Conversaciones de artistas. Toño Barreiro y Sergio Barrera
IVAM, Centro Julio González
Salón de actos
Guillén de Castro 118, Valencia
Inmerso en el nuevo curso de actividades que principia, el Instituto Valenciano de Arte Moderno ha acogido el primer acto de una serie de encuentros dialécticos homogeneizados a través de la nominación ‘Conversaciones de artistas’, iniciativa que nace “con el propósito de poner sobre la mesa conceptos clave que ayuden a entender la práctica artística contemporánea”, a través del diálogo entre dos artistas estrechamente vinculados y que manifiesten un explícito ejercicio de parentesco, en ocasiones, ineludiblemente disonante.
De la mano del subdirector general de Actividades y Programas Culturales, Álvaro de los Ángeles, los artistas Toño Barreiro (Zamora, 1965) y Sergio Barrera (Valencia, 1967) han sido pioneros de un coloquio cuyos mimbres didácticos permiten aproximarse al discurso intrínseco -razón, motivo y finalidad- que habita en la trayectoria de ambos y justifican conceptual y técnicamente la obra que peculiariza sus respectivos trabajos.
De esta conversación se desprende una dinámica vital y profesional en paralelo; no en vano, amén de haber compartido estudio durante varios años, ambos forman parte del equipo docente del departamento de pintura de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia. Fruto del encuentro común con el artista y doctor en BB.AA. Fernando Machado se implementa una relación de empatía pictórica, cuyas principales semejanzas deben encontrarse en la minuciosa labor de investigación y experimentación que les perfila en la praxis plástica, huyendo de su sentido etimológico primigenio para incorporar una dialéctica filosófico-especulativa como procedimiento de resolución en las fases más determinantes de sus recorridos.
Lo que en su orígenes pictórico-universitarios se antoja un proceso de mecanismos intuitivos sin base temática (Sergio Barrera) y un trabajo casual, fruto de un procedimiento anárquico y experimental de carga matérica (Toño Barreiro) -trabajando ambos sobre la superficie del lienzo con estocásticas voluntades metamórficas-, transita hacia cauces de razonamiento y resolución técnica supeditados a la complejidad del discurso, enriquecido por la indagación y el natural progreso su formación intelectual, que va a determinar la construcción de sus itinerarios artísticos.
De este modo, Sergio Barrera, influido por cuestiones preceptivas de las vanguardias, progresa con el empleo de una “pincelada fresca” hacia la búsqueda y “destilación de un gesto como registro común a todos en un mundo cambiante, en el que los conocimientos son estables”, eludiendo y sospechando del gesto artístico subjetivo, partiendo, así, de diversos principios argumentativos como la abstracción y la idealización.
Un análisis (vertebrado por el influjo, entre otros, del neurobiólogo británico, de origen turco, Samir Zeki -especializado en el estudio del cerebro visual en primates- y del gramático, poeta y ensayista zamorano Agustín García Calvo) que conduce a un gesto erigido en síntesis de muchos particulares, procurado a través de un decisivo empleo de movimientos circulares y verticales, helicoidal y de vórtice en la observación y la ejecución alrededor y sobre el lienzo, rompiendo, en consecuencia, con la visión frontal más ortodoxa y materializando mediante transparencias reiterativas y la nada desdeñable labor de construcción de su propio cerdamen en pro de conseguir la pincelada definitiva.
Toño Barreiro, por su parte, progresa a partir de la observación de los límites físicos del lienzo, a través de un perímetro determinante que funciona con una composición interior en la que los gestos, que antes proliferaban por toda la superficie, proceden a aislarse en búsqueda de una síntesis implícita o geométrica que revela, entre otras cuestiones, tanto el concepto de díptico como una composición morfológica “que comienza a doblarse como un caparazón de un elemento vivo”.
De la simulación de texturas pétreas y óxidos procede a la materialización de contornos deformados, huérfanos de líneas rectas -influido en esta etapa por la obra de los pintores abstractos norteamericanos Kenneth Noland y Frank Stella-, circulando hacia piezas volumétricas y onerosas (serie ‘Deformes’), cuyos cantos conviven con una obra deformada aleatoriamente en la superficie, divagando hacia un envolvimiento de las formas a modo de nueva piel elástica y solidificando “una nueva serie sobre la idea de que la forma exterior es una forma creada por una simbiosis o síntesis de formas”.
Barreiro se embarca en la construcción de sus complejos bastidores, motivado por la curiosidad como fuente generadora de nuevas ideas, incoando series como ‘Laberintos’, ‘Simbióticos’ o ‘Mosaicos’, tanteando en la epidermis las diversas posibilidades de las transparencias en permanente búsqueda de “cosas verosímiles que son creíbles pero no son posibles”, pugnando con módulos, distribución de planos, superposiciones, alimentando un concepto de “pintura de desmontaje”, a modo de desorganización de la baraja, y sirviéndose, en su etapa más reciente, de herramientas digitales y vectoriales, alimentando un juicio de “la proyección como un nuevo significado expandido de la pintura y la representación”.
Ocasión plausible para merodear y desencriptar con inmediatez el particular microcosmos artístico de ambos autores y dar la bienvenida a unas ‘Conversaciones de artistas” que habrán de proseguir con el diálogo entre Salomé Cuesta y Mª José Martínez de Pisón (13 de noviembre de 2015) y los artistas Ana Navarrete y Pepe Miralles (18 de diciembre de 2015).
Jose Ramón Alarcón
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