Larry Clark
Espaivisor
C / Carrasquer, 2. València
Hasta el 22 de noviembre de 2019
Esta semana una estudiante lanzaba esta pregunta en mi clase: ¿cómo es posible que exista algo que seduzca y horrorice por igual? Había estado en la exposición de Larry Clark en Espaivisor y mientras ella gozaba mirando las fotografías que colgaban de la pared, el joven que la acompañaba sentía repulsión por lo que estaba viendo y quería abandonar la sala.
En la muestra, inaugurada con gran éxito de público el pasado 20 de septiembre, podemos observar, esencialmente, imágenes contenidas en el seminal y polémico libro ‘Tulsa’, editado en 1971. En él, Clark retrata durante años a sus amigos consumiendo drogas, manteniendo relaciones sexuales o entreteniéndose con pistolas, en su ciudad natal del mismo nombre, Tulsa, situada en Oklahoma. En esas fotografías, el sueño americano resuena hueco. En ellas, los personajes caminan desesperanzados hacia la muerte sin atisbo alguno de heroicidad.
Aunque la duda que planteaba la alumna en el aula es muy difícil de resolver, a través de la observación del trabajo expuesto de Clark es posible que haya dos vías, al menos, para acercarnos a tan insondable cuestión. La primera podría ser la elección del tema: jóvenes al margen de la sociedad con vidas apartadas de la ley, se inyectan anfetamina u otras sustancias para vivir (morir) deprisa. Si a esta combinación le agregamos una bella narrativa en blanco y negro y unas copias, algunas originales de época, a la altura de las históricas instantáneas, obtenemos una perfecta mezcla entre provocación y éxtasis estético. La muerte y la violencia embrujan al espectador. Pero las agujas atravesando pieles adolescentes impiden a muchos acercarse a la obra.
Por otro lado, la intimidad representada en las instantáneas de Tulsa es otro de los caminos que podemos tomar para poder abordar este asunto. Quizá uno de los aspectos más valorados del libro es que el autor no se acercó al motivo como un mero voyeur, sino que él formaba parte de eso. Era un yonqui más, y serlo le permitió disparar con honestidad y respeto, identificándose con los sujetos que retrataba. Es posible que ese grado de intimidad en las fotografías de Clark suponga también para parte del público un obstáculo.
El arte, y en especial la fotografía, debe provocar reacción. Y en esto, las fotografías expuestas, Tulsa y el propio artista no fallan. Las instantáneas están situadas en una senda difícil, con el horizonte de la fascinación enfrente y los abismos de la desesperanza y la autodestrucción a los lados.
Volviendo a la muestra, la tarde de la inauguración la galería y los alrededores estaban absolutamente abarrotados de público ávido de fotografía con mayúsculas. En parte se debía a la importancia de las fotografías expuestas en la sala, pero también era por poder saludar o, al menos, ver de cerca al mítico artista. Contemplar la exposición con el tiempo y la atención que merece se hizo casi imposible, y tuve que volver en unos días para asimilarla en condiciones.
Además de la masiva asistencia a la inauguración y de exponer en Valencia un trabajo tan complejo y legendario como Tulsa, otro de los hitos del equipo de Espaivisor ha consistido en traer al propio artista y realizar una venta de fotografías en color, realizadas a partir de 2001. La mayoría eran desnudos y skaters, y descansaban por montones en un cajón custodiado por el mismísimo Mr. Clark. El artista, de cuerpo presente, observaba con el brazo en cabestrillo y sin demasiada atención el ir y venir de jóvenes mirando y cambiando de mano en mano las miles de pequeñas copias que algunos afortunados iban a adquirir por 100€. Tener esa lesión en el brazo no le impedía sostener un perpetuo botellín de cerveza, sentado al fondo de la sala, o cuando salía a la puerta de la galería y necesitaba la otra mano para sujetar un cigarrillo. Estuvo cuatro días allí y aunque no parecía que tuviese demasiado afán por comunicarse con los asistentes, su presencia en la galería sin duda añadió gran interés.
La muestra podrá visitarse hasta el 22 de noviembre en Espaivisor. Su contenido, desde luego, no dejará indiferente a quien se acerque. Fascinará a conocedores de Tulsa y a quien se aproxime por primera vez a la obra, pero casi seguro dejará a todos un amargo sabor de boca. También podrá resultar provocadora, trágica o generará rechazo. Pero es parte de lo que la hace tan estimulante.
La primera imagen que puede observarse al entrar en la galería es la de un joven sentado en la cama y empuñando un revólver. Larry Clark en su libro Tulsa la acompañaba del texto: «death is more perfect than life». Quizá sea eso…
Manolo Millán
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