#MAKMAArte
‘Filtracions’, de Pilar Beltrán
Comisario: Carles Àngel Saurí
Espai d’Art Contemporani de Castelló (EACC)
Prim s/n, Castelló de la Plana
Hasta el 16 de junio de 2024
“Mas yo siento en el agua
algo que me estremece…, como un aire
que agita los ramajes de mi alma”
Federico García Lorca (‘Manantial’, 1919)
El Espai d’Art Contemporani de Castelló (EACC) fue construido en 1997 e inaugurado en 1999, bajo la dirección de José Miguel García Cortés, sobre lo que fue uno de los patios de la Casa de la Beneficencia de Castellón, que fue creada por la Diputación en el convento de los dominicos tras la desamortización de 1835.
En 1860, las hermanas de la Consolación se hicieron cargo de la Beneficencia, que contaba con Casa de Beneficencia, escuela de sordomudos, escuela de ciegos y departamento de expósitos, y ofrecía cobijo a niños y ancianos de la ciudad. Junto a la Beneficencia pasaba la acequia mayor que marcaba los límites de la ciudad de Castellón por el este.
Una búsqueda de información nos da una idea de qué fue el espacio que hoy uno pisa y visita como espacio de arte contemporáneo. Pero, ¿qué de cierto hay en un archivo de imágenes? Incluso, ¿qué de cierto hay en un archivo de la memoria?
Pilar Beltrán indaga en ‘Filtracions’ sobre el propio espacio que ocupa la exposición; estudia, documenta y entrevista para después darnos una visión fragmentaria que el propio visitante deberá componer a modo de juego. Las imágenes de los planos del espacio –tanto antiguos como actuales– revisan los límites que estos pueden ofrecer para recomponer una historia.
¿Qué es la imagen sin un contexto? ¿Qué es la imagen sin memoria? La transcripción al lenguaje de signos de las entrevistas a Modesto Fabra (padre e hijo, testigos vivos de la vida en la Beneficencia. Uno fue director y profesor y el otro uno de tantos alumnos) nos conduce a los límites del lenguaje y, nuevamente, a la imagen críptica de este.
¿Es el lenguaje, y su interpretación, algo subjetivo? La presencia de tres balsas de lona rellenas con miles de litros de agua y el sonido que emiten estas al pasear sobre ellas nos arrulla hacia los límites físicos e imaginarios; los límites de la realidad y, nuevamente, de la memoria. No todo es lo que parece cuando uno evoca la memoria; los recuerdos cambian cada vez que son pensados. No existen límites. Tumbado sobre estas balsas somos transportados a otro tiempo, como si fuéramos una molécula de agua fluyendo por aquella cuasiolvidada acequia Mayor de Castellón.
Escribió Federico García Lorca –y después cantaron Los Planetas–: “Quién pudiera entender los manantiales, el secreto del agua…”. Es obvio que nos encontramos ante una exposición misteriosa, aunque repleta de filtraciones, y qué mejor forma de desenmarañarla que charlando con la artista.
Uno no tiene la sensación, mientras está visitando ‘Filtracions’, de que esta exposición se quedará en el recuerdo mucho tiempo, como un eco del agua chocando contra las rocas. Creo que se va entendiendo más conforme pasan los días, como si se traspasasen los límites de tu propia memoria. ¿Crees que es posible que esta muestra se vaya permeando en la memoria con el paso del tiempo?
Bueno, estaría muy bien que así fuera. Estamos acostumbrados al consumo rápido de las imágenes, a que estas sean obvias, directas, descriptivas. En ‘Filtracions’, se juega a lo contrario, se parte de lo fragmentario, de lo incompleto, se combina y contrapone lo textual y lo sensorial, y se apela a la capacidad de las imágenes para generar conexiones, pensamiento.
Es necesario un esfuerzo, una implicación para unir las partes, para, como diría Andrea Soto Calderón, rumiar las imágenes, volver a ellas pasado un tiempo, repensarlas, cuestionarlas y dejar que surjan nuevas preguntas… Así que, si de veras la exposición consiguiera algo así, sería magnífico.
La forma en la que ha pretendido el EACC relacionarse con su pasado me parece un acierto. El Conservatorio de Castellón, en el lugar en el que estaba la sala de sordos; el museo donde se encontraba el patio (lugar lúdico y de recreo), y todo relacionado íntimamente con el agua, en recuerdo de esa acequia vertebral de la ciudad… ¿Con qué dificultades o retos te encontraste al abordar este proyecto?
La verdad es que me hubiese gustado tener más tiempo para realizar el proyecto, ya que es un espacio con mucha carga y ha sido un aprender constante… Me hubiese encantado, por ejemplo, que la instalación se filtrase al exterior…
El elemento del agua como vertebrador de la exposición es algo que surgió desde el comienzo, El agua como elemento vital y lúdico a la vez que, desde el interior del museo, nos transporta al exterior, a otros lugares de la memoria.
La imagen de las balsas contenedoras de una forma abierta nos remiten al exterior, al campo, a la huerta, a la acequia, al patio, a ese pasado de agua que está presente en el diseño del propio EACC, que contempla en su exterior una fuente y un lecho de agua alrededor de la entrada… A la vez, las balsas se convierten en ese contenedor del agua que en este momento, por un problema estructural, no fluye en el exterior edificio.
Estas balsas son un objeto real, manufacturado, que tiene usos en agricultura e industria, pero suponía un reto descontextualizarlas y meterlas en el espacio expositivo, y tal vez lo más difícil fue calcular si era factible su disposición dentro de la sala, si la estructura del edificio soportaba el peso del agua y, por otro lado, si las balsas eran lo suficientemente herméticas y resistían bien la interacción del público. El agua –su manejo, su instalación– fue sin duda lo más complejo de gestionar…
Las imágenes manipulan o alteran la memoria y el discurso, son un elemento ambiguo, y nos conducen hacia conclusiones deformadas. Sin embargo, en ‘Filtracions’ es el propio visitante el que debe construir el discurso. Parece como si hubieses diseccionado quirúrgicamente la historia del espacio expositivo –los datos– para, finalmente, mostrarnos aquello que para ti forma la columna vertebral de la memoria del museo. ¿Cómo llegas a este resultado?
Aunque, como tú, soy de Castellón, hay mucha información que no sabía cuando me invitaron a exponer y que he ido aprendiendo estos meses. Llegué al proyecto sin una idea preconcebida. He dedicado tiempo a estar, a escuchar y ver quépasa en el EACC y en su entorno en la actualidad, su relación con la Escuela de Arte y el Conservatorio, con el vecindario, y he tratado de analizar cómo se entreteje todo esto con el pasado del lugar.
La búsqueda de información con visitas al archivo de la Diputación, al Conservatorio; conversaciones; el feedback constante de Carles Saurí, comisario de la exposición, y Carlos Peris, asistente en el proyecto; la invitación a Diego Fabra a participar en la pieza sonora (él estudió en el Conservatorio de Castellón y, por tanto, aportaba la memoria de ese espacio); y la aparición junto a él de los testimonios de su abuelo, su padre y su tío… Poco a poco, a través de una metodología basada en la presencia y la escucha, el proyecto fue cogiendo forma y los fragmentos cobrando sentido.
Existe una idea escalofriante en esta exposición. Parece que uno ve solo lo que le muestran. Me explico: un fluido, como el agua, puede fluir con aspecto de río o de lluvia, puede contenerse como un lago o piscina, o puede dársele forma cambiando el contenedor o bajando la temperatura. En este caso, son balsas de lona, pero podrías habernos mostrado aquello que tú hubieses deseado ¿Tan frágil y permeable es el conocimiento, sujeto siempre a filtraciones?
Tal vez, son justamente esas características –la fragilidad, la permeabilidad– lo que nos permite avanzar, releer, repensar, volver a mirar y, con ello, aprender. Creo que dar por cerradas y sabidas las cosas es peligroso, nos lleva al no cuestionamiento. La permeabilidad, la filtración, no da una versión completa; normalmente, solo apuntan algún indicio, a veces justo lo suficiente para que volvamos a mirar.
El agua es un elemento complejo. Nos relacionamos de una forma especial con ella, es parte de nuestro organismo y eso lo percibimos inmediatamente cuando interactuamos con las balsas en la exposición. Pasamos de una visión externa, geométrica y conceptual, de los elementos formales que ordenan el espacio al contacto y la acción que proponen una corporalidad lúdica… Son nuestros cuerpos los que redefinen la exposición constantemente.
Un hecho curioso fue que realicé la visita un domingo en el que toda la sala del EACC me pertenecía. Disfruté mucho, como un niño. Al despedirme de la encantadora vigilante, esta me comentó que las manchas de una de las lonas eran debidas a las goteras que se han producido por las filtraciones del tejado, que no consiguen repararse. De esta forma tan lorquiana, abandoné la antigua Beneficencia de mi ciudad natal.
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