Desde sus inicios en la pintura, a principios de los años 1980, Pepa L. Poquet (Vilallonga de la Safor, 1955) ha evolucionado en el desarrollado de su práctica artística mediante la fotografía, el vídeo, la instalación y la intervención en el espacio público. El lenguaje cinematográfico y la influencia narrativa de ese medio queda patente en los modos de trabajo y en las referencias que han ido ganando terreno en la obra de la artista. Su discurso, aun cuando pueda abordar asuntos en clave de reflexión o denuncia, se ve provisto de una sutileza que nunca renuncia a la elaboración de lo estético.
Su proyecto El·lipsi es el resultado de un rico proceso de investigación, formalizado en una serie de trabajos artísticos que arrojan reflexiones interesantes acerca del modo de administrar y representar los tiempos vitales, en relación a los tiempos naturales que nos marca el entorno y los acontecimientos que irrumpen en nuestra realidad cotidiana. Puig de Randa (2011) es una instalación que forma parte de ese proyecto, compuesto por una proyección en caja óptica y una serie fotográfica extraída de la película en blanco y negro, filmada originalmente en S-8. Las imágenes muestran un entorno privilegiado de Mallorca, denominado por la autora como un paisaje “antropizado”. Se trata del paisaje en el que se encuentra el Santuari de Cura, en la cima del Puig de Randa, monasterio estrechamente vinculado a la figura de Ramon Llull. Las imágenes fotográficas muestran la naturalidad atroz con la que se han introducido en nuestro paisaje grandes torres eléctricas, antenas de telecomunicaciones y otros elementos en los que nuestra mirada ya no repara, pues su omnipresencia hace que nuestros sentidos los filtren sin casi emitir una emoción de alarma. Sucede casi siempre con la costumbre, que con el tiempo se asienta como ley.
La artista con este trabajo realiza un ejercicio de desenmascaramiento, aplicando el juego fílmico de la elipsis, mostrando las imágenes que habían sido omitidas de un discurso visual que aspiraba a una idea más romántica de paisaje, para evidenciar las posibilidades de la manufactura comunicativa en la construcción del relato de lo público. La pieza de vídeo ha sido intervenida en su fase de montaje para eliminar los fotogramas en los que aparecen esos elementos que erosionan el equilibrio del paisaje, mientras que las imágenes fotográficas son el testimonio de aquello que ha querido omitirse en la narración, una información visual que completa el relato y añade verdad al espectador en su oportunidad de elaborar una opinión propia. Una posibilidad, esta última, cada vez más compleja por la presión constante de estímulos que condicionan nuestra percepción. Puede que la gran revolución que cambie nuestro tiempo llegue de la constatación del poder que verdaderamente ostenta la base de la sociedad, cansada de la narración interesada de los hechos. Las mayores revoluciones se producen por el deseo de aprender, por la humildad de querer saber más.
José Luis Pérez Pont
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