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‘La luz del deseo’, de Pepe Yagües
Galería La Aurora
Plaza Aurora 7, Murcia
Del 21 de enero al 3 de marzo de 2023
Aunque el deseo sexual sea uno más de entre los diversos tipos de deseo que Pepe Yagües muestra en la exposición ‘La luz del deseo’, que hasta el 3 de marzo acoge la Galería La Aurora de Murcia, no deja de atravesar el conjunto expositivo. Es el sustantivo, sin duda, el que domina –“todas las obras tienen el deseo como común denominador en sus diferentes formas de manifestación”, precisa el artista-, pero puestos a buscar el adjetivo que liga toda la serie, este es sin duda el sexual.
Porque haberlos hay muchos en la exposición de Yagües: deseo de protección, de una vida mejor, de ser madre, de superación, de libertad, de no hacer nada, incluso deseo vinculado con ciertas ganas escatológicas de talante catártico. El sexual, sin embargo, sobrevuela por encima de todos ellos, ya sea porque todos rezuman erotismo o bien porque cierto juego de raigambre igualmente sexual los caracteriza a todos.
Y lo hace siguiendo la etimología del acto sexual por antonomasia: la fornicación. Así, Gregorio Morales, en ‘El juego del viento y la luna’, ya advierte que la palabra latina follicare (soplar, respirar) proviene a su vez de follis (fuelle), la cual ha dado en nuestra lengua los términos folgar y holgar, de donde se derivan -puntualiza el filólogo- juerga y huelga.
“En su primitiva acepción, por tanto, folgar u holgar no significan otra cosa que retozar, jugar, estar libre de las ocupaciones habituales”, subraya Morales. Y esto es precisamente lo que hace Pepe Yagües: utiliza el deseo para mostrarnos -de una forma jovial, desenfadada, lúdica y lúbrica- diferentes aspectos de la más cruda existencia bajo ropajes holgados.
Mediante una veintena de grabados, esculturas en madera y metales que proyectan en su mayoría luz (led de bajo consumo) “y alguna con ‘mala sombra’” -resalta el artista-, Yagües se hace eco del deseo alumbrando una serie de escenas en torno a esa energía que nos constituye una vez transformada en juego re-creativo, pero juego -no nos confundamos- encaminado a desvelar esa luz que arroja el encuentro con la sexualidad.
El erotismo -dirá Morales- “se crece en la posibilidad y se disminuye en el acto; o, dicho en otras palabras, es directamente proporcional a la atmósfera, a la sugerencia, a la metáfora, a la imaginación, e inversamente proporcional a la fisiología o a la coprolalia”. De manera que Yagües, siguiendo esta senda erótica, alumbra deseos surgidos de su fértil imaginación para que le acompañemos en su aventura lúdico festiva, no exenta de “mala sombra”.
El artista va enumerando los diferentes aconteceres del viaje, describiendo brevemente algunas de sus obras. Así, por ejemplo, en la escultura ‘Sin papeles y con tacones’ dice plasmar “el deseo de la búsqueda de una vida mejor de las mujeres que emigran de forma desesperada”.
En ‘Nido erizo’, se hace cargo del “deseo de protección de quienes sufren maltrato; en ‘Dar luz’, el deseo de ser madre, aunque no se tenga pareja; en ‘Luciérnaga Hera’, el deseo (de la diosa Hera) de que no tenga deseos (Zeus); en ‘Solo quien ama vuela’, el deseo de ser libre, y en ‘Flora y fauna’, el deseo de no hacer nada”.
Y así llegamos a ‘El origen del mundo’, de Gustave Courbet, el turbador cuadro del más atrevido desnudo femenino -el pubis de la cortesana Constance Quéniaux- que Yagües reinterpreta para dotarlo de un fulgor magnético, diríamos fabuloso, que amortigua su más descarnada sexualidad.
Hablamos, claro está de ‘Lux Mundi’, de la que el artista dice: “En ‘Lux Mundi’, y en algunas obras más, está presente el deseo sexual, como en la serie de aguafuertes basados en los versos más eróticos jamás escritos en español y que son poco o nada conocidos del poeta Miguel Hernández”.
“¡Ama, niña! No aguardes a que esas flores de tu cuerpo y tu reja mustias estén”, proclamará Hernández, para añadirle más deseo a otro de sus poemas: “Es tu boca, mujer, todo eso… mas si cae dulcemente en un beso a la mía, se torna en puñal”.
Alrededor de este insuperable deseo sexual, Yagües va sumando piezas para seguir arrojando ‘La luz del deseo’ que baña el conjunto expositivo. El deseo de superación, por ejemplo, “expresado con la ascensión de una escalera en ‘La Luna naranja da zumo de luz’”. Y, para terminar, uno más escatológico, alumbrado mediante otra de las características de su vasta producción: el juego de palabras.
‘Autorretrete’ -que no autorretrato, aunque quién sabe- viene a ponerle la guinda al recorrido expositivo, vinculando de nuevo el deseo sexual -ahora de corte más indecente- con el juego malévolo y gozoso, del que sin duda Quevedo es figura insigne: “El pedo es como la nube que va volando y por donde pasa va fumigando, el pedo es vida, el pedo es muerte, y tiene algo que nos divierte”.
En todo caso, así concluye Pepe Yagües su holgado y folgado recorrido: “También emite luz cuando se levanta la tapa, aunque tenga que ver más con las ganas que con el deseo, la obra titulada ‘Autorretrete’ forma parte de una serie de retratos-retrete catárticos y utilizables que realizaré de cerámica por encargo para retratar al jefe, al ex, al… de quien lo desee y necesite”.
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