Pep Girbent

#MAKMAArte
La exposición infinita
‘Mujer bañándose en un río’, de Rembrandt
Entrevista a Pep Girbent
Rimontgó
Gran Vía Marqués del Túria 62, València

A Pep Girbent dicen atraerle las paradojas. Por ejemplo, una que lleva cultivando desde hace años: reproducir obras antiguas que, traídas al presente después de un arduo combate creativo, se transforman en contemporáneas. Como dice el pintor Antonio López, “no se trata de copiar la realidad, sino de que pase algo”.

Y lo que pasa cuando Girbent se pone a copiar obras del pasado, de artistas como Velázquez, Vermeer o Rembrandt, es que el tiempo cobra una vitalidad inesperada. Diríase, en este sentido, que, tratando de penetrar en la intimidad recóndita de las cosas, por seguir al metafísico Carlos Carrà, “siente que él no está en el tiempo, sino que el tiempo está en él”.

De manera que Girbent, viajando al pasado, y llevando a cabo lo que el director Víctor Erice le comentó al propio Antonio López (“hay cosas que la realidad no te entrega si no sabes esperar”), toma el pulso a las pinturas antiguas para entregarnos una serie de copias fruto de un tiempo pretérito que ahora reverbera en ellas.

Y son esas huellas de la pintura, que en su día produjeron artistas cautivados por la belleza (o el horror) de su realidad circundante, las que Girbent trata de recuperar mediante un trabajo de amanuense, en el que, a partir de lo conocido, subyace lo desconocido que toda obra de arte contiene en su interior.

De ahí ‘La exposición infinita’ que Girbent lleva proponiendo en Rimontgó, donde cada cuatro meses muestra una obra distinta, con el fin de producir una especie de muestrario pictórico en constante proceso, a partir de copias que van más allá del virtuosismo técnico para adentrarse en la atemporalidad que atesoran.

En esta ocasión se trata de ‘Mujer bañándose en un río’, de Rembrandt –antes fueron ‘La venus del espejo’, de Velázquez, una fotografía de Nan Golding, y sendos fotogramas de ‘Lady Macbeth’, de William Oldroyd, con Florence Pugh, y ‘La doncella’, de Park Chan-wook–, en la que se ve a la mujer que encabeza el título de la obra, remangándose el vestido para introducirse en las aguas de ese río en el que, según Heráclito, nadie se baña dos veces, de nuevo recordándonos que no hay dos instantes iguales, como no hay dos obras iguales.

Girbent se afana por captar esa luz que vacila entro lo gozoso y lo inquietante: el placer del cuerpo y el fondo oscuro del que parece emerger. Luz de vida y de muerte que remite al propio acto de mirar o espiar a esa mujer bañándose, puesto que en esa mirada se concentra el sadismo de quebrar el límite que impone lo privado, junto al goce de participar en una escena asociada con el paraíso en la tierra.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, ‘Lady Macbeth’, de William Oldroyd, ‘La doncella’, de Park Chan-wook, ‘La venus del espejo’, de Velázquez, y fotografía de Nan Golding, obras de ‘La exposición infinita’, de Pep Girbent, en Rimontgó de València.

‘La exposición infinita’. ¿Por qué?

Lo de ‘exposición infinita’ es un concepto novedoso que tiene que ver con una exposición de pintura sin que ésta se muestre simultáneamente en el espacio, sino sucesivamente en el tiempo, lo cual obliga a la gente a ver las pinturas de una en una. De manera que la defiendo por su originalidad conceptual, huyendo del conducto reglamentario del mundo del arte.

¿Qué te lleva a elegir esas obras?

Es una maraña inextricable de pequeñas causas. Yo funciono en pirámide: soy un coleccionista de imágenes que rastreo en la red, al igual que veo películas, y cuando una imagen me llama la atención, por lo que sea, la guardo en mi carpeta. De toda esa masa enorme de imágenes, pasa el filtro un tanto por ciento, que es el que se acaba convirtiendo en acontecimiento pictórico.

Ese “por lo que sea” cómo se puede concretar.

Soy un fan del barroco, porque creo que fue un periodo que reunió una producción artística excelsa en nombres concretos: Bach y Haendel, en música; Velázquez, Vermeer y Rembrandt, en pintura; Spinoza y Leibniz, en filosofía; Quevedo, en poesía. Pero, en última instancia, a pesar de que es una gran fuente de inspiración, mi objetivo final es que las imágenes tengan algo contemporáneo. Parece una paradoja, pero es que a mí me encanta jugar con las paradojas.

¿Qué te atrajo de esta pieza de Rembrandt?

Meterme con la pintura de Rembrandt ha sido un reto muy complejo, porque, así como con Vermeer o Velázquez su manera de hacer es la de artistas que utilizan la óptica, lo cual iba a favor de mis recursos, con esta ha sido diferente. Rembrandt no utiliza la óptica como los otros: sus pinturas son bellísimas, pero tienen un aspecto antiguo, de forma que he tenido que trabajarlo mucho más y ha sido una lucha en toda regla con la representación.

Esta pintura, de hecho, la hice en 2022, la tenía guardada y, cuando la retomé, no me gustaba nada; me parecía una pegatina. De manera que, sobre las ruinas de la pintura antigua, volví a trabajar hasta que el marco adquirió el nivel de precisión más parecido a lo que estoy haciendo ahora. Entonces, por decisión artística, fui dejando rastros de esta lucha con la representación. 

Y luego me atrajo el conjunto: al trabajar con elementos clásicos, todos ellos por separado, lo normal era que hubiera quedado un cuadro muy tradicional, pero al proponerlo en este juego del trampantojo se convierte en contemporáneo. Y esto de tener un pie en cada lado, pues a mí me satisface.

Pep Girbent ante ‘Mujer bañándose en un río’, de Rembrandt, obra de su autoría en ‘La exposición infinita’, en Rimontgó de València.

Es un cuadro en el que se muestra a una mujer bañándose en un gesto íntimo.

Sí, tiene ese gesto de ella levantándose la falda, parándose justamente antes de que se vaya demasiado arriba. Es una responsabilidad compartida, en este caso, con Rembrandt: yo asumo la parte que me toca al elegir esta imagen, pero el original es de Rembrandt. Por eso me gustan las obras en segundo grado, porque son como palimpsestos: se suman capas. El mayor mérito es de Rembrandt y yo, al repetir la obra, lo que hago es incluir mi comentario, mi firma.

¿Hay un punto de voyeur con el que te sientes identificado?

Sí, me siento un poco identificado con ese aspecto de voyeur del artista. Las pinturas que hemos enseñado aquí, por ejemplo, tienen relación con esto. La primera (‘Lady Macbeth’, de William Oldroyd, con Florence Pugh), con esa chica mirando de forma omnipresente por la ventana y presuntamente en una estancia privada, representa una escena íntima del personaje. La de las chicas en el baño (‘La doncella’, de Park Chan-wook), lo mismo: es una escena íntima, al igual que las siguientes.

Más contemporáneo que la intimidad no hay nada, ahora puesta en entredicho con tanto reality-show, tipo Gran Hermano, mostrando sin ambages la intimidad de los concursantes.

La pulsión de fisgar es algo muy humano. Las piezas presentadas aquí, hay quien me las ha relacionado con Edward Hopper, un pintor paradigmático de esto que estamos hablando. De todas formas, creo que el aspecto extraño que tienen estas pinturas es que parece que están fuera del tiempo.

Y, en el caso de Rembrandt, no es una impresión, sino una construcción, porque no remite a ninguna captura. Yo primero pinto el cuadro a escala 1:1, basándome en la imagen de la web de la National Gallery, luego parto de una foto de un día que estuve allí, con el marco, el efecto óptico y el fondo, y al ser una construcción, algo queda, provocando esa sensación de atemporalidad.

“Las copias no existen, todas son originales”, sueles decir.

En pintura, desde luego, sí, porque cualquier pintura es un acontecimiento único e irrepetible y si alguien dice lo contrario es que no ha llegado muy lejos en su análisis. Porque cada obra es distinta, aunque la diferencia entre una y otra pueda resultar imperceptible al ojo humano. Ahora, con la Inteligencia Artificial, Internet y demás, igual habría que volverlo a estudiar, pero hablando de pintura puedo decir tranquilamente que dos obras repetidas no son iguales.

Pep Girbent
Pep Girbent, junto a ‘Mujer bañándose en un río’, en ‘La exposición infinita’ en Rimontgó de València.