘El Vermeer nº 36’ quise hacer un experimento sociológico acerca de hasta qué punto la gente es manipulable para llegar a creerse un relato”. Y hasta ahí podemos leer, ya que se trata de una película donde la realidad y la ficción, de nuevo, se van dando la mano como si fueran uno de esos senderos que se bifurcan borgianos.

De hecho, Borges figura entre sus influencias. Vean hasta qué punto. Dice al autor de ‘El Aleph’: “La solución del misterio es siempre inferior al misterio. El misterio participa de lo sobrenatural y aun de lo divino; la solución, del juego de manos”.

“La estética de Borges me influyó mucho, porque invirtió muchos paradigmas que eran centrales en la modernidad. En un cuento, el primero de ‘Ficciones’, Borges habla de un infinito crecimiento de las diferencias, de copias de copias de copias, de la complejidad global. Esto, inconscientemente, me influyó a la hora de entrar en mis asuntos”, cuenta Girbent.

‘El Girbent copista en la Colección Rimontgó’ muestra una selección de esas ficciones construidas a base de copias, con el fin de sacar al público de sus casillas, en el doble sentido de zarandearlo y de cuestionar los moldes que rigen el pronto beneplácito ante lo que ve.  

“Una vez que he decidido esto, me meto a analizar algo que tiene que ver con esa idea de la brocha gorda, del todo es blanco o es negro. Pues no, a mí me gusta el mundo de las sutilezas: explorar a fondo y estar atento a cuando empiezan a brotar las paradojas”, destaca.

Pintura n 41 (Kunstshistorisches museum de Viena), 2007, de Pep Girbent, en el Casino de Agricultura. Imagen cortesía de El Secreto de la Filnatropía.

“Cada obra es como un portal que te conecta con la exposición primigenia. Por eso hay una serie de textos numerados, en el que se explica de dónde viene la obra, antes de pasar a pertenecer a Rimontgó, describiendo las diferentes estaciones de mi aventura pictórica; mis aproximaciones, mis tentativas, para explorar este universo del original y la copia”, agrega el artista que dice robar imágenes que le seducen “por su potencial traducido en pintura y a cierto formato”.

Esta es otra de las cosas que afirma genera mucha polémica en su discurso pictórico “y es que me gusta trabajar con márgenes acotados, que es un precepto de la modernidad, y que yo invierto. Está la aportación al nivel que sea del artista original y luego mi aportación encima, a modo de palimpsesto, que se entrevera”.

Tiene la fe de que la pintura “es un medio que lo cambia todo cuando interviene; lo trastoca, convirtiéndolo en otra cosa”. Por eso explica que el leit motiv de su exposición en su “diálogo con la tradición pictórica y con la pulsión de la pintura pintada. Es decir, volver a pintar pinturas”.

Como vuelve siempre que puede a Velázquez: “Es tan bueno, porque solo reproducía las partes puramente ópticas de lo real. Cuando era más joven, intentaba dar forma, modelar, pero imagino que, a través del descubrimiento de las imágenes ópticas, de la cámara oscura, descubrió que la plasmación óptica de una imagen produce fantasmas luminosos, no hay nada consistente. Su pintura es una pintura enigma y esto es muy barroco”. Enigma y Barroco que Girbent hace suyos para proseguir la estela dejada por tanto fantasma luminoso.

Pep Girbent
Pep Girbent y Salva Torres, en plena conversación sobre el original y la copia, en el Casino de Agricultura. Imagen cortesía de la Fundación El Secreto de la Filantropía.